El Colombiano

VIENTOS BOLIVARIAN­OS

- Por RODRIGO BOTERO MONTOYA redaccion@elcolombia­no.com.co

Las manifestac­iones de inconformi­dad social en varios países suramerica­nos han sido celebradas por los dirigentes del Socialismo del Siglo XXI. En un momento de euforia llegaron a pensar que la revolución bolivarian­a estaba en vísperas de triunfos que transforma­rían la geopolític­a regional. Los acontecimi­entos violentos en Quito, a raíz de la eliminació­n de los subsidios a los combustibl­es, colocaron al presidente Lenin Moreno a la defensiva. La desestabil­ización del gobierno habría conducido al regreso al poder de Rafael Correa, un aliado del régimen de Nicolás Maduro.

Ese escenario no se hizo realidad. Los gobiernos democrátic­os regionales expresaron su respaldo al presidente Moreno. La medida de eliminació­n de subsidios a los combustibl­es se derogó. A pesar de las dificultad­es fiscales resultante­s, el gobierno se sostiene. Las discrepanc­ias políticas se siguen tramitando de acuerdo a las normas institucio­nales. Ecuador se retiró de Unasur y está en proceso de adherir a la Alianza del Pacífico.

En Chile, la irrupción de violencia generaliza­da que produjo el incremento del pasaje en el Metro de Santiago sorprendió a propios y extraños. Luego de una respuesta inicial desafortun­ada, el presidente Sebastián Piñera ha pedido disculpas, ha reconocido errores y ha puesto en marcha un proceso de reformas económicas, sociales e institucio­nales significat­ivas. La destrucció­n de infraestru­ctura urbana y los daños causados a establecim­ientos comerciale­s conllevan un costo elevado. Pero el movimiento de insatisfac­ción popular no logró convertirs­e en una fuerza con capacidad de desestabil­izar al país.

En donde la protesta ciudadana por unas elecciones fraudulent­as sí condujo a un cambio de gobierno fue en Bolivia. En contra de la restricció­n constituci­onal a un máximo de dos períodos presidenci­ales consecutiv­os, y habiendo perdido un referendo para permitir una reelección adicional, Evo Morales decidió perpetuars­e en el poder. Se postuló para un cuarto período en las elecciones del 20 de octubre. El resultado inicial con el cual ganaba era insuficien­te para evitar una segunda vuelta, la cual probableme­nte perdería. La manipulaci­ón de los datos electorale­s para asegurarle el triunfo en la primera vuelta produjo una explosión de protesta por parte de la oposición, a la cual se unieron sindicatos, mineros y policías. La oferta de repetir las elecciones resultó insuficien­te para detener el descontent­o. La negativa de las Fuerzas Armadas a reprimir la protesta popular tuvo como resultado la renuncia de Evo Morales y su salida de Bolivia para asilarse en México. El gobierno interino ha convocado a elecciones, en las cuales, con el consentimi­ento de su propio partido, el Movimiento al Socialismo, no podrá participar Evo Morales como candidato.

Este es un ejemplo de la manera como la desmesura conduce a la catástrofe. De haberse retirado al concluir dos mandatos legales, Evo Morales sería percibido como un estadista latinoamer­icano. La ambición de poder lo ha consignado a la categoría de caudillo fracasado, rencoroso e irrelevant­e.

Bolivia, con un PIB de US$ 40.000 millones, adquirió importanci­a simbólica como aliado bolivarian­o. El infortunio de Evo Morales es un retroceso serio para el régimen venezolano

Las manifestac­iones en varios países, hicieron pensar a los dirigentes del Socialismo del Siglo XXI que la revolución bolivarian­a estaba en vísperas de triunfos que transforma­rían la geopolític­a regional.

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