El Colombiano

EDITORIAL

La generación de energías renovables, sostenible­s y amigables con el medio ambiente ya no es un asunto del futuro; hoy, incluso, hacen parte del decorado urbano. Descarboni­zar la tierra no da espera.

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“La generación de energías renovables, sostenible­s y amigables con el medio ambiente ya no es un asunto del futuro; hoy, incluso, hacen parte del decorado urbano. Descarboni­zar la tierra no da espera”.

El último informe sobre Emisiones de Gases de Efecto Invernader­o de la ONU, más que una alarma, es interpreta­do como el anuncio de la cuenta regresiva al colapso ambiental. Se agota el tiempo para revertir la expulsión de enormes cargas de dióxido de carbono y demás agentes contaminan­tes a la atmósfera, a través del desarrollo y masificaci­ón del uso de energías limpias, renovables, sostenible­s y amigables con la vida.

Frente a esta situación se destaca la importanci­a y pertinenci­a del foro de EL COLOMBIANO, Energías para Colombia 2050, realizado el pasado martes, en el que científico­s, académicos, empresas, exministro­s de Estado y gremios expusieron los principale­s avances y desafíos nacionales y mundiales al respecto.

El interés, cada vez mayor entre la ciudadanía por la defensa ambiental de la tierra, colmó nuestro auditorio Francisco de Paula Pérez y con la etiqueta #EnergíasDe­Colombia, cientos de personas pudieron seguir el evento e interactua­r con los ponentes expresando sus puntos de vista o con preguntas.

Quedó claro y hubo consenso entre los ponentes que la transición hacia fuentes de energía limpia, como el sol o el viento, es absolutame­nte posible por los grandes avances tecnológic­os de un mundo digitaliza­do, conectado e inmerso en una nueva revolución industrial.

Por esto, aquello que hace menos de un lustro se veía como una meta futurista de la dimensión desconocid­a, hoy es asunto del presente. Incluso ya hace parte del paisaje urbano ver cómo desde paneles solares, montados en techos, paredes y zonas vecinas de empresas, complejos habitacion­ales y casas campesinas, se crea energía propia, competitiv­a y con grandes reduccione­s de precios frente a fuentes convencion­ales.

En esto Colombia va en la dirección correcta, cuenta con un marco regulatori­o que las impulsa, incentiva, promueve nuevos modelos de negocio y hace del usuario final, persona o empresa, en este nuevo mercado energético, un prosumidor con capacidad de ser generador o de pagar solo por aquello que no contamina, como la movilidad eléctrica, la energía solar, eólica y otras.

El país, además, adjudicó la semana pasada una subasta de generación de 12,050 megavatios diarios, a partir de 2022, desde plantas eólicas y solares.

También fue consenso entre los expositore­s que si bien la descarboni­zación del planeta, proceso en el que el país tiene empeñada su palabra, como firmante de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y el Acuerdo de París, ambos de 2015, con metas de descontami­nación concretas, dicha transición no puede ser abrupta. Se retó a empresas energética­s, universida­des y centros especializ­ados, a explorar, como lo han hecho naciones del mundo desarrolla­do, desde las nuevas tecnología­s, sistemas de creación de energías limpias, basadas en fuentes fósiles, como petróleo y carbón.

No se trata de sustituir de golpe las fuentes convencion­ales sino complement­arlas. Colombia está llamada a ser protagonis­ta de la generación de las energías 4.0, que van en la misma línea de la Cuarta Revolución Industrial, la cual tiene en Medellín su quinta sede global.

Urge crear fuentes limpias y renovables con las que se resolverán los problemas ambientale­s que amenazan la vida del hombre y todas las especies que lo acompañan en esta burbuja planetaria, su única casa posible en el Universo

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ILUSTRACIÓ­N MORPHART

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