El Colombiano

Regresar el reloj para hallar un Feliz Final

Isaac Rosa escribió una novela de amor invertida: empezó desde la ruptura y llegó al enamoramie­nto.

- Por VALERIA MURCIA VALDÉS

Hay personas a las que les gusta ir directamen­te a la última página cuando abren, por primera vez, un nuevo libro. Prefieren saber qué les espera cuando el texto se acaba, de pronto para prepararse y no llevarse sorpresas ingeniadas por el autor.

De pronto si en el amor se tuvieran certezas frente a cómo se terminaría todo, sería menos doloroso enfrentarl­o. Tener la certeza de si una relación resultará en algo muy similar a un final feliz o si, por el contrario, se podría encontrar en ese cierre anticipado un feliz final.

El escritor sevillano Isaac Rosa se aventuró a escribir sobre eso, una historia de amor, algo que está fuera de los tópicos que usualmente maneja. El ganador del Rómulo Gallegos en 2005, mucho más inclinado hacia historias enmarcadas en coyunturas políticas, se imaginó una metáfora que recorre toda la novela: la del desenterra­miento.

Para él, la culminació­n de una relación es como una estructura que colapsa y tras la que quedan un montón de escombros. “Toda relación amorosa tiene un componente de acumulació­n, cuando construyen una pareja hay una acumulació­n material, de vivencias, de sentimient­os, de malentendi­dos y de rencor –dice él–. En el momento de la separación hay como un derrumbe y toca desescombr­ar”. Por eso decidió contar una ficción amorosa desde el final hacia el comienzo, en orden invertido.

Además, diferenció muy bien las dos perspectiv­as sobre ese pasado común que es el amor, versiones que a veces son tan distintas que parecería como si ambas personas hablaran de dos relaciones distintas.

“Una separación es sobre todo la pérdida de un relato común”, dice en el libro. Por eso, Rosa quiso contar la historia de Feliz Final, publicado por Seix Barral, a través de las voces de sus dos protagonis­tas, Antonio y Ángela. La dicotomía se nota hasta en el estilo de la letra en la que están escritas las palabras de ambos personajes.

“El amor es muy narrativo siempre. La manera en la que nos amamos es la manera en que contamos que nos amamos, como contamos nuestra propia historia”. Se teje un relato común hasta que “llega el momento de la batalla por el relato”. Repasar por qué se rompió el hilo,

tratar de encontrar razones, porqués y responsabl­es. “Lo que hacen los dos es volver a contar para ver si recontando pueden, de alguna manera, reencontra­rse”.

El autor habló con EL COLOMBIANO a propósito de este libro y lo que pudo conocer acerca de los seres humanos, sus relaciones y hasta el trasfondo político que evidencian.

¿Supo desde el inicio que quería darle la vuelta a la típica historia de amor y empezar por la separación?

“Sí, el comienzo es coger al lector de traición, enfrentarl­e con una situación dura con la que, además, muchos lectores se identifica­n. Todos en algún momento hemos pasado por una ruptura o una separación y ahí hay una serie de emociones en las que uno se va a reconocer. Yo quería empezar así, no solamente desordenar la historia e invertir la narrativa sino desordenar las emociones e invertir todo el recorrido emocional que solemos hacer en una novela de este tipo. Empezar por el momento más duro, más difícil o más desesperan­zado e ir recontando la relación, como lo van haciendo las dos voces, para ir acercándon­os al momento más cálido, feliz e intenso, pero llevando encima todo lo que hemos ido leyendo y acumulando. Te provoca un corto circuito emocional ver que estás ya en un terreno donde quieres estar, en el comienzo del amor, pero vienes del fracaso”.

Ha dicho que es su libro más político, ¿por qué?

“Vengo de escribir una serie de novelas que en seguida se les pone la etiqueta de políticas o sociales porque tratan de temas que fácilmente reconocemo­s de esa manera: sobre trabajo, la dictadura franquista en España, la sociedad del miedo y la crisis, novelas que uno enseguida clasifica así. Tras esta publicació­n, la primera reacción de los periodista­s y los lectores era ‘¡anda!, ¿y ahora una novela de amor? ¿Por qué?’. Creo que esta es la más política en doble sentido porque por un lado, hago mía una frase que se ha dicho mucho por parte de los movimiento­s ciudadanos: “Lo personal es político”. La esfera personal está completame­nte atravesada por lo político, como colectivo, como sociedad, pero más allá de eso, lo que yo intentaba con la novela era ver cómo lo más íntimo, lo amoroso... Se podía apreciar y entender lo que nos está pasando como sociedad. Esa esfera personal, íntima, está tan cruzada por lo que vivimos como ciudadano y por la forma de orden social que hemos construido”

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