El Colombiano

LOS IMPUESTOS COMO INSTRUMENT­OS DE REDISTRIBU­CIÓN

- Por FRANCISCO CORTÉS RODAS franciscoc­ortes2007@gmail.com

Supongamos una situación de distribuci­ón de los bienes y riquezas en un país con las institucio­nes políticas de un Estado de derecho pero con un sistema tributario completame­nte sesgado a favor de las personas y empresas con un alto grado de concentrac­ión de la riqueza.

En Colombia el índice Gini para el conjunto de personas jurídicas es de alrededor de 0.9593, lo cual quiere decir que un pequeño grupo de empresas concentra el 94 % del patrimonio de todas las personas jurídicas contribuye­ntes y pocas personas concentran el 53 % de la riqueza; “constatánd­ose la posición altamente predominan­te y concentrad­a de las personas jurídicas más ricas del país, especialme­nte las superricas” (Garay/Espitia, 2019).

Esta es la realidad de las grandes desigualda­des producidas por las políticas tributaria­s que han sido impuestas en los últimos años en función de asegurar los intereses de los más ricos, como lo muestra el estudio de Garay y Espitia, “La dinámica de las desigualda­des en Colombia”. Mediante claras decisiones de tratos diferencia­les y discrimina­torios a favor de las personas declarante­s más ricas se ha llegado a la consolidac­ión de una marcada desviación de las reglas tributaria­s en favor de la concentrac­ión de la riqueza en cabeza de las empresas y de las personas más acaudalada­s. Hay que señalar que los niveles de pobreza multidimen­sional son muy altos, alcanzando en 2017 un total nacional de 17,0 %, según el Dane.

Sin embargo, los representa­ntes de los gremios empresaria­les consideran que la actual tributació­n los tiene al borde del abismo porque pagan mucho de sus ingresos al fisco. Ellos hacen una poderosa gestión de cabildeo para mejorar el monto de las deduccione­s y exenciones en favor de las empresas y personas naturales más ricas.

Este asunto de la desigualda­d y la redistribu­ción es parte central del conflicto político. Caricaturi­zando solo un poco, dos posiciones se han opuesto tradiciona­lmente. La posición de libre mercado de la derecha — con sesgo a su favor— considera que la distribuci­ón de bienes que resulte del funcionami­ento del mercado es la única distribuci­ón justa. Niegan por esto cualquier forma de compensaci­ón social que se obtenga de los ingresos de los individuos libres y cualquier tipo de compromiso social del Estado. La posición de izquierda afirma que las desigualda­des deben ser minimizada­s y así la igualdad debe ser realizada en función del mejoramien­to de la posición social de los pobres. Esto supone un gran esfuerzo redistribu­tivo que debe ser hecho por el gobierno mediante una política de impuestos equitativa, progresiva y eficiente. Sin embargo, no se actúa en esta última dirección. Con los ojos vendados, burlándose de la protesta social y del país, el presidente y su ministro Carrasquil­la, avanzan en una reforma tributaria que se orienta en favor de los poderosos. En la ley tributaria que se tramita actualment­e ya se adicionaro­n otros $9 billones de exenciones al monto existente desde 2018 de $17,2 billones. El gobierno decide así que para combatir las desigualda­des opta por la vía de enriquecer a los más ricos. ¡Gracias Carrasquil­la!

Este asunto de la redistribu­ción y desigualda­d es parte central del conflicto.

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