TODA UNA TRADICIÓN DE MALOS LECTORES
Llegamos a la octava jornada de la Novena de Aguinaldos, que rezamos en hogares, empresas y centros comerciales y donde la Navidad tiene hondo toque de nostalgia porque se está lejos de los seres queridos. El Pesebre es el escenario cercano al rezo y los cánticos. La Novena, escrita en el Siglo Dieciocho por el franciscano y predicador quiteño Fernando
Larrea, corregida años después por la colombiana Madre
María Ignacia, de La Enseñanza, es un texto que aprendimos en la infancia, que podemos recitar de memoria, pero que muy pocos leen e interpretan bien. Creo, con el máximo respeto por esta hermosa tradición, que es uno de los escritos más castigados de generación en generación por malos lectores, tolerados gracias a la complacencia de la mayoría de los oyentes.
No he escuchado ni una sola lectura de la Novena en la cual el respectivo lector no incurra en disparates. Por los canales de televisión están transmitiéndola en las tardes y noches. No faltan las emisiones radiofónicas. Y en dondequiera que la lean, desde los hogares hasta los espacios públicos, siempre hay el niño, el mayor de edad, la abuelita o el presentador oficial que, sobre todo en los gozos, hablan de la “raíz sagrada de José, que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo”, cuando el aludido debe ser Jesé, el personaje bíblico veterotestamentario de la época de los jueces. Así mismo dicen “vida de mi vida, mi sueño adorado”, cuando es “mi dueño adorado”, o “ven ante mis ojos”, cuando es “véante mis ojos”, o, el caso hasta chistoso, de “ya la oveja bizca, ya el cordero manco”.
Errores y resabios que se multiplican, en las tiernas pero distorsionadas Aspiraciones para la venida del Niño Jesús, como en las oraciones previas a la Virgen, a San José (muchos cambian, por cierto pudor, la palabra putativo, por adoptivo) y al mismo Niño, a quien se atribuyen “estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y de Oriente”. Para no citar las alteraciones de la conjugación, cuando se mezclan las personas en plural y en singular y el tuteo y el voceo, como en “sois”, “dijisteis”, “exponeros”, “acogereis”, etc.
La deficiente lectura de muchísimos colombianos se debe, en gran parte, a la indulgencia con los malos lectores de textos tradicionales. Se les celebran las equivocaciones. Con todo, la Novena es una bella tradición que nos refresca los momentos más gratos de la vida en familia. En casa, prefiero la lectura poética del final de la octava jornada, la de hoy: “La bóveda de los cielos aparece purpurina por encima de aquellas colinas frecuentadas por los pastores. Las estrellas van apareciendo unas tras otras. Algunas horas más y aparecerá el Verbo Eterno” ■
No he escuchado ni una sola lectura de la Novena en la cual el respectivo lector no incurra en disparates. La deficiente lectura de muchísimos colombianos se debe, en gran parte, a la indulgencia con los malos lectores de textos tradicionales.