EL DESTRUCTOR DE MUNDOS
Querido Gabriel,
“Se estima que más de mil millones de mamíferos, aves y reptiles han sido afectados en el este de Australia por la catástrofe de los incendios recientes. Muchos animales y plantas han sido incinerados o sofocados por el humo o las cenizas. Otros han escapado del fuego solo para morir de hambre, cansancio o devorados por depredadores inesperados”. (www.theconversation.com, 19 de enero de este año).
¿Crees que estos hechos habrían salido en tantas partes, generado simpatía y preocupación mundial hace 30 años? Los animales y las plantas, el agua y los cielos, aún se ven en muchos foros, empresas y gobiernos como un medio para el fin del progreso material humano, pero algo está cambiando. ¿Conversamos sobre cambio climático, las posibilidades que tenemos y el rol de las empresas y personas frente a este desastre inminente? Las enseñanzas de Alexan
der Von Humboldt se incorporaron tarde, casi dos siglos y medio después, a los valores populares y aún no terminan de convencer a una buena parte de los líderes empresariales y políticos del mundo. Apenas estamos comprendiendo que la naturaleza es un sistema, que el hombre tiene el poder macabro de cambiar el clima y de ser culpable de una nueva gran extinción masiva de especies. En su libro, El Planeta Inhóspito, David Wallace-Wells, que estuvo en el Hay Medellín, nos empuja hacia esta realidad sin medias tintas.
El cambio climático no está en el futuro, ya es devastador. Año tras año aumentan las megatormentas, los veranos mortales y las inundaciones que dejan a miles sin hogar ni comida. Los incendios en los países con inmensas planicies o grandes bosques se desatan fácilmente en la temporada seca, como hemos visto en California, Australia, la Amazonia y las planicies africanas. ¡Y vendrán más!
Estos cambios, son, dice Wallace, irreversibles en el corto plazo. Kioto no sirvió para nada y París se está incumpliendo. El mundo será cada día más difícil de habitar. Los científicos ya hablan de adaptación, por ser algo que no se puede frenar y que requerirá de muchísimos años para recuperarse. ¿Crees que nos debemos quedar así, tan orondos, y ver que nuestra generación simplemente no estuvo a la altura de las responsabilidades que los tiempos le otorgaron?
Si el aumento de la temperatura global en un grado ha traído estas consecuencias, dos o tres grados más podrían ser infernales. Las consecuencias en las fuentes de agua, en los oceános, en la calidad del aire, en la salud pública, en la economía y la paz global serían brutales. Lo más grave es que hemos normalizado estos cambios y los medios hablan de “desastres naturales” cuando son producto de decisiones y acciones humanas.
¿Crees que sea posible aún virar antes de que el barco choque contra el iceberg? ¿Será posible que empresas, comunidades y gobiernos nos activemos y comprendamos que este no es un asunto delegable a las siguientes generaciones o la innovación tecnológica? ¿Entenderemos que dependemos de los cambios de nuestros hábitos de movilidad, alimentación, consumo y producción?
¿Estaremos listos para adaptar nuestros valores sobre qué significan progreso y éxito para impedir que millones sufran y perdamos “la poesía de la naturaleza” de la que hablaba Humboldt? ¿Actuaremos contudentemente o encarnaremos cada mañana, como un mantra, aún sin ser conscientes, ese pasaje del Baghavad- Gita: “Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”? ■
¿Estaremos listos para adaptar nuestros valores sobre qué significan progreso y éxito para impedir que millones sufran y perdamos “la poesía de la naturaleza” de la que hablaba Humboldt?