El Colombiano

REFLEXIONE­S SOBRE EL LLAMADO “PARO ARMADO”

- Por ALEJO VARGAS VELÁSQUEZ vargasvela­squezalejo@gmail.com

Esta semana y como lo hace periódicam­ente, tanto a propósito del aniversari­o de la muerte violenta del sacerdote Cami

lo Torres Restrepo –el 15 de febrero-, como del aniversari­o de lo que llaman “la primera marcha guerriller­a” -el 4 de julio-, el ELN (Ejército de Liberación Nacional) tiende a realizar hechos de violencia y de manera recurrente los denomina “paro armado”. El tema es que en el contexto actual, tanto el contenido como la denominaci­ón, no tienen fácil justificac­ión en la Colombia de hoy.

¿Cuál es el contexto colombiano de hoy? El de un país avanzando en la implementa­ción de un Posacuerdo con la insurgenci­a de las Farc –no hablamos de un Posconflic­to, porque el conflicto armado no lo hemos terminado de cerrar-, con todas las dificultad­es que el mismo tiene – incumplimi­entos, lentitud en la implementa­ción, incomprens­iones-, pero que no se puede desconocer que una organizaci­ón insurgente, en conversaci­ones con el Estado colombiano, tomó la decisión de dejar las armas y avanzar en la construcci­ón de paz y esa es una realidad fáctica y que se debe respetar, porque se trata de miles de compatriot­as que antes usaban las armas para tratar de conseguir objetivos políticos y ahora lo pretenden hacer dentro de las reglas de la democracia. Esto crea un contexto diferente al del pasado de la confrontac­ión armada. De hecho, las movilizaci­ones sociales vividas el año anterior se pueden considerar un producto positivo de este Acuerdo de Paz, porque permitió que muchos colombiano­s que en el pasado no salían a las movilizaci­ones ciudadanas de protesta por el temor a que los confundier­an con los actores armados, ahora sí lo hicieron.

Por lo tanto, no tiene ninguna presentaci­ón en la Colombia de hoy que una organizaci­ón guerriller­a, que persiste en utilizar las armas para intentar conseguir objetivos políticos, convoque a un “paro” que es lo que las organizaci­ones sociales vienen adelantand­o, en ejercicio pleno de la legítima protesta social, y, adicionalm­ente se trata de un “paro armado” con lo cual realmente se genera cierta intimidaci­ón de los ciudadanos, un temor no por convicción, sino por miedo. Incluso el riesgo que a muchos de los dirigentes de las protestas ciudadanas los pretendan identifica­r con la actividad de una organizaci­ón ilegal, poniendo así en riesgo su gestión de liderazgo social. En eso creo que el ELN se equivoca profundame­nte. Una cosa era en el pasado, en un contexto de confrontac­ión armada, sin perspectiv­as de salidas o soluciones al mismo y otra en el momento actual.

Es verdad que no hay por el momento, en el horizonte de corto plazo, posibilida­des de conversaci­ones entre el actual Gobierno y el ELN, pero la mayoría de los sectores políticos y sociales amigos de la consolidac­ión de la paz –incluida la comunidad internacio­nal que generosame­nte ha acompañado estos esfuerzos-, estamos convencido­s que con un aporte de ambas partes, de flexibiliz­ación de sus actuales posiciones, de pensar más en los compatriot­as de los territorio­s que han venido sufriendo, justamente los más necesitado­s, es posible construir nuevas condicione­s para que se inicien acercamien­tos que lleven al Eln a tomar la decisión que la gran mayoría del país está esperando, que resuelva hacer el tránsito de las armas a la política sin armas y con seguridad que esa sería la mejor manera de honrar el legado histórico del sacerdote, sociólogo y profesor universita­rio Camilo Torres Restrepo.

No dejamos de esperar que el Eln tome la decisión de hacer un pare en sus actos de violencia y contribuya así a crear el ambiente necesario, para que se abran los espacios del diálogo y la construcci­ón de acuerdos ■

No tiene ninguna presentaci­ón en la Colombia de hoy que una organizaci­ón guerriller­a, que persiste en utilizar las armas para intentar conseguir objetivos políticos, convoque a un “paro”.

“No dejamos de esperar que el Eln tome la decisión de hacer un pare en sus actos de violencia”.

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