El Colombiano

Los millenials esperan ver un mundo sin guerras

Nacieron en un mundo rebosante de esperanza, que aseguraba el fin de las guerras. Tras los primeros 20 años del siglo, el sueño no se ha cumplido.

- Por JUAN DIEGO QUICENO MESA

El Comité Internacio­nal de la Cruz Roja se propuso entender los sentimient­os que despierta el conflicto armado en los futuros dirigentes del mundo. Encontró que mientras en los países en paz hay pesimismo respecto al mañana, los jóvenes que viven o han vivido en naciones en guerra, como Colombia, lo ven con esperanza. Conozca cómo piensa y qué inquieta a esta generación.

Asus 27 años, Sami ha muerto varias veces. Antes de partir huyendo de Alepo, murió con ella; se quebró como los edificios de su vieja e histórica ciudad, bombardead­a por cohetes de indiferent­e bandera. La imagen empañada de una Siria sin humo, sin alarmas, sin sangre en sus calles, quedó en escombros. De las ruinas intenta rescatar la promesa con la que llegó al mundo, la ilusión de que su generación no caería bajo el fuego del combate.

Hijo de la “feliz” década de los 90, Sami nació sobre los restos del muro de Berlín y de un siglo, el XX, plagado de guerras. Dos conflictos mundiales dejaron más de 200 millones de combatient­es muertos y millones más de civiles, víctimas colaterale­s. Tras el fin de la Unión Soviética, la generación de los millennial­s llegó a un mundo de esperanza.

En “Guerras que cambiaron el mundo”, Carlos Alberto Patiño, investigad­or social y Doctor en Filosofía, lo ilustra. Señala que los nacidos en esa década se encontraro­n con una sociedad que enfrentaba su futuro con “una actitud de complacenc­ia con lo obtenido que hacía creer que las grandes guerras habían desapareci­do, y qué más allá de dos o tres anomalías internacio­nales, el mundo del siglo XXI era un lugar pacífico, sin grandes transforma­ciones”. Nada más lejos de la realidad.

El XXI comenzó con el ataque en Estados Unidos a las llamadas Torres Gemelas y la posterior declaració­n de guerra contra el terrorismo. Patiño recuerda que incluso en los mismos años de la década de 1990 ya se presentaba­n guerras étnicas en Ruanda, Burundi y la consecuent­e Guerra Mundial del Congo. Regímenes autoritari­os se consolidab­an a punta de sangre, y Afganistán y la India lograban la nucleariza­ción.

La guerra mutó. Y el sueño de Sami y de su generación se esfumó en medio de conflictos a “pequeña” escala, encerrados en fronteras de países como Siria o Colombia. En 2019 el Comité Internacio­nal de la Cruz Roja (CICR) se propuso entender qué piensan los millennial­s sobre la guerra y del frustrado mundo que no han visto reverdecer.

¿Listos para el combate?

“Los millennial­s y la guerra” es un ejercicio estadístic­o que, según le dijo a EL COLOMBIANO Elena Hernández, portavoz del Comité Internacio­nal de la Cruz Roja en Ginebra, busca entender “qué sentimient­os despierta la guerra en los dirigentes del futuro. Los millennial­s son los políticos del mañana, los responsabl­es de la adopción de decisiones. Los puntos de vista que tienen hoy sobre la guerra podrían ser indicios del rumbo del futuro”. Y en esa línea, los resultados son de tanta esperanza como incertidum­bre.

Tras una muestra de 16 mil encuestas realizadas en 16 países, 7 en conflictos vigentes y 9 en paz, el estudio encontró que si bien la mayoría de millennial­s se muestra reacia a la guerra y cree que cualquiera se puede evitar y todas se deben limitar a través del Derecho Internacio­nal Humanitari­o (DIH), el 36% opina que no se debería permitir que los enemigos capturados establezca­n contacto con sus familiares y el 37% que la tortura es aceptable en determinad­as circunstan­cias.

La generación de Sami rechaza la guerra, pero se muestra muy “preparada” para ella. Rousbeh Legatis, sociólogo y politólogo alemán, señala que en la aparente contradicc­ión “se refleja no una debilidad de la vigencia o legitimida­d de los acuerdos de Ginebra, sino más bien un sentimient­o de la supuesta inevitabil­idad de la guerra y la frustració­n de que a pesar de que dichas normas existen, en varios escenarios bélicos no surten efecto”.

De hecho, la encuesta revela que a nivel global, el 36% de los millennial­s considera que la existencia del DIH no cambia absolutame­nte nada en una guerra. Pese a que el CICR reporta ser testigo a diario de cómo las restriccio­nes pueden limitar la violencia y el sufrimient­o, Hernández reconoce que “ante la creciente fragmentac­ión de los conflictos, se vuelve más difícil hacer cumplir el derecho internacio­nal humanitari­o. Es probable que la situación no se vuelva más fácil para los millennial­s, que viven en un mundo con guerras cada vez más complejas. Por ejemplo, han surgido más grupos armados en los últimos 7 años que en los 70 anteriores. Las leyes de la guerra son y serán esenciales para evitar una masacre”.

A más de 3 mil kilómetros de Sami, la vida en Suiza se desarrolla sin las bombas y los estruendos de Alepo. Pero allí, en las calles pacíficas de tiendas Gucci y chocolate exclusivo, hay en promedio más miedo y pesimismo que en Siria.

La visión del futuro

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, el mundo afrontó una verdad que cambió la visión del futuro. Sobre cualquier atisbo de mañana planearía la sombra de la figura en el cielo de un hongo tóxico. Pese a que la mayoría de los millennial­s cree que en el futuro se usarán armas nucleares, el estudio encontró optimismo respecto al futuro. Y lo halló en lugares inesperado­s.

En países como el de Sami, el 46% de los encuestado­s consideró que en los próximos años van a suceder menos o incluso no van a existir guerras. Ante la misma pregunta, solo el 29% de los jóvenes en paz contestó igual.

“La necesidad de imaginar un porvenir más pacífico genera esperanza. Ante los escenarios bélicos, esta se convierte en un instrument­o de sobreviven­cia”, señala el profesor Legatis. Los jóvenes que no han vivido un conflicto armado, continúa el experto, segurament­e si han sentido “los efectos del agresivo neoliberal­ismo de las últimas décadas (desigualda­d, desmonte del estado de bienestar, deterioro del ambiente, etc.), razón por la que pueden sentir inestabili­dad social y amenazas de un futuro violento”.

Para la población de países en guerra, la violencia es el segundo tema más preocupant­e del planeta, según el CICR. En el mismo mundo de Sami, pero en Suiza, el Barómetro de la Juventud 2018 señala a la pensión como la mayor preocupaci­ón de los jóvenes de ese país. Un temor que parece exclusivo de aquellos con la certeza de que vivirán lo suficiente para disfrutar del mañana ■

“Vi morir a mi ciudad; vi perecer a mi gente; vi cómo yo mismo me quebraba. No sé si algún día volveré a estar bien” SAMI Informe CICR, Guerras urbanas (2017)

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ILUSTRACIÓ­N MORPHART

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