LA PSICOLOGÍA TIENE SU PUESTO EN EL PORVENIR
No me pasa por la mente la posibilidad de que la psicología pueda figurar entre las profesiones a las que está sentenciándose a extinguirse ante el advenimiento de la inteligencia artificial en la Cuarta Revolución Industrial. Hay actividades humanas que están periclitando y pueden desaparecer porque sus funciones van siendo asumidas por robots, como lo ha vaticinado Klaus Scwab en sus obras. La lista es muy conocida y empieza por oficios que no requieren la acción directa de individuos. Pero sería la derrota final del ser humano si una disciplina esencial, que se concentra en los enigmas y profundidades de la mente, la asumiera una máquina. Los resultados de un tratamiento clínico serían desastrosos si dependieran sólo del dictamen de un algoritmo y no de una relación segura entre psicólogo y paciente.
Ese es el principal argumento para defender la pervivencia de la psicología como profesión básica situada entre las ciencias sociales y de la salud. Hablo de la clínica, una de sus especialidades primordiales. Lo mismo puede afirmarse de las otras ramas, como la organizacional y la del deporte, por ejemplo. Sustituirlas o delegárselas a programas artificiales, por más inteligentes que parezcan, equivaldría a dejarlas sin alma y convertirlas en prácticas materiales de pronóstico incierto y peligroso. No quiero imaginarme un robot al que se le asigne la responsabilidad de tratar episodios de depresión o casos de riesgo de suicidio. Por más datos y elementos teóricos de valoración que se le almacenen a ese cerebro electrónico, no dispondrá de la facultad de diagnosticar y tratar situaciones que requieren capacidad de elaborar juicios de valor ajustados a cada caso específico y único o de tomar decisiones éticas y humanas.
Comprendo el malestar que ha causado entre los psicólogos la declaración de la Vicepresidenta, Marta Lucía Ramí
rez, al recomendarles a unas jóvenes que aspiraran a profesiones distintas de la psicología. Pero tampoco debe exagerarse al cuestionar la que habría sido, cuando más, una ligereza. No es para tanto. La Vicepresidenta es inteligente y culta y estoy seguro de que no pretendió descalificar la formación de psicólogos. Cuando una carrera llega a tener abundantes programas universitarios (en Medellín hay más de diez facultades y en el país más de ochenta) y por consiguiente gradúa a más egresados de los que tal vez se esperaban, es preciso actualizar su pertinencia y pensar en una planeación más acorde con las reales necesidades de la sociedad y sus regiones, más todavía en un país que exhibe crecientes y, por qué no, alarmantes problemas y desajustes en materia de salud mental, que requieren tratamiento urgente y eficaz. Esta es responsabilidad de universidades, agremiaciones, sociedad y gobierno. Que la psicología tiene su puesto en el porvenir, es obvio ■
Sería la derrota final del ser humano si una disciplina esencial, que se concentra en los enigmas y profundidades de la mente, la asumiera una máquina.