Mover la moda para mantener la paz
¿Como nace esta idea?
”En 2016, en el proyecto Maestros Costureros, hice un acompañamiento a personas sobrevivientes del conflicto. Quedamos muy enganchados. La máquina de coser que había en casa, el botón o el ruedo que cosimos es el hilo conductor que nos unió. Este oficio nos puso en el mismo plano y desapareció todo lo demás”.
¿Y lo de los uniformes de la policía?
“A ellos les dan tres dotaciones al año y ¿qué hacen con los uniformes viejos? Los queman o pican. No son prendas que puedan regalar para que usen otras personas, son de uso restringido. Al pensar qué hacer con ellos tocamos varias puertas. La Unión Europea me presenta a la Corporación Mundial de la Mujer, yo llamé al Grupo Éxito y todo se fue dando para que esta cadena de economía circular se diera”.
¿Cómo se organizó el trabajo?
“Recogimos 1.800 uniformes en un camión, los llevamos a la lavandería. Se desnaturalizó cada prenda (quitarles las insignias), se descosieron, se plancharon. Diferentes piezas sirven para diferentes accesorios. Cuando ya todo estaba separado, se repartió en los talleres”.
Hubo otro impacto además del ambiental...
“En la confección de las prendas trabajaron desplazados, víctimas, desmovilizados, reinsertados y personas en proceso de reincorporación, algo increíble”.
¿La moda puede ayudar en un momento de confrontación?
“Es un vehículo de comunicación, una herramienta para transformar”.
¿Qué piensa de la moda sostenible?
“Hay que trabajar en ella, no hay salida, no se puede tapar el sol con las manos”.