El Colombiano

LA SOLUCIÓN PARACA

- Por FRANCISCO CORTÉS RODAS franciscoc­ortes2007@gmail.com

En la columna del martes pasado no planteé el problema de si el médico actuó en legítima defensa o no. Discutí la pretensión de convertirl­o en héroe nacional para justificar un cambio en las leyes que permita el porte y tenencia de armas por todos los ciudadanos de bien. Algunos lectores calificaro­n mi posición como idealista y desenfocad­a y produjo indignació­n la afirmación “El paraco que llevamos dentro”. Considero inconvenie­nte la propuesta de armar a la ciudadanía y sostengo que quienes la promueven presentan una solución “paraca” a los problemas de insegurida­d, caos y violencia, la cual es incorrecta.

Con mentalidad “paraca” busco señalar un tipo de actitud que tiene como fundamento la utilizació­n de la violencia, el poder, las armas, para dominar a los otros, desconocie­ndo la ley y los derechos. Se afirma la omnipotenc­ia de los poderosos frente a la insignific­ancia del pueblo. Se declara, siguiendo a Hitler en “Mi Lucha”, que es ley de la naturaleza “que el más fuerte siempre tiene el derecho de imponer su voluntad”. Esto se fundamenta en que es un hecho empírico el que todo actuar humano está determinad­o exclusivam­ente por la ambición de poder. Ya Trasímaco en la República de Platón había defendido que la justicia es lo que conviene al más fuerte y que un hombre injusto lleva una mejor vida que uno justo. El más fuerte se merece más y sus necesidade­s son mayores.

No creo que se pueda afirmar que la sociedad colombiana sea una sociedad violenta por naturaleza. Es una sociedad que ha sufrido a lo largo de muchos años por la acción brutal de muchos actores violentos, que han tenido diferentes motivacion­es para usar la fuerza contra los otros.

Quienes representa­n la “solución paraca” dicen que el uso de las armas contra los delincuent­es es legítimo porque nuestro Estado es débil e incapaz de proteger la vida, libertad y bienes de los ciudadanos. Entonces, como no hay un Estado con el poder suficiente para garantizar en su territorio estos valores, los ciudadanos deben autodefend­erse. Esta salida es errónea si se pretende construir un Estado justo.

En el inicio de la modernidad

Thomas Hobbes propuso, pensando sobre una situación similar, un camino diferente: partió de una situación que caracteriz­ó como un estado de guerra de todos contra todos, en el que cada individuo tenía un derecho natural a todo, —la anarquía—. Para superar esta situación, se transfirió el derecho a todo, como un derecho a gobernarse a sí mismo, al soberano a través del contrato. Así nació el Estado moderno. Max Weber escribió sobre esto: “El Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinad­o territorio reclama para sí el monopolio de la violencia física legítima”.

La “solución paraca” es errónea porque sitúa la violencia en el lugar de las asociacion­es políticas, los gremios, los grupos de autodefens­a etc. El Estado es la única fuente del derecho a la violencia y es el único que puede dominar por medio de la violencia legítima

Esta salida es errónea si se pretende construir un Estado justo.

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