TEMA: BIENES DE FARC
Los acuerdos con las Farc son de doble vía: el Estado garantiza el paquete de la reincorporación y la Farc se compromete a responder a las víctimas. Pero la guerrilla aún ni siquiera entrega bienes.
“Los acuerdos con las Farc son de doble vía: el Estado garantiza el paquete de la reincorporación y la Farc se compromete a responder a las víctimas. Pero la guerrilla aún ni siquiera entrega bienes”.
Por qué la entrega de bienes de las disueltas Farc no ha estado convertida en una bandera firme en el discurso y la gestión de la hoy Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, que representa a los excombatientes y su proyecto político?
Solo cuando se advierte que de los 500 mil millones de pesos, en que se estima ese patrimonio, solo se ha devuelto el equivalente a 3 mil millones, aparece un comunicado de la Farc para culpar al Gobierno Nacional de trabas administrativas para adelantar dicha entrega. Ni las víctimas, destinatarias de la reparación, ni el país, espectador de dicho proceso, creen que en esta falta de agilidad y voluntad el Estado sea el mayor responsable.
Quienes tienen “en su cabeza las cuentas millonarias” de la fortuna de las Farc son sus propios comandantes, los mismos que siempre administraron con gran eficacia una máquina de guerra irregular que se mostraba voyante para dotar a sus frentes de armas, equipos logísticos y demás medios de subsistencia.
Una tardanza que nunca se descubrió para enfrentar y dañar a la Fuerza Pública y a la sociedad colombiana, en más de 50 años de confrontación, es impensable hoy al momento de mostrar voluntad política y ejecutar medidas concretas de reparación para atender a las víctimas de tantos crímenes de lesa humanidad.
Es importante la devolución de estos bienes para que sean monetizados y destinados, con rigor y selectividad, a sufragar parte de los procesos de compensación del dolor y la destrucción entre cientos de miles de civiles alcanzados por la brutalidad de los ataques de las Farc. Incluso, es más importante su efecto simbólico de sanación y reconciliación, ante los costosísimos recursos que debe garantizar el Estado en la atención integral de las víctimas.
Pero hay advertencias ya desde algunos exjefes de las Farc de que, por ejemplo, bienes como los semovientes (ganado vacuno y otros) se perdieron en esta larga espera de contabilidad y entrega, y que quedaron en manos de oportunistas y de los mismos grupos armados irregulares que aún gravitan en las zonas dejadas por esa guerrilla.
Es penosa la contabilidad de la devolución ejecutada, según el mismo partido Farc: la entrega del oro va en el 63 %. La de muebles y enseres va en el 12,2 %. La de animales, 60,6 %, y la de inmuebles, la más crítica, apenas alcanza el 4,4 %.
Está fijada, en el decreto 205, el 30 de julio próximo como fecha límite para la entrega total de los bienes inventariados, con una comisión que cada dos meses debe hacer balances de seguimiento. La Farc no puede escudarse ahora en que se desatendió su llamado a la “recepción urgente de los bienes”.
Además de los deberes pactados con el Estado colombiano en la entrega de estos bienes, en el marco de los acuerdos, a los exguerrilleros los rodean los ojos de la comunidad internacional, de los ciudadanos y de las víctimas, frente a un acto de concreción de sus responsabilidades de reparación.
No es exigible que el Gobierno Nacional reciba tantas, y a veces tan infundadas críticas de ciertos sectores “por incumplir los acuerdos”, cuando del lado de la Farc se manifiestan esta lentitud y descuido de sus compromisos. Son suficientes las preguntas sobre la verdadera riqueza que acumularon las Farc, y que no se refleja en este inventario, como para que se sume a ello una defraudación que se parece más a otra de las burlas de sus cabecillas a todos los actores de un proceso de paz tan largo y cuestionado