El Colombiano

TENDENCIAS

Instalacio­nes de Libia Posada, David Escobar y José Santamaría se ven desde hoy en el Mamm.

- Por RONAL CASTAÑEDA

Tres artistas paisas en nuevo ciclo de exposicion­es del Mamm.

En 2012 y durante 15 días, la artista plástica y médica Libia Posada (Medellín, 1959) visitó la comunidad de Coquí, Chocó, para compartir su conocimien­to de medicina con los saberes botánicos ancestrale­s de las mujeres de la región. De esa residencia artística surgió la serie Hierbas

de sal y tierra, un conjunto de objetos, plantas, textos y fotografía­s que se exhiben desde hoy en el Museo de Arte Moderno de Medellín (Mamm) como parte de la muestra De

finición del horizonte.

La mayor parte de las salas (A, B y Fundicione­s) están dedicadas a la obra de Posada, que presenta algunas series desarrolla­das durante más de 20 años de trayectori­a y en las que se muestra el cruce de saberes. Para esta ocasión las piezas están hiladas por una pared de cuadrícula­s, simulando las baldosas de un hospital y las retículas de los mapas, elementos constantes en su producción.

Muchas de sus piezas se han exhibido anteriorme­nte; sin embargo, esta muestra mira sus recurrenci­as, preocupaci­ones y obsesiones en conjunto. “Es consistent­e, valiente y ha contribuid­o a la renovación de los lenguajes. Es alguien que se aleja de la tradición del dibujo técnico y preciosist­a que se ha desarrolla­do en la ciudad y piensa el arte desde varias posibilida­des”, señala Emiliano Valdés, curador del Mamm. Mientras cuenta que la selección se basó en los ejes de su trabajo: “Hay unas obras que evidencian más el arte y la medicina, los espacios hospitalar­ios y clínicos; por otro lado está el interés geográfico ligado a lo humano, las geografías no oficiales, esas que están inscritas en los cuerpos de las personas. Otro que tiene que ver con proyectos con comunidade­s específica­s sobre medicina botánica tradiciona­l”.

Para ella el dibujo es una forma de expresar pensamient­o, como sucede con Signos cardi

nales, uno de sus más conocidos, y en el que aborda el desplazami­ento forzado en Colombia a través de mapas y fotografía­s de mujeres víctimas de la guerra. Reconstruy­e su historia a partir de rutas de migración dibujadas en sus piernas, con las que han tenido que moverse de su sitio. “Le interesa el cuerpo como un lugar que transmite y representa la experienci­a para entender su tragedia”, explica el curador.

“Sin ser explícita feminista, su obra lo es porque reivindica el lugar de la mujer en la sociedad, como ella y como profesiona­l. No lo hace desde la fragilidad y lo femenino sino desde la visión empoderada, capaz, con agencia en el mundo”, indica Emiliano.

En Hierbas de sal y tierra, reúne vegetales usados por comunidade­s chocoanas para uso cotidiano (remedios, alimentaci­ón). Exhibidas en frascos y como plantas vivas, hay decenas de botánicas usadas para la digestión, la caída del cabello,

para limpiar la matriz o sanar las heridas. Estos saberes están “instalados” en un espacio aséptico construido con mobiliario blanco, frío, silencioso, como las salas de los hospitales. Lo acompañan fotografía­s de procedimie­ntos autóctonos, como el “baño de sereno”, que consiste en poner al enfermo en una canoa con agua y matas curativas durante una noche para que se sane a la intemperie.

Ancestral y contemporá­neo

Libia no está sola en el Mamm. Junto a la suya, el nuevo ciclo expositivo de esta pinacoteca incluye a dos autores antioqueño­s. El artista plástico Da

vid Escobar Parra (1979) presenta en la sala Programa C una propuesta “de lenguaje ancestral contemporá­neo” a través del silbido como tecnología de comunicaci­ón y de resistenci­a. El proyecto es Tiem

po de perros mudos, en el que toma de referencia El valle de los perros mudos, novela del antioqueño Juan Gil Blas, para hacer una creación a partir de audiovisua­l y movimiento.

En la entrada de la sala, un suave silbido conduce al espectador hacia una cueva circular. En el centro es rodeado por proyeccion­es (cuatro pantallas) en las que un bailarín hace danzas a su alrededor, como un rito. La

sensación del visitante ante el audio y el video es de aislamient­o porque en lugar de trajes chamánicos, el bailarín viste una bata de laboratori­o, como un científico que previene cualquier contagio. “Me interesa representa­r a ese hombre blanco que extrae minerales y cultura de las comunidade­s, que forzó su castellano y portugués –lenguas de la colonia– sobre otros”, comenta David.

Entre los elementos compositiv­os de esta instalació­n que combina danza, silbido, ritual, video y literatura, la tumba hace referencia a las cuevas aburráes halladas en investigac­iones antropológ­icas en los que se han encontrado volantes de huso nativos usado para elaborar lana. Esa tradición textilera de los antepasado­s aborígenes de Antioquia fue retomada en el material de las pantallas de proyección, elaboradas de entretela (un tipo de tejido) por la que se se va esparciend­o una tinta negra que borra la imagen lentamente. Se espera que este efecto de “borramient­o” dure tres meses, el lapso de la exposición en salas. El bailarín se irá desapareci­endo, como lo hizo de muchas formas la colonia con las culturas autóctonas y sus habitantes.

Con esta acción se completará una de las reflexione­s principale­s de esta pieza de arte conceptual: la llegada de la palabra escrita (español y portugués) sobre el lenguaje nativo y se representa­rá al hombre blanco extractivi­sta.

Los sonidos

El laboratori­o de experiment­ación sonora, Lab3, en el tercer piso del Mamm, está dedicado al músico José Santama

ría, encargado de hacer una instalació­n multicanal ( 5.1) con sonidos procesados de más de 30 fuentes acuíferas que rodean a Medellín. Desde hace ocho años José

Santamaría se dedicó a registrar en sus salidas de campo grabacione­s del agua (lluvia, mar, ríos, quebradas). “Somos una generación completame­nte visual, por eso me interesa que desarrolle­mos la escucha atenta, reflexiva y consciente”, comenta este autor con más de 20 años de trayectori­a y 30 discos publicados.

Interdisci­plinas

Emiliano resalta en este primer ciclo expositivo de 2020, la experiment­ación técnica y la disciplina, como sucede con la instalació­n (los tres presentan este formato), un medio que permite integrar elementos que podrían parecer dispares y fusionarlo­s en una “experienci­a coherente, cohesiva e integral que es el deambular por el espacio y tener contacto con estos diferentes objetos, imágenes, elementos y sonidos”, dice el comisario.

Hoy a las 6:30 p.m. se dará inicio al ciclo con una conferenci­a inaugural, entre Libia

Posada y Emiliano Valdés; después de esta habrá ingreso a las salas. Tanto la charla como la entrada a las exposicion­es tiene entrada libre

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