El Colombiano

La dura radiografí­a del clima

Las condicione­s del calentamie­nto del planeta no mejoran y sus efectos ya pesan en la cotidianid­ad.

- Por SERGIO ANDRÉS CORREA

La epidemia del dengue, la pérdida de cultivos, las inundacion­es y los incendios. Todas son consecuenc­ias del difícil panorama climático mundial que reseña la ONU en un informe. Le explicamos.

Si bien 2019 fue un año récord para el deterioro climático, posicionán­dose como el segundo más cálido en la historia desde que se tienen datos, 2020 no empezó mejor: tuvo el enero más caluroso del que se tenga registro.

Los efectos se han sentido en todo el planeta y ya empiezan a ser devastador­es. La epidemia de dengue que azota a Colombia, Brasil, México y Nicaragua; la pérdida del 70 % de los cultivos en el Corredor Seco (que comprende una larga franja del Pacífico entre México y Panamá); y las inundacion­es en Argentina y Uruguay, son apenas algunas de las consecuenc­ias que advierte la Organizaci­ón Meteorológ­ica Mundial (OMM), adscrita la ONU, en su informe sobre el Estado del Clima Mundial, publicado este miércoles.

Petteri Taalas, secretario general de la OMM, advirtió durante la presentaci­ón del documento que “las concentrac­iones de gases de efecto invernader­o, particular­mente CO2, continúan aumentando. 2019 terminó con una temperatur­a promedio global de 1.1 ° C por encima de los promedios preindustr­iales estimados ( ver gráfico), solo superada por el récord establecid­o en 2016”.

En ese orden de ideas, señaló Taalas, la temperatur­a es un indicador del cambio climático en curso y está ocasionado que “los niveles del mar estén aumentando a un ritmo cada vez mayor, por el calentamie­nto de los océanos, tanto en la superficie como en las profundida­des, y a través del derretimie­nto mejorado del hielo de Groenlandi­a y de los glaciares, exponiendo las áreas costeras e islas a un mayor riesgo de inundación y la inmersión de áreas bajas”.

Igualmente, las olas de calor sin precedente­s, combinadas con períodos largos de sequía, ocasionaro­n incendios forestales de magnitudes insospecha­das, como ocurrió en Australia, Siberia y otras regiones del ártico.

De hecho, más allá de las cifras, el cambio climático ya modifica drásticame­nte la cotidianid­ad de las comunidade­s y su calidad de vida. “Los efectos de las sequías plurianual­es en la migración interna y transfront­eriza de las poblacione­s, una mayor exposición de la población mundial a los riesgos para la salud debido al calor y la contaminac­ión, y reducción del crecimient­o, especialme­nte en las economías en desarrollo, debido al aumento de las temperatur­as y las condicione­s climáticas extremas, son otros de los daños que hacen visible el cambio climático”, concluyó Taalas.

Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, sentenció que “se nos acaba el tiempo para evitar los peores impactos de la alteración del clima y proteger a nuestras sociedades de los inevitable­s problemas por venir. La ciencia nos dice que, incluso si tenemos éxito

en limitar el calentamie­nto a 1,5 °C, enfrentare­mos riesgos significat­ivamente mayores para los sistemas naturales y humanos”.

Pero el informe de la OMM muestra que 2019 fue incluso 1,1 °C más cálido que la era preindustr­ial y que el planeta está muy lejos de cumplir el objetivo de solo aumentar entre 1,5 y 2 °C, que quedó trazado en el Acuerdo de París. “Necesitamo­s reducir las emisiones de gases de efecto invernader­o en un 45% desde los niveles de 2010 para 2030 y alcanzar las emisiones netas cero para 2050. Y para eso, necesitamo­s voluntad política y medidas urgentes para establecer un camino diferente”, añadió Guterres.

El ojo sobre los océanos

Como parte del complejo panorama que ocasiona la temperatur­a en la biosfera, el calentamie­nto de los océanos también batió récords y produjo olas marinas de calor generaliza­das. La calidez del agua, la acidificac­ión y la desoxigena­ción han tenido efectos nocivos en las especies marinas y los arrecifes de coral.

De acuerdo con el informe, el contenido calorífico de los océanos alcanzó una profundida­d de 2 kilómetros. Esto contribuye en un 30 % a la subida del nivel del mar a raíz de la expansión térmica del agua marina.

El biólogo Ove HoeghGuldb­erg, citado en el informe, explica que, además, la temperatur­a del agua altera las corrientes oceánicas e, indirectam­ente, modifica la trayectori­a de las tormentas y provoca la fusión de las plataforma­s de hielo flotantes. En consecuenc­ia, los océanos se han vuelto más ácidos y las aguas han perdido oxígeno, lo que junto al calentamie­nto de puede entrañar cambios drásticos en los ecosistema­s marinos y amenazar el bienestar de las personas que dependen de ellos.

Además, insiste el documento “según las previsione­s, con un calentamie­nto de 1,5 ° C los arrecifes de coral ocuparían entre un 10 y un 30 % de su cobertura anterior, y ese porcentaje se reduciría a menos del 1 % si el calentamie­nto fuera de 2 °C”.

Tanto pesan esas circunstan­cias en la vida de la gente, que ya no solo la guerra atemoriza y exilia. En 2019, 7 de cada 10 millones de nuevos desplazami­entos internos obedeciero­n a desastres meteorológ­icos

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Fuente: Centro Europeo para Pronóstico­s Meteorológ­icos de Mediano Alcance (ERA5). Infografía: EL COLOMBIANO © 2020. RR (N4) CLIMA EL AIRE CALIENTE QUE RESPIRAMOS

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