El Colombiano

Compartir el carro ante emergencia ambiental. Esto debe saber.

La tecnología permite quitar barreras y ayudar a una movilidad más sostenible. Estas son algunas opciones.

- Por LAURA TAMAYO GOYENECHE

La imagen se repite: un taco que no se mueve y en casi cada carro va solo el conductor. Por eso la pregunta surge a veces: ¿y si en uno de esos de cuatro ruedas van mejor cuatro pasajeros, habría trancón? Varios estudios han demostrado un dato que parece obvio: compartir puede ser una solución para mejorar el tráfico en las ciudades y, por ahí derecho, la calidad del aire.

Uno publicado a finales de febrero por la Union of Concerned Scientists, hecho por un grupo de científico­s que trabajan temas de medio ambiente en Estados Unidos, concluyó que cuando dos personas comparten un viaje, por lo menos la mitad de su trayecto, hay un 33 % menos de emisiones que si fueran en un carro cada uno.

Hay que aclarar que la investigac­ión se fijó en el impacto que tuvieron aplicacion­es de transporte como Uber y Lyft en la calidad del aire de seis ciudades grandes de su país en 2019. La conclusión: los viajes privados de estas app contaminan 69 % más que los de personas particular­es hechos en sus autos. Esto por los recorridos que hacen para recoger a un solo usuario.

Ante la alarmante cifra los investigad­ores propusiero­n dos soluciones: incentivar el uso de eléctricos y, sobre todo, compartir los trayectos.

Esta última idea no es nueva. La profesora Daniela Rus, directora del Laboratori­o de Ciencias de la Computació­n e Inteligenc­ia Artificial del MIT, lo advirtió en una investigac­ión que hizo en 2017 sobre los viajes compartido­s. El reporte de movilidad de ese año en EE. UU. dice que los conductore­s perdieron 7.000 millones de horas por estar sentados en el tráfico y 3.000 millones de galones extra de combustibl­e quemado.

“El concepto de compartir existe hace décadas, pero solo desde hace dos años, con aplicacion­es, las personas se han dado cuenta de que pueden ahorrar tiempo y dinero; no solo eso, ayudan a mejorar la movilidad y la calidad del aire”, escribió Rus sobre el estudio para el sitio de noticias del MIT.

Así que esta es una de las posibles soluciones, tanto para quienes usan plataforma­s como quienes tienen carro. Ahora, ¿cómo saber si alguien va para el mismo sitio que yo para ocupar esas sillas que quedan vacías? En Colombia hay varias iniciativa­s: desde grupos en Facebook, chats en WhatsApp y desarrollo de aplicacion­es.

La desconfian­za primero

El consultor en transforma­ción digital Santiago VillegasCe­ballos dice que la economía colaborati­va (esa que le permite compartir su casa, carro o tiempo con un desconocid­o) ha ido mucho más lento en Latinoamér­ica porque aquí la desconfian­za del otro se hereda como un valor fundamenta­l.

“Necesitamo­s superar la idea del vehículo como un símbolo de éxito social, como otro asunto cultural clave, para recuperar las vías y la ciudad como un ecosistema que va más allá del vehículo privado. Los modelos de alquiler (en lugar de propiedad) puede que nos ayuden a entenderlo a mediano plazo”, afirma Villegas-Ceballos.

En Colombia existen apps que, bajo la idea de viajes compartido­s (ver Para saber más), quieren impulsar la idea de que personas desconocid­as vayan de una ciudad a otra juntas.

Una de ellas es Rollin. La

crearon tres ingenieros santandere­anos con el propósito de que los usuarios publiquen si van a un destino nacional y puedan encontrar quien tenga un cupo o quien lo necesita.

“Desde el comienzo hemos tenido mucho escepticis­mo porque uno no sabe si el que se va a montar es confiable y viceversa, pero trabajamos en mejorar nuestros protocolos de seguridad y verificar las identidade­s de los usuarios”, comenta César Ramírez, cofundador de la propuesta.

Desde su lanzamient­o, en mayo de 2018, Ramírez afirma que no han tenido ningún reporte por problemas de seguridad. Casi dos años después tienen 40.000 registrado­s y 10.000 usuarios activos al mes.

Laura Inés Contreras es una de ellas. La ha usado varias veces para viajar de Bucaramang­a a Bogotá y cuenta que aunque al inicio se siente un poco raro por ir ocho horas con un desconocid­o, la sensación no es de insegurida­d. “Como la aplicación te permite calificar el comportami­ento del conductor y el pasajero, eso genera un ambiente tranquilo y de conversaci­ón”.

Contreras, de 28 años, dice que “vale la pena arriesgars­e”, siguiendo protocolos mínimos como enviarle a otros los datos del carro en el que se va a viajar o incluso ir acompañado, porque ahorra dinero en las temporadas altas donde las tarifas aumentan, y siente que contribuye a disminuir su huella de carbono.

Puede estar a su lado

No solo para viajes entre ciudades. Hay iniciativa­s que utilizan las redes sociales para compartir el carro en trayectos dentro de la urbe. Unas de las más conocidas sucede en las universida­des. Grupos de Facebook como Wheels y Ucar se han hecho populares en institucio­nes de Bogotá, Medellín, Bucaramang­a y Cali. Los estudiante­s publican la hora de su clase, desde dónde salen y los interesado­s escriben en comentario­s si necesitan un cupo. Así, esas personas que antes iban a estar en los vagones del metro, terminan llenando un automóvil que estaba destinado solo para el conductor. En Eafit, por ejemplo, grupos en WhatsApp como “carpooling Poblado”, con más de 90 miembros, sirven para que los estudiante­s que viven en esta zona compartan los trayectos y hasta viajen más barato que en transporte público. Las herramient­as están y hay casos exitosos, falta que se vuelvan cada vez más comunes. Preguntar en la oficina o en el conjunto puede ser una buena opción, ese alguien que puede ocupar el puesto de la derecha quizá esté sentado cerca de usted. Piénselo incluso como compañía para conversar mientras llega a casa, o como una solución al pico y placa ambiental

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