TEMA: CORONAVIRUS
Italia se convirtió en un espejo de la gravedad que puede tener el impacto del virus en un estadio avanzado de contagio. No se trata de crear pánico sino de tomar medidas de contención firmes.
“Italia se convirtió en un espejo de la gravedad que puede tener el impacto del virus en un estadio avanzado de contagio. No se trata de crear pánico sino de tomar medidas de contención firmes”.
Es difícil combatir una enfermedad cuyo comportamiento apenas está en estudio. Pero por ello mismo se debe tomar en serio el impacto que está teniendo, hoy, sobre sociedades y naciones del mundo. Italia lleva tres días con orden de cuarentena para sus 60 millones de habitantes. España ya ve ciudades desiertas. La gran realidad es que la velocidad de propagación del Covid-19 tiene en alerta a los principales organismos de salud y sanitarios del planeta. Mensaje suficiente para que en Colombia, y en Antioquia y Medellín, se definan medidas rigurosas y claras de control.
Anteayer se conocieron los resultados de la primera investigación documentada por científicos chinos, en la revista The Lancet, con base en 191 de los casos detectados en Wuhan, ciudad donde apareció esta cepa de la gripe.
Entre las principales constataciones del informe está que el virus tiende a producir complicaciones graves en pacientes de edad avanzada y con antecedentes de problemas de coagulación de sangre y sistemas inmunológicos deficitarios, a partir de lo cual se agravan síntomas de septicemia (reacción del organismo ante una infección), lo que puede producir daños múltiples en los sistemas del cuerpo del paciente.
Según el estudio, la mayor parte de los casos mortales de Covid-19 ocurrieron en personas con hipertensión (30 %), diabetes (19 %) y enfermedad coronaria (8 %). La edad promedio de quienes murieron era de 69 años.
Más allá de estas revelaciones iniciales, tras las cuales aún hay inmensos vacíos sobre el comportamiento del contagio del virus, hay que enfatizar en la enorme responsabilidad que afronta el sistema de salud público y privado del país, así como la obligación que tienen los ciudadanos de atender las recomendaciones.
Hay por lo menos tres muy claras y sencillas: dejar de saludar de mano y de beso, lavarse las manos de manera permanente y mantener distancia prudente para evitar gotículas y otras secreciones portadoras del virus.
La escala de lo ocurrido en Italia e Irán, y por supuesto en China y Corea, envía un mensaje inapelable respecto de los costosos traumatismos que puede traer la propagación del virus: una parálisis generalizada de la vida cotidiana en todas sus ramificaciones y una emergencia que puede llegar a colapsar los sistemas de salud, su logística y capacidad instalada en hospitales, camas y sitios de convalecencia.
Ante la amenaza real que hoy es el virus, no caben los alarmismos y los pánicos, pero mucho menos la indiferencia y la inactividad (pedagógica y en estrategia operativa), en especial en contextos como los latinoamericanos -y ahí está el nuestro- que padecen limitaciones de todo tipo.
Medellín, Antioquia y Colombia deben actuar de manera responsable ante una enfermedad que está sacudiendo al mundo en sus circuitos sociales, económicos y, claro, de salud pública. El desinterés y la inacción pueden resultar bastante costosos ante ejemplos como la emergencia que hoy afrontan Europa y Asia.
El Gobierno central decretó ayer medidas de aislamiento y cuarentena. En Antioquia y Medellín, con nuevos casos detectados, hay preguntas razonables de la comunidad sobre la infraestructura sanitaria disponible y el número de camas, así como de la real capacidad de unidades de atención intensiva.
Lo que empezó como una epidemia en la periferia de nuestro horizonte geográfico, ahora cruza estas fronteras, y desde ayer es pandemia declarada por la Organización Mundial de Salud. No debe haber tiempo ni espacio para excusas ni descuidos injustificables