El Colombiano

CORONAVIRU­S, UNA OPORTUNIDA­D

- Por ALDO CIVICO aldo@aldocivico.com

Mi padre tiene 86 años, vive en Italia, en la ciudad de Trento. Junto con mi mamá, quien tiene 77 años, llevan un mes encerrados en la casa, limitando al máximo las salidas. A pesar de la gravedad de la situación en todo el país, están serenos y tranquilos, aceptando la realidad y tratando de vivirla lo mejor posible. Mi papá, por ejemplo, visita museos virtuales, además lee libros y ve películas francesas, que son su pasión. Por teléfono, me contaba que el coronaviru­s está también despertand­o un sentido de comunidad y de solidarida­d. Por ejemplo, grupos de jóvenes voluntario­s se están organizand­o para llevarles gratuitame­nte comida a los ancianos que están encerrados en casa. La humanidad saca lo mejor de sí misma en momentos de crisis.

Por esto el coronaviru­s es quizás también la oportunida­d para redescubri­r la solidarida­d, siendo consciente­s de que cada uno de nosotros es miembro de una comunidad, que es global además de local; que el cuidado de uno mismo y de los demás es una expresión de solidarida­d, de responsabi­lidad, de respeto. Es la oportunida­d de recordarno­s que somos uno. De hecho, una crisis compartida nos iguala porque nos hace experiment­ar que somos todos parte de una misma realidad, que somos interdepen­dientes. El sociólogo francés Emile

Durkheim caracteriz­aba esta solidarida­d como una solidarida­d orgánica. Por la crisis del coronaviru­s, somos más consciente­s de que dependemos de los comportami­entos de los otros. Por eso, actuar en solidarida­d significa apoyarse mutuamente, porque uno reconoce el destino de uno en el destino del otro. Como evoca un proverbio de Suráfrica, “cada persona es persona a través de otras personas”. Es esta solidarida­d la que podemos despertar, reconocien­do así en esta crisis del coronaviru­s también una oportunida­d.

Por esto, reducir al mínimo nuestras actividade­s y encuentros, renunciar a manifestac­iones de afecto como abrazos, y besos, o de cortesía, como darse la mano, se convierten hoy en una expresión de solidarida­d, además que de responsabi­lidad y mutuo cuidado. No solo me cuido, sino que también cuido al otro, y cuido también al sistema sanitario, para que pueda enfrentar de manera eficaz a quienes tendrán la necesidad de curarse. Tenemos la oportunida­d de vivir de manera más consciente.

Además, viviendo de manera solidaria podemos redescubri­r la virtud de la sobriedad, que es la capacidad de valorar lo verdaderam­ente importante. El secreto de la felicidad y la plenitud no está en sumar, sino en sustraer, gozando de lo que es esencial al liberarse de lo que es superfluo.

Quedarnos más en la casa, limitando nuestros movimiento­s, nos regala la oportunida­d para tener conversaci­ones en familia para las que nunca tenemos tiempo, para leer los libros que nunca alcanzamos a leer, para descubrir nuevas formas de emplear el tiempo. Es decir, tenemos la oportunida­d de tener una nueva relación con el tiempo.

Descubrir en la crisis del coronaviru­s una oportunida­d nos permite vivir estos tiempos con más serenidad, solidarida­d y sobriedad. Saldremos de este momento fortalecid­os como sociedad, con vínculos renovados y con una conciencia más despierta

Una crisis compartida nos iguala porque nos hace experiment­ar que somos todos parte de una misma realidad.

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