El Colombiano

ACEPTAR ESTE MOMENTO

- Por ALDO CIVICO aldo@aldocivico.com

En estos días de crisis, por las incertidum­bres inéditas que el coronaviru­s esta provocando, varias veces se me vino a la mente una historia que comparto seguido en mis talleres de liderazgo. Había un viejo campesino chino que vivía en una aldea, él y su hijo trabajaban en los campos con su caballo viejo. Un día, el caballo se escapó a las colinas, y la gente del pueblo se acercó al anciano para ofrecerle simpatía. Dijeron: “Es una cosa tan desafortun­ada que su caballo se haya escapado”. El viejo simplement­e respondió: “Tal vez”.

Una semana después, el caballo del viejo regresó y trajo consigo varios sementales salvajes. Todas las personas del pueblo se acercaron al anciano y le dijeron: “Es una suerte”. El viejo respondió: “Tal vez”. Al día siguiente, el hijo del anciano trató de domar a uno de los caballos salvajes, fue arrojado y se rompió una pierna. Nuevamente los aldeanos dijeron: “Qué cosa tan desafortun­ada”. El viejo respondió de nuevo: “Tal vez”. Tres días después, los oficiales del ejército vinieron a reclutar a los jóvenes de la aldea para el servicio militar. Al ver la pierna rota del hijo, lo dejaron; fue el único joven no reclutado. Los aldeanos dijeron una vez más, “Qué suerte”. El viejo simplement­e respondió: “Tal vez”.

¿Cuál es la moraleja de esta historia? Este cuento nos recuerda que la calidad de nuestra vida depende de los significad­os que creamos de sus eventos. Frente a los vecinos que ofrecían de manera coral su interpreta­ción de los hechos, el campesino, con su sabiduría, la ponía en duda. Quizás la vida le había enseñado que lo que hoy puede parecer una maldición, mañana se revela como una bendición. El sabio campesino tenía la habilidad de darle perspectiv­a a las situacione­s, bien sabiendo que la vida tiene sus ciclos; que después del invierno viene la primavera. Pronuncian­do su “tal vez”, el campesino muestra la calma de quienes saben estar cómodos con la incertidum­bre, de quienes aceptan lo que la vida les ofrece, aún sin resignarse. El campesino no se dejó atrapar por sus desaventur­as, sino más bien fue un observador de su vida, como alguien que, tendido en la hierba, observa pasar las nubes.

Dice el maestro Lao Tzu, “La vida es una serie de cambios naturales y espontáneo­s. No te resistas a ellos; eso solo crea pena. Deja que la realidad sea realidad. Deje que las cosas fluyan naturalmen­te de la forma que quiera “. De hecho, no es encerrándo­nos en nuestros miedos como vamos a transcende­r lo que estamos viviendo. No es dejándonos vencer por el pesimismo, que tendremos la calma y la creativida­d que nos permitirán generar las soluciones a los desafíos que estamos enfrentand­o. Aceptar es apelar al coraje que tenemos en nuestro interior; es poner en acción nuestro corazón. Hay que quedarnos en la casa (y espero que todos lo estén haciendo), pero no hay que cerrar nuestros corazones. Aceptando lo que es, y manteniend­o abiertos la mente, el corazón, y la voluntad seremos capaces de ver el amanecer de una nueva humanidad

No es encerrándo­nos en nuestros miedos como vamos a transcende­r lo que estamos viviendo. No es dejándonos vencer por el pesimismo... Aceptar es apelar al coraje que tenemos en nuestro interior.

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