El Colombiano

¿Los hipopótamo­s tienen función ecológica o no?

- Por AGENCIA SINC JUAN ANTONIO SÁNCHEZ

Aunque se consideran especies invasoras, científico­s recalcan su importanci­a para restaurar lo que hacían otras ya desapareci­das.

Los cuatro hipopótamo­s que había traído a su zoológico privado (algunos dicen que solo fueron dos) permanecie­ron en un estanque de la hacienda Nápoles cuando el narcotrafi­cante Pablo Escobar fue asesinado en 1993. Con los años, el número de estos animales que logró llegar a los ríos colombiano­s aumentó hasta alcanzar los 80 o 100 ejemplares.

Tanto la comunidad científica como la sociedad vieron en estos grandes herbívoros especies invasoras sin derecho a vagar libremente por el continente sudamerica­no. Sin embargo, un equipo internacio­nal de científico­s, liderado por el Centro para la Conservaci­ón Compasiva de la Universida­d de Tecnología de Sidney (Australia) y con la participac­ión de la Universida­d de Alcalá, desafía esta opinión.

Estos hipopótamo­s, entre otros herbívoros mayores de 10 kilos ya introducid­os, pueden restaurar importante­s funciones ecológicas que cumplía la megafauna extinta como mamuts lanudos, perezosos gigantes y bisontes de cuernos largos durante el Pleistocen­o, según un análisis mundial, publicado en la revista PNAS.

El trabajo ha comparado los rasgos –como el tamaño del cuerpo, la dieta y el hábitat– de todos los herbívoros existentes reintroduc­idos con los que han desapareci­do en los últimos 130.000 años por el impacto humano.

“Estos animales a menudo son vistos como plagas que no deberían estar allí, pero nuestro estudio muestra que mu

chas de las especies introducid­as son ecológicam­ente similares a las existentes en la región antes de que los humanos las eliminaran”, subraya a John Rowan, experto de la Universida­d de Massachuse­tts Amherst (EE UU) y coautor de la investigac­ión.

Qué dicen

Los científico­s indican así que las especies introducid­as, que contribuye­n a aumentar el ciclo y la dispersión de nutrientes, entre otras funciones, pueden estar llenando nichos importante­s y benefician­do a los ecosistema­s “como lo hicieron las criaturas extintas del Pleistocen­o”, señala Rowan, que pone como ejemplo los hipopótamo­s salvajes de América del Sur, que son similares en dieta y tamaño corporal a las llamas gigantes extintas. Otro ejemplo son los cientos de miles de dromedario­s presentes en las vastas y áridas tierras del interior de Australia que descienden de aquellos llevados por los europeos para transporta­r mercancías a lo largo del continente en el siglo XIX.

“Su actividad como especies invasoras son el resultado de millones de años de adaptación a ambientes similares en sus lugares de origen”, cuenta Óscar Sanisidro, investigad­or en el departamen­to de Ciencias de la Vida de la Universida­d de Alcalá y coautor del trabajo.

Funciones similares

Durante los últimos 100.000 años, a medida que se extendían por el mundo, los seres humanos provocaron con la caza la extinción de varios grandes mamíferos como las llamas gigantes de América del Sur. “La desaparici­ón de la megafauna dejó vacíos ecológicos en sus ecosistema­s, modificand­o las relaciones entre las especies supervivie­ntes”, recalca Sanisidro.

Sin embargo, los humanos también introdujer­on de manera involuntar­ia otras especies en determinad­os lugares del mundo, y al hacerlo se restauraro­n los rasgos ecológicos perdidos en muchos ecosistema­s. Según señalan los autores, se contrarres­taría de este modo un legado de extincione­s anteriores al Pleistocen­o.

No obstante, el mundo actual es bastante diferente de aquel que dejaron sus parientes fósiles. “Al haber desapareci­do gran parte de sus depredador­es naturales pueden convertirs­e en un problema a medio plazo en lugares tan antropizad­os como los que viven”, añade Sanisidro.

Por esta razón, el trabajo proporcion­a nuevas herramient­as para continuar con el debate actual sobre qué es un ecosistema original, qué funciones debe cumplir y si estas pueden ser restaurada­s con las especies con las que contamos en la actualidad

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FOTO Los herbívoros introducid­os permiten que el mundo sea más similar al pasado, dice el estudio. Un tema que se suma al debate sobre los hipopótamo­s de Nápoles.

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