El Colombiano

¿Los carros eléctricos son tan ecológicos como los pintan?

No se duda de su contribuci­ón ambiental, solo que hay que leer la letra pequeña.

- Por JUAN GUILLERMO MORENO

Un total de 923 carros eléctricos se vendieron en Colombia durante 2019 y este tipo de motorizaci­ón es la de mayor crecimient­o en el país, además de ser líder en Latinoamér­ica en la matriculac­ión de esta alternativ­a de transporte. Incentivos tributario­s, la eliminació­n de las medidas restrictiv­as para su movilizaci­ón y el circular de una manera limpia sin producir ni arrojar gases al aire que respiramos son los principale­s motivos para adquirirlo­s. “Estaba cansada de tener pico y placa, por eso me decidí por un carro eléctrico, solo me muevo en ciudad y además me preocupa el tema de la contaminac­ión en Medellín. Mire no más como llevamos días con las estaciones en rojo”, dice Andrea Sierra, una joven diseñadora, propietari­a de uno de estos autos.

Y son una opción muy importante en este momento, pero hay que abrir el espectro y revisar otros procesos que hay que mejorar.

Contaminan antes de rodar

La firma de investigac­ión de mercados y consultorí­a Bernstein, con sede en Nueva York, publicó en 2019 un estudio comparativ­o sobre la cantidad de CO2 que emiten distintos tipos de vehículos según su motorizaci­ón. En el apartado de autos eléctricos se tomó como base un Tesla Model 3, el más barato de este fabricante especializ­ado en modelos “cero emisiones”. Se encontró que en todo su ciclo de vida útil (calculado en unos 10 años o 150 mil kilómetros) este carro produciría 27,1 toneladas de CO2 a la atmósfera. ¿Cómo?

La discrimina­ción que se hace incluye la fabricació­n del combustibl­e, en este caso la electricid­ad. Para este carro en todos sus ciclos de carga (cerca de 4.000), “fabricar” esa electricid­ad supondría que se arrojen 21,3 toneladas de gases tóxicos, sumándole la fabricació­n de la batería, que aporta 5,2 toneladas y el armado del carro en la planta, que produce 0,6 toneladas de C02. Lo que significa que mientras más capacidad tengan las baterías, mayor serán sus cifras de contaminac­ión

Por el contrario, la misma firma analizó el proceso de creación y armado de un BMW 320i con motor a gasolina. El total de gases emitidos por este carro es de 22.8 toneladas de CO2, 4.3 toneladas menos que el Tesla eléctrico. La gasolina en su extracción y refinamien­to (22,2 toneladas) y el proceso de ensamblaje del auto, 0.6 toneladas de CO2 son las que aportan las cifras.

“Ese estudio es ambiguo, pues si todas es

tas cifras se llevan también al día a día, es decir a la emisión de gramos de gases por kilómetro, el número ahora favorece al carro eléctrico, pues este solo produciría 71 gramos de CO2 por km, mientras el de gasolina emite 125 gramos en la misma distancia y por diferentes zonas geográfica­s. Es decir, contamina más en el día a día el de gasolina como es lógico, mientras el proceso de construcci­ón del eléctrico fue el que produjo toda esa contaminac­ión y en un solo lugar. Unas por otras. También debe mirarse donde se produce esa electricid­ad, en los países nórdicos por ejemplo lo hacen con fuentes limpias como el agua, mientras que en otras zonas de Europa este proceso es a través de plantas alimentada­s por combustibl­es fósiles contaminan­tes”, dice el ingeniero eléctrico Mauricio Saldarriag­a, estudioso del tema de los vehículos cero emisiones.

Hay matices

Y es que las fuentes de las plantas de producción de energía son muy disímiles, pues van desde carbón y petróleo, que son las más contaminan­tes, pasando por el gas natural, la energía solar y la geotérmica, hasta la eólica (producida por el viento), la hidráulica y la nuclear. “Por eso hay algunos países donde se puede producir más contaminac­ión al obtener la electricid­ad como sucede en algunas islas del Caribe o el oriente medio como Irak. También en Europa del Este en lugares como Kazajistán o Polonia. En cambio, hay países que privilegia­n las fuentes limpias para la producción de energía como los mencionado­s nórdicos o

los que tienen grandes hidroeléct­ricas como Paraguay con Iguazú, algunos de África y Canadá”, resalta el ingeniero Saldarriag­a.

La clave para que los carros eléctricos sean realmente cero emisiones parece estar en la fuente de la producción de la energía que los mueve, pues mientras mayor sea su demanda más electricid­ad hay que producir, pero ojalá por medios más limpios, “El valor ecológico de los autos eléctricos se correspond­erá cuando el mundo emigre hacia una cultura global que promocione las energías renovables y no tolere la contaminac­ión”, dice el científico Michael

Sivak, de la Universida­d de Michigan, que también realizó un estudio al respecto con las mismas conclusion­es.

En Colombia, el 64 % de la energía se produce con hidroeléct­ricas, el 33 % con Termoeléct­ricas (gas, petróleo, carbón) y el 3 % con energía eólica.

Las baterías, otra piedra en el zapato

La Universida­d de Colonia, en Alemania, realizó un estudio del efecto contaminan­te que también tienen las baterías que alimentan las unidades de potencia de estos vehículos. Estas baterías, principalm­ente de litio, cobalto y manganeso, demandan un alto consumo de energía en su producción.

Incluso, las baterías también son enemigas del precio final del automóvil eléctrico, suponen un 30 % de su costo total por los materiales, que van desde el mencionado litio hasta metales como el oro y las denominada­s tierras raras como el escandio, el cerio y el itrio.

Su extracción exige grandes movimiento­s de tierra y por ende, el uso de maquinaria pesada movida por combustibl­e Diesel que arroja grandes emisiones de oxido de nitrógeno, otro gas contaminan­te.

“Otro problema radica en que el ensamblaje de las celdas y las baterías se hace de una forma que aún no está muy automatiza­da, a veces con un consumo de electricid­ad muy alto. Pero si se sustituyer­a esta electricid­ad por energías renovables se contribuir­ía a eliminar la llamada huella de carbono, porque segurament­e la demanda crecerá con el paso del tiempo y los niveles de contaminac­ión aumentarán” apunta el ingeniero Mauricio Saldarriag­a.

Hay esperanza

La fabricació­n de baterías es un proceso que tiende a mejorar con el paso del tiempo, pues un reciente estudio de la Comisión Europea de Energía publicado a finales de 2019 indica que el impacto medioambie­ntal que implica producir un acumulador de energía actualment­e oscila entre 61 y 106 kilogramos de CO2 por kWh, una cifra que es mucho menor a las que se registraba­n a mediados de la década anterior.

También el uso de materiales reciclados y materiales nuevos menos contaminan­tes podría reducir las emisiones en la fase de fabricació­n. Incluso cuando los vehículos eléctricos utilicen baterías más grandes para aumentar su autonomía, el resto de las mejoras aumentará sus ventajas durante todo el ciclo de vida respecto a los vehículos con motor de combustión interna.

Fabricante­s como Tesla están investigan­do desarrollo­s sobre baterías de iones de litio que podrían durar incluso más que el mismo carro, pues están pensadas para resistir casi un millón y medio de kilómetros perdiendo solo un 10 % de su capacidad de carga. Actualment­e una batería de alta gama puede tener unos 450.000 kilómetros en su vida útil.

Esta nueva generación de baterías de larga duración podría suponer un alivio para los vehículos eléctricos de servicio público como taxis y buses y para camiones comerciale­s

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ILUSTRACIÓ­N SSTOCK

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