¿Meterse horas en la cocina le ayuda a estar bien?

No todos los que preparan alimentos en cuarentena se sienten menos estresados. Recomendaciones.

Que cocinar disminuye su ansiedad, que es la mejor manera de combatir el estrés, es una promesa que hacen algunos psicólogos, así como revistas de moda. Sin embargo, no todas las personas que están cocinando estos días lo experimentan igual cuando se trata de bienestar emocional.

En una revisión de un estudio científico publicado en 2017, Nicole Farmer, médica del Centro Clínico de los Institutos Nacionales de Salud y líder del trabajo, encontró que, si bien la evidencia sugiere que las intervenciones de cocina pueden influir positivamente en los resultados psicosociales, esa evidencia es aún preliminar y limitada.

Es necesario que se realicen estudios más rigurosos sobre la cocina y su efecto en la salud mental antes de que los investigadores puedan afirmar definitivamente que la cocina alivia el estrés o sea terapéutica, sugiere León Arango, psicólogo y cocinero profesional. “También es importante tener en cuenta qué se define como terapia y a qué le llamamos cocinar”, agrega el psicólogo de la Universidad CES. Él se decanta en este caso por la que se refiere a cuidar y aliviar el dolor, pero hay varias definiciones dependiendo de la orientación teórica.Además, agrega, la cocina como terapia es como el arte como terapia, la persona debería tener una inclinación hacia esta.

Así que aunque faltan estudios, evidencias anecdóticas, experienciales y algunas investigaciones indican que algo bueno está sucediendo cuando se entra en la cocina. Luego de un trabajo psicológico para organizar algunos aspectos laborales de su empresa, Gustavo Angulo, cocreador de la startup colombiana Ubidots, eligió entre tres actividades que le pusieron (armar rompecabezas, cocinar y otra que no recuerda), dedicarse exclusivamente a cocinar una o dos veces a la semana por dos horas. Ángulo pasa 18 horas frente al computador así que el reto era alejarse de las pantallas, apagar el celular y cocinar con los ingredientes que él mismo debió conseguir.

Cocinar con otros, como es el caso de Ángulo que hace pizzas y risottos con sus hijos, le ha dado la oportunidad de mejorar y construir relaciones con sus seres queridos. Además, agrega Arango, puede ser que dé una sensación de autonomía y la oportunidad de dominar algo. Hacerlo para otros puede darle una sensación de propósito y satisfacción personal. “Cocinar dio acceso a una diversidad de alimentos que nos dieron una ventaja evolutiva”, dice Laura Restrepo, psicóloga, quien acompaña talleres culinarios para estudiantes del Centro Educacional Conquistadores.

Ponerse el delantal

Arango agrega que el proceso de cocción conlleva otros factores: la exposición al olor y el atractivo visual de los alimentos, que pueden atraer algunas de las vías neurobiológicas que promueven el bienestar como el de las hierbas en una sopa.

Incluso la exploración de investigaciones de 2017 liderada por Nicole Farmer sugiere que algunas cocinas son probablemente más terapéuticas que otras formas de cocina. Por ello es clave cómo definen las personas la cocina. Algunos de los estudios que muestran que las personas que tienden a definirla como cocinar desde cero, es decir desde que compra los ingredientes para ese pan francés que siempre soñó hacer, lo amase y lo hornee, obtendrá más placer y más satisfacción con el proceso. Esto significa que amasar para hacer una torta probablemente lo saca de la rutina más que preparar una comida en el microondas.

Hay buenas razones para pensar que cocinar es bueno para la salud mental, pero es difícil saber exactamente por qué, concluyen los psicólogos consultados. Tal vez es momento de que experimente qué tantos efectos le trae a usted. Puede empezar con estas ideas de Ángela Franco, profesora de la Escuela de Nutrición y Dietética de la U. de A.

“Es necesario que se realicen estudios más rigurosos sobre la cocina y su efecto en la salud mental antes de que los investigadores puedan afirmar definitivamente que la cocina alivia el estrés”. LEÓN ARANGO

Psicólogo de la Universidad CES