Horno microondas del cual nadie escapará
“Ya es imposible decir que las radiofrecuencias no producen cáncer”, afirmó David Carpenter, coautor del informe internacional “Bioinitiative” y director del Instituto de Salud y Medio Ambiente (Nueva York), centro colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS).” “La exposición a la radiación genera síntomas comprobables: fatiga, alteración del sueño, concentración, pérdida de memoria a corto plazo, confusión, cataratas, depresión y ansiedad, acúfenos, problemas de piel y endocrinos, y del sistema nervioso central”. Esta es una de las frases que encuentro en la red al buscar información sobre los daños producidos en el ser humano por la sobre exposición a campos electromagnéticos. Negar el daño que ocasiona la radiación no ionizante es absurdo. Negar la utilidad de la tecnología es igual de absurdo. Aprender a conciliar los dos debe ser el paso a seguir. Hemos sido enormemente invasivos de la naturaleza y eso ha ocasionado tragedias ambientales incontables y en aumento. Ahora, la invasión de la tecnología a nuestro medio ambiente interno está desencadenado tragedias –enfermedades– invisibles pero reales. El aumento del cáncer, la depresión y la ansiedad como epidemias son solo un ejemplo. Con la tecnología se ha obtenido la conectividad necesaria a expensas de la salud. Es necesario detener esto y fomentar el desarrollo de tecnologías que prueben no ser nocivas antes de someter a miles de millones de personas a una contaminación electromagnética nociva que lesiona profundamente sus células en aras del “desarrollo”. Este se puede obtener con lo que ya se tiene, sin generar un peligroso horno microondas del cual nadie podrá escapar. Se va a quemar nuestra salud para que un grupo tenga beneficios económicos, todo con la falsa premisa de que se va a ayudar a tener más rapidez de conectividad, rapidez que no necesitamos y menos a expensas de nuestro real bienestar”.