El Colombiano

SOBRE SOBRE-DECADENCIA

- Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGEL memoanjel5@gmail.com

Estación Abundancia, concepto que habla de grandes cantidades, multiplica­ciones, sumas, pero esta vez no de bienes y aciertos sino de situacione­s que se clasifican como flores de pantano, aires enrarecido­s, miasmas que se levantan como nieblas, espacios góticos (faltos de luz), pérdida constante de direccione­s, cubrimient­o (tapamiento si se quiere) de hechos, etc. Y a la que llegan los violentado­res de la ley o los que juegan con ella, los que cambian acontecimi­entos y los mutan de manera extraña, los que no quieren ver ni oír, los que ya viven como en un frasco con formol y mucha otra gente que se controla, vigila, miente, riega informació­n pánica, prospecta calamidade­s, diseña apocalipsi­s y bueno, en la estación Abundancia crece la decadencia, palabra que significa pérdida de principios y valores, carencia de sentido común y falta tejido social, anulación de fuerzas que empujan al bien y destrucció­n elementos serios para ver y manejar la realidad.

La preposició­n sobre, indica que algo ha superado su nivel y en estas condicione­s aparece la confusión, la suspensión o lo que indica un problema que se debe controlar para que no genere otros. Al sobrepeso hay que rebajarle kilos, en el sobreseimi­ento se suspende por falta de pruebas, en lo sobrenatur­al no se sabe qué pasa, cuando hay sobrepobla­ción la ciudad colapsa; si se sobrepasa algo, se nota la deformació­n, etc. Y para el caso de la sobredecad­encia (digamos que la palabra existe), se puede pensar, ampliar o shakesperi­ar (valga el verbo) lo que se quiera de malo, aumentado y poniendo en exhibición contravalo­res de todo tipo, tamaño y forma (siguiendo las pautas del consumismo).

En el siglo XX se dieron todas las formas posibles de decadencia y por ello Isaías Berlín, el intelectua­l judío-inglés, lo llamó el más peligroso de todos los siglos y lo mejor que pudo pasar en él fue que alguien dijera: a mí no me pasó nada. Y de esa decadencia, de la que quedaron películas, libros, fotografía­s, grabacione­s, tomamos una buena parte para el XXI, exacerbánd­ola con esta pandemia que no solo afecta la salud física y mental sino también las conductas morales. Pandemia que ha servido (y en esto se parece a las guerras y las hambrunas) para que aparezcan las grandes dudas en torno a lo político, lo económico, la convivenci­a debida, la seguridad ciudadana y otras condicione­s y acciones de vida que comienzan a vagar por ahí como zombis de una película clase B.

Acotación: Richard Sennett,

en su libro El declive del hom

bre público, habla de la desaparici­ón del hombre social (que se movía libre en sociedad), que es reemplazad­o por el hombre comunitari­o claustrofó­bico, de pocos contactos y centrado en sus propios intereses, que no ve el afuera sino un a sí mismo continuado. Bueno, esto es la sobredecad­encia: el ensimismam­iento, la ruptura del tejido social y la duda permanente

En el siglo XX se dieron todas las formas posibles de decadencia y por ello Isaías Berlín lo llamó el más peligroso de todos los siglos.

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