DE HÉROES A MÁRTIRES Y AHORA VILLANOS
Tras ser vistos como valientes y solidarios, ahora son casi que objetivos militares.
Tras más de 3 meses de respuesta heroica y de duro trabajo de nuestros médicos, personal de enfermería, auxiliares y el resto de los profesionales de la salud ante la fatalidad y mortandad de la pandemia, en Colombia y en el mundo, somos muchos los que vemos con estupor y preocupación cómo proliferan las amenazas, intimidaciones y discriminaciones de personas dispuestas a “sangrar” a nuestros galenos, a quienes incluso acusan de ser parte de lo que la opinión pública ha llamado “cartel de la covid-19”.
Difícil imaginar un acto más ruin que amedrentar de esa manera a quien, sobre todo en las circunstancias actuales, día a día arriesga su propia vida en la tarea de salvar otras. Más vil aún, extender el mensaje amenazante a su familia. El médico José Julián
Buelvas, quien trabaja en la Clínica Materno Infantil Adela de Char en el municipio de Soledad, Atlántico, pasa por días amargos, luego de que al llegar a su lugar de trabajo, encontrara un panfleto y hasta una corona fúnebre. Lo más triste es que este caso no es el único: ya se han registrado en el país varios de discriminación e intimidaciones a quienes laboran en el sector salud.
“Doctor, si no se va matamos a su esposa e hijos”. Esta amenaza de muerte rezaba en un cartel en un conjunto residencial en Bogotá. Hay que apresar a estas personas porque del dicho al hecho –hoy– hay poco trecho. Y ubicar a los asesinos potenciales que quieren acabar con los profesionales de la salud quienes, en poco tiempo, pasaron de ser héroes y mártires, aplaudidos y vitoreados por la gente, para convertirse en villanos y casi que objetivos militares de mentes criminales.
Hechos como este no solo deben ser rechazados y condenados, como es lógico, sino que tienen que llevar a renovar el respaldo y el voto de confianza y gratitud de toda la sociedad hacia los profesionales de la salud. Sin embargo, no podemos decir, ni asegurar, que no existan errores, negligencias o deficiencias, pero, de existir, estas no se deben, estoy seguro, a un deseo del profesional por recibir algún incentivo económico, sino a la extrema dificultad de una ciencia, todavía inexacta, unida a la asfixiante presión a la que la sociedad les sometemos. Los médicos no son los malos ni villanos del paseo. Que eso quede bien claro. Sus vidas también son valiosas