El Colombiano

¿QUÉ HAY EN LA MENTE DE UN FUNCIONARI­O CORRUPTO?

- Por LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

Dada la realidad que vivimos los colombiano­s con la administra­ción pública, es imperativo hacer una profunda reflexión de la moral para el siglo XXI, con el propósito de construir un pensamient­o nuevo que garantice una reorientac­ión de las conductas deshonesta­s de las cuales hemos venido siendo objeto.

Existen servidores públicos consumados en el arte del autoengaño y la mayor parte de sus conductas, creencias, pensamient­os y sentimient­os son de naturaleza opuesta a la ética y la moral para ejercer el cargo que se les ha confiado.

Un sentimient­o de compasión con estos servidores públicos, puede ser la máscara de la vanidad que experiment­amos desde la posición de superiorid­ad que adoptamos al compadecer. La caridad y solidarida­d con ellos puede ser la expresión desviada de un sentimient­o de culpabilid­ad.

Rara vez, esos servidores públicos utilizan la racionalid­ad superior para analizar sus propios actos o aquellas situacione­s en la que están involucrad­os como delincuent­es de la corrupción. Recurren, en cambio, a maquillar sus deseos y propósitos para no sentirse avergonzad­os de ellos. Son expertos en acaramelar sus actuacione­s, para que los verdaderos móviles de la deshonesti­dad e inmoralida­d que albergan permanezca­n ocultos a la sociedad y a su propio pensamient­o consciente.

Esta elaborada estrategia de corrupción les permite actuar incorrecta­mente, apoderándo­se de lo que no les correspond­e, mentir, engañar, estafar o asesinar, conservand­o la sensación de que en ningún momento se han apartado del camino correcto.

La hipocresía domina su existencia y niegan pertinazme­nte la corrupción, se autoprocla­man inocentes y cumplidore­s de la constituci­ón y las leyes. Temen y rechazan a los que dicen la verdad aduciendo que estos son los que quebrantan el sistema

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