ELOGIO DE LA EQUIVOCACIÓN
Alguna vez que fui donde el padre Nicanor, mi tío, con la intención de confesarme, al recomendarme él hacer el examen de conciencia me atreví a decirle que a mí me gustaba más hablar de “hacer un inventario moral”, como en el cuarto paso de los Alcohólicos Anónimos.
-Lo conozco, hijo, porque son muchos mis amigos de A.A, que vienen a que les ayude en su proceso de sobriedad. El cuarto paso, me lo sé de memoria, dice: “Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos”. Que yo creo y así se los digo a ellos, no se puede desligar del tercero: “Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de Dios, tal como nosotros lo concebimos”. Ni del quinto: “Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano (por esto es que vienen a hablar conmigo) la naturaleza exacta de nuestras faltas”. Tampoco del sexto: “Humildemente le pedimos a Dios que nos librase de nuestros defectos.”
-Veo, tío, que maneja usted la literatura de los Alcohólicos Anónimos. Eso me gusta, porque ustedes los curas, por su formación y su misión están en condiciones de orientar a quienes los necesitan para entender el infierno del alcoholismo y también el cielo de la sobriedad.
-Así es, muchacho. A veces, hablando del cuarto paso, ese ejercicio de revisión -llámese examen de conciencia o inventario personal- puede llevar a concluir que la vida, o mejor dicho, lo vivido, ha sido una equivocación.
-Ese es un descubrimiento, tío, no solo para los que dejan de beber sino para el que madura en la vida. Y si bien podría llevar a muchos a la desesperanza y a la depresión, también podría convertirse en un principio de sabiduría.
-La fidelidad a una vocación es en muchos casos la aceptación (no la simple resignación) de algo que a la vuelta de la vida Toda elección se mueve siempre en el terreno del error. De lo contrario, ser libre sería puro determinismo, lo que es una contradicción. se reconoce como un error. Me atrevería a decir que la vocación, y no solo la religiosa sino toda opción profesional u orientación de destino, cualquier elección en la vida, no subsiste ni persiste sin la sensación de una equivocación al momento de escoger, de haber escogido. Y eso es parte esencial de la libertad. Toda elección se mueve siempre en el terreno del error. De lo contrario, ser libre sería puro determinismo, lo que es una contradicción.
-Ya se le salió a usted el escolástico dormido. Es mejor, padre, vivir con la equivocación terciada al hombro, como un carriel. Pero mejor seguimos hablando otro día.
-Ahora, mijo, tomémonos mejor un tinto. Que tras lo dicho hasta sonaría mal pedirte un aguardientico ¿verdad?