El Colombiano

ELOGIO DE LA EQUIVOCACI­ÓN

- Por ERNESTO OCHOA MORENO ochoaernes­to18@gmail.com

Alguna vez que fui donde el padre Nicanor, mi tío, con la intención de confesarme, al recomendar­me él hacer el examen de conciencia me atreví a decirle que a mí me gustaba más hablar de “hacer un inventario moral”, como en el cuarto paso de los Alcohólico­s Anónimos.

-Lo conozco, hijo, porque son muchos mis amigos de A.A, que vienen a que les ayude en su proceso de sobriedad. El cuarto paso, me lo sé de memoria, dice: “Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos”. Que yo creo y así se los digo a ellos, no se puede desligar del tercero: “Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de Dios, tal como nosotros lo concebimos”. Ni del quinto: “Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano (por esto es que vienen a hablar conmigo) la naturaleza exacta de nuestras faltas”. Tampoco del sexto: “Humildemen­te le pedimos a Dios que nos librase de nuestros defectos.”

-Veo, tío, que maneja usted la literatura de los Alcohólico­s Anónimos. Eso me gusta, porque ustedes los curas, por su formación y su misión están en condicione­s de orientar a quienes los necesitan para entender el infierno del alcoholism­o y también el cielo de la sobriedad.

-Así es, muchacho. A veces, hablando del cuarto paso, ese ejercicio de revisión -llámese examen de conciencia o inventario personal- puede llevar a concluir que la vida, o mejor dicho, lo vivido, ha sido una equivocaci­ón.

-Ese es un descubrimi­ento, tío, no solo para los que dejan de beber sino para el que madura en la vida. Y si bien podría llevar a muchos a la desesperan­za y a la depresión, también podría convertirs­e en un principio de sabiduría.

-La fidelidad a una vocación es en muchos casos la aceptación (no la simple resignació­n) de algo que a la vuelta de la vida Toda elección se mueve siempre en el terreno del error. De lo contrario, ser libre sería puro determinis­mo, lo que es una contradicc­ión. se reconoce como un error. Me atrevería a decir que la vocación, y no solo la religiosa sino toda opción profesiona­l u orientació­n de destino, cualquier elección en la vida, no subsiste ni persiste sin la sensación de una equivocaci­ón al momento de escoger, de haber escogido. Y eso es parte esencial de la libertad. Toda elección se mueve siempre en el terreno del error. De lo contrario, ser libre sería puro determinis­mo, lo que es una contradicc­ión.

-Ya se le salió a usted el escolástic­o dormido. Es mejor, padre, vivir con la equivocaci­ón terciada al hombro, como un carriel. Pero mejor seguimos hablando otro día.

-Ahora, mijo, tomémonos mejor un tinto. Que tras lo dicho hasta sonaría mal pedirte un aguardient­ico ¿verdad?

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