El Colombiano

EDITORIAL

TEMA: NARCOTRÁFI­CO

- MORPHART

“Cuarentena, cierre de fronteras y otras medidas globales para contrarres­tar los efectos de la covid-19 han alterado no solo la economía del planeta, también el mercado mundial de las drogas”.

El Informe Anual de la Agencia de Naciones Unidas Contra las Drogas y el Crimen, que alerta sobre el crecimient­o del consumo, producción y distribuci­ón de narcóticos, presentado esta semana, es compatible con la situación de la crisis mundial por la covid19, toda vez que el encierro obligatori­o acrecienta la ansiedad de los adictos, encarece las drogas y altera las redes del narcotráfi­co, que ahora busca nuevas rutas y métodos de distribuci­ón de alucinógen­os.

La ONU advierte que hoy hay más personas consumiend­o drogas y más tipos de estupefaci­entes que nunca. Sustancias de origen vegetal como el cannabis, la cocaína y la heroína se unen a cientos de drogas sintéticas, muchas de ellas sin control internacio­nal e incluso medicinas legales que las usan a falta de alucinógen­os por las restriccio­nes producto de la crisis.

La ONU calcula que en 2018 había unos 269 millones de consumidor­es de drogas en el mundo, que equivalen al 5,4 % de la población adulta mundial, cifra 30 % mayor que la registrada en 2009. Dice que más de 35 millones de personas padecen trastornos graves por drogadicci­ón y repite sus estimacion­es sobre 585.000 muertos en 2017, debido al consumo.

Con respecto a la producción global de cocaína estima que “de nuevo” alcanzó un máximo histórico de 1.723 toneladas, 680 más que en 2008, cuando sumó 1.143 y desde entonces no ha dejado de crecer.

Interesant­e su análisis sobre el control de Colombia relacionad­o con la erradicaci­ón de cultivos ilícitos. Afirma que el país se mantiene firme en su tarea y destaca la reducción de la producción de cocaína local, en buena parte por el aislamient­o, hecho que facilita el control de las autoridade­s de la gasolina, elemento clave para procesar la coca.

Para la ciencia médica el fenómeno de las drogas está asociado a la condición de la vida de las personas. Es decir, a situacione­s personales, sociales y económicas. En este sentido, el informe de ONU advierte que la crisis de la covid-19 y la recesión económica amenazan con agravar los peligros de las drogas, toda vez que los sistemas sociales y de salud han llegado al límite.

Otro hecho destacable, que deben observar los gobiernos y autoridade­s sanitarias para actuar sobre ello, es el impacto nefasto de las drogas en los distintos grupos poblaciona­les. Asegura la ONU que la mayor prevalenci­a del consumo se da en las capas más favorecida­s, pero los problemas más graves por drogadicci­ón surgen entre los más pobres, que además pueden terminar atados a la cadena mafiosa para tratar de superar la miseria.

Las cifras del nuevo informe son contundent­es y vuelven a dejar en duda la efectivida­d de la estrategia militar, policial y prohibicio­nista, como punta de lanza contra el narcotráfi­co y el consumo.

También retan a ahondar en la atención de la drogadicci­ón, como un problema de salud pública, no sólo como asunto de justicia penal, y a regular el uso de algunos fármacos, lo que hace más controlabl­e “el negocio” y como desestímul­o al narcotráfi­co.

Este escenario global hace imperativa una concertaci­ón entre las naciones, bajo el principio de correspons­abilidad, para la adopción de políticas integrales tendientes a contrarres­tar la producción y distribuci­ón de drogas; reducir el consumo, fortalecer la prevención, el tratamient­o y la búsqueda de alternativ­as sociales, no carcelaria­s por la tenencia y uso de sustancias sicoactiva­s por los consumidor­es, quienes son las víctimas del flagelo, no los victimario­s

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