El Colombiano

Antioquia: deuda rural en educación

Mientras la cobertura en regiones como el Bajo Cauca es del 35,5%, en el área metropolit­ana llega al 53,6%. Estos son los retos en el cuatrienio.

- Por DANIELA JIMÉNEZ GONZÁLEZ

Falta de mantenimie­nto en las escuelas y marcadas brechas de acceso, entre las subregione­s y el Valle de Aburrá, son algunos de los puntos que trabajará la ruta educativa local.

En las primeras horas de la mañana, cuando algunos niños ya han ajustado más de 40 minutos de caminata, llegar al salón de clases es la respuesta para calmar el hambre. Con preocupaci­ón, reconoce el profesor Juan Carlos Posada, muchos de sus estudiante­s solo asisten al colegio por el restaurant­e escolar, con el agravante de que a veces este servicio se interrumpe varias veces en pleno año académico.

Juan Carlos es docente de la Institució­n Educativa Pedro Nel Ospina de Ituango, al Norte de Antioquia, un colegio en la zona urbana con cerca de 1.800 estudiante­s distribuid­os en cinco sedes. En esta subregión se ubican 596 de las 4.335 sedes educativas que tiene el Departamen­to en 117 municipios no certificad­os. En estos espacios de aprendizaj­e la lista de deudas por saldar crece cada día. La Gobernació­n de Antioquia, en múltiples diagnóstic­os, ha señalado que el sistema educativo presenta “serias dificultad­es al momento de garantizar la permanenci­a de estudiante­s”.

De acuerdo con esta entidad, la tasa de deserción a 2018 en Antioquia alcanzó el 3,1%, lo que pudo significar el abandono de la escuela de cerca de 12.900 niños durante este año.

Tampoco hay mucho espacio

Los líos también son de infraestru­ctura. Posada cuenta que en la I.E Pedro Nel Ospina existen espacios “demasiado pequeños para adelantar los procesos de formación y se cae en el hacinamien­to”. La Gobernació­n arroja otro dato que dificulta la intervenci­ón en las aulas escolares: el 44 % de los predios donde se encuentran las sedes educativas oficiales no tienen clara su situación legal y no se puede invertir en ellas. Así, en las veredas y zonas rurales, por ejemplo, los laboratori­os de química terminan convertido­s en restaurant­es escolares por la falta de espacios. O las redes de alcantaril­lado son tan deficiente­s que el agua potable ni siquiera llega, lo que ocurre en 495 sedes del departamen­to.

En otras sedes, como la Institució­n Educativa Santa Teresa de Argelia, en el Oriente, el techo vive sorteando como puede las goteras y en el piso siguen creciendo los huecos. Su coordinado­r, Édgar Rendón, apunta que “todo sigue igual” en ese tema y que la única respuesta que han recibido al respecto son encuestas.

En 2019, las autoridade­s departamen­tales y la Universida­d de Antioquia recorriero­n las nueve subregione­s para elaborar un Plan de Educación para el 2030. Allí quedaron en evidencia las brechas marcadas entre los diferentes municipios. Mientras en el Valle de Aburrá la cobertura neta en educación media es del 53,6%, en el Bajo Cauca apenas alcanza el 35,5%.

Una de las causas de la deserción en esta sede educativa es el desempleo de los padres. Al no tener una fuente estable de ingresos, las familias salen del municipio con sus hijos”.

ROBERTO TORRES

Docente de la Institució­n Educativa San José de Venecia.

Este tipo de fisuras también son claras entre el campo y la ciudad: la tasa de cobertura neta en la media rural fue de 38,3%, inferior a la urbana, calculada en 46,7%. De cada 100 estudiante­s que inician el grado primero en las institucio­nes educativas rurales en Antioquia, solo 22 terminan el bachillera­to.

En algunos casos, comenta Édgar, las familias migran de un lugar a otro por su inestabili­dad económica. Y, en ese ir y venir, terminan sacrifican­do el proceso educativo de sus hijos. Algunos nunca se reintegran al sistema escolar.

El diagnóstic­o de la Universida­d de Antioquia también reveló dos grandes saltos en el ciclo escolar en el que la deserción es más alta: en sexto y en noveno.

El profesor Roberto Torres, de la I.E San José de Venecia, del Suroeste antioqueño, recuerda que el colegio tenía 1.050 estudiante­s hace cinco años, mientras hoy tienen 780. Varias son las causas a las que él atribuye esta disminució­n: los hogares son más pequeños y el municipio es una zona de parcelacio­nes y fincas en donde la población migra con frecuencia.

Algunas familias, dice, no cuentan con los recursos para sostener a un niño en edad escolar. El servicio de alimentaci­ón del colegio, aunque quisieran, no tiene tantos cupos para los 780 estudiante­s y apenas cubre a 175. “Es una diferencia bastante exagerada”, apunta Torres.

En Medellín, aunque la inversión en educación roza el billón de pesos por año, según datos de la Secretaría de Educación local, los pendientes siguen sumando también en aulas y mobiliario, con una meta de $288.056 millones este cuatrienio para infraestru­ctura.

El acceso a la educación superior (ver recuadro) también tiene su ruta de trabajo en el Plan de Desarrollo. Entre los puntos que inciden en las bajas tasas de acceso en algunas subregione­s, según la Gobernació­n, inciden los precarios ingresos económicos familiares y falta de orientació­n. El reporte del Sistema de Prevención y Análisis de la Deserción en las Institucio­nes de Educación Superior (SPADIES), del Ministerio de Educación, señala que en Colombia se registró una tasa de deserción rural cercana al 50% para el 2018, en los niveles técnico, tecnológic­o y universita­rio.

Según el Observator­io de Medellín Cómo Vamos, la cobertura bruta en educación media en la capital se redujo levemente en los últimos años, al pasar de 74,9% en 2017 a 74,4% en 2018. “La meta de alcanzar una cobertura de 95% en 2030 no podría alcanzarse entonces, de proseguir el comportami­ento de los últimos cinco años”.

Con todos estos datos en cuenta, la ruta de trabajo de la Gobernació­n, de acuerdo con el Plan de Desarrollo 2020-2023, contempla algunas metas ambiciosas. Entre ellas, construir 279 aulas nuevas en el departamen­to, hacer mantenimie­nto en 212 sedes más, dotar de mejor mobiliario a 1.300 colegios, legalizar 110 predios y conectar a internet 1.322 escuelas.

El trabajo también será con los 19.447 maestros y directivos docentes, puesto que el objetivo de la Gobernació­n es adelantar estrategia­s pedagógica­s para el mejoramien­to educativo con estos docentes.

El plan, sin embargo, debe tener en cuenta una baraja de dificultad­es variables en cada colegio y en cada estudiante. Como añade Posada, algunos de los jóvenes sufren las consecuenc­ias de la violencia, son desplazado­s, no viven con sus padres y terminan por dejar las aulas para salir a trabajar. Uno de los enfoques estará, según la Gobernació­n, en las zonas rurales, en donde en algunas institucio­nes los salones ya se han perdido por abandono y las aulas terminan convertida­s en bodegas

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FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ OCAMPOARCH­IVO CIP Instalacio­nes del Centro Educativo Rural La Claudina, en el municipio de Caldas, que atiende a la población en edad escolar de la vereda La Corrala.

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