El Colombiano

EL FUTURO DEL TRABAJO NO ES LO QUE PIENSA

- Por AI-JEN POO Y PALAK SHAH redaccion@elcolombia­no.com.co

Las historias que solíamos contar sobre el trabajo eran más o menos así: el protagonis­ta, un hombre blanco con casco, tiene un trabajo estable en la fabricació­n o la construcci­ón que le permite comprar una casa y trabajar para conseguir una jubilación cómoda.

Pero cuando miramos al futuro del trabajo, estamos obsesionad­os con los robots que reemplazan a los humanos, ya sea en una servidumbr­e distópica o en una utopía donde tenemos tanto tiempo libre, que finalmente podemos aprender a tocar violín. Pero ninguna historia tiene sus raíces en la realidad.

La fuerza laboral que impulsa nuestra economía hoy en día, en tiempos de estabilida­d y crisis, es una fuerza laboral de servicio de bajos salarios que está compuesta de manera desproporc­ionada de mujeres negras y otras mujeres de color, y en gran medida desprotegi­da por nuestra red de seguridad. Estos trabajador­es nos cuidan de diferentes maneras, y se necesitó una pandemia para que EE.UU. reconocier­a que son el motor crítico de nuestra economía. Pero no lo cuidamos. En absoluto.

Los trabajador­es de atención domiciliar­ia llevaron a sus hijos a su trabajo cuando no podían pagar el cuidado de niños después del cierre de las escuelas. Los conserjes carecían del equipo de protección que necesitaba­n para desinfecta­r los espacios sin ponerse en riesgo. Estos trabajador­es no tenían la opción de trabajar desde casa, y tampoco tenían licencia pagada para poder aislarse si estaban expuestos a una persona infectada.

Estos trabajador­es son esenciales no sólo en el presente. Son esenciales en el futuro. El Buró de Estadístic­as Laborales informa que el trabajo que se prevé tendrá el mayor aumento porcentual entre 2018 y 2028 es el asistente de salud en el hogar, seguido del asistente de cuidado personal, un reflejo de la creciente población de ancianos en Estados Unidos.

A pesar de la creciente necesidad de estos trabajador­es, asistentes de salud y de cuidado personal normalment­e ganan menos de $12 dólares por hora. Y en su mayoría son mujeres de color, de manera desproporc­ionada: el 87 por ciento de los trabajador­es de cuidado de adultos remunerado­s son mujeres, en comparació­n con el 46 por ciento de los trabajador­es no domésticos. Y alrededor del 25 por ciento de los asistentes de cuidado en el hogar son negros, en comparació­n con el 12 por ciento de los trabajador­es no domésticos.

Los trabajador­es que más necesitamo­s no llevan botas y cascos; llevan tenis o uniformes médicos. Estamos en una coyuntura crítica. El futuro del trabajo se decidirá según cómo respondamo­s a este momento.

Este es nuestro momento para elegir un futuro en el que invirtamos en el atrabajo que ahora sabemos que es esencial. Uno donde los trabajos de cuidado se convierten en trabajos con salarios dignos con beneficios, protegidos por una fuerte red de seguridad federal. Donde los trabajador­es esenciales pueden mantener a sus propias familias a través de su trabajo, incluso mientras apoyan a las nuestras.

O podemos continuar por el camino en el que estamos. A medida que las empresas consideren cómo utilizarán la recesión económica como un momento para reiniciars­e, tomarán decisiones que determinar­án el futuro de millones de empleos. Se podrían subcontrat­ar y deslocaliz­ar más trabajos, deconstrui­r en tareas o automatiza­r. Es posible que muchos trabajos perdidos nunca regresen. Un número cada vez mayor de trabajos que regresan podría convertirs­e en tareas que se destinan a fuerzas de trabajo desagregad­as administra­das por algoritmos. Demasiados de nosotros podríamos terminar trabajando en una cadena de suministro de Walmart o Amazon, sin ganar lo suficiente para comprar allí. Y más trabajos podrían convertirs­e en entradas en una ecuación, sin reconocimi­ento, valor o acceso a una red de seguridad. La mayoría de las elecciones económicas que hemos hecho en las últimas décadas hacen que esa posibilida­d sea probable.

Debemos abandonar el viejo paradigma del trabajo y construir el futuro que merecemos, uno que invierta en estos trabajador­es, especialme­nte en trabajos que sabemos que están aquí para quedarse.

Fue necesaria una épica crisis de salud pública y una recesión económica para despertarn­os, pero a medida que la economía se reabre, no debemos olvidar lo que hemos visto

Los trabajador­es que más necesitamo­s no llevan botas y cascos; llevan tenis o uniformes médicos. Estamos en una coyuntura crítica. El futuro del trabajo se decidirá según cómo respondamo­s a este momento.

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