Honor a equipos de fútbol brillantes
Aparte del Brasil de
1970, inalcanzable, insuperable y nada mítico, pues fue realidad pura, ha habido otras selecciones brillantes.
Hungría de 1954 tenía jugadores de capacidad atlética, dominio del balón y juego de conjunto. Puskas (Puskás), Kocsis, Hidegkuty y Czibor, pilares del equipo que dejó ver bosquejos del fútbol total, diseño del técnico Gustav Sebes. Arrancaba los partidos de forma contundente y así lo hizo en la final de Berna el 4 de julio de 1954: a los 10 minutos ganaba 2-0, con goles de Puskas y Czibor, a Alemania Federal, y lo que pasó luego no tiene explicación más allá que al frente estaba el espíritu alemán, que incluye jugar sin que el resultado afecte la mente. Al final cayó Hungría 32, pero el mundo recuerda el juego magyar mucho más que el teutón.
En 1974 apareció Holanda, el verdadero fútbol total, fruto del técnico Rinus Michels y ejecutado por jugadores como Cruyff, Rensenbrink, Neeskens y Rep, atletas virtuosos del dominio de balón a plena velocidad. En la definición del título se fue arriba a los 2 minutos mediante un penal tras una acción de 15 pases. Al final ganó Alemania 2-1, pero en la memoria del hincha quedó más el recuerdo de la “Naranja Mecánica”. Las derrotas de Hungría 54 y Holanda 74 se pueden describir idénticamente, y el rival que los venció no podía ser otro que Alemania. Dos escuadras sin título, pero convencieron a propios y extraños. De acuerdo con una reflexión de Víctor Hugo acerca de la importancia de convencer, más allá de ganar.
España de 2010 mostró que el fútbol bien jugado perdura. Diseñado por Luis Aragonés, fue Vicente del Bosque el director de orquesta en el escenario que dicta sentencia: la final de la Copa del Mundo. Tras perder el juego inicial con Suiza, siguió jugando, como lo hizo en el debut, fiel a su libreto. Gran equipo, de toque hilvanado por todo el campo de juego.