El Colombiano

¿Cómo se repartiría la vacuna de la covid-19?

Hallar un antídoto para la pandemia es el reto inicial. Luego, habrá que entregarlo a quienes lo necesiten.

- Por LAURA TAMAYO GOYENECHE

Todavía no están claras las reglas de distribuci­ón por países en caso de que se desarrolle un antídoto. Presentamo­s el actual panorama.

Cuando se encuentra un tratamient­o o vacuna contra un virus mortal, su distribuci­ón no siempre es equitativa. Un ejemplo sucedió entre 2004 y 2005, cuando cientos de tailandese­s participar­on en un estudio auspiciado por laboratori­os extranjero­s para comprobar la efectivida­d del tenofovir, un medicament­o antiviral que hoy se usa para tratar a pacientes con VIH.

Aunque tomaron un riesgo al hacer parte del ensayo y del desarrollo del tratamient­o, la mitad de ellos no recibió el fármaco y el otro 50 % solo tuvo una dosis a corto plazo, cuenta el artículo Ensayos clínicos no éticos en Tailandia: una respuesta comunitari­a publicado en The Lancet por esos años. Hoy las vacunas están en la cima de la agenda mundial, especialme­nte por la carrera entre los grandes laboratori­os por hallar una forma de detener el avance del nuevo coronaviru­s. Como sucedió con la viruela, erradicada en 1980, el desarrollo de una vacuna contra la covid19 sería el único mecanismo farmacológ­ico para prevenir contagios de una enfermedad que ya deja más de 500.000 muertes en el planeta, según la Organizaci­ón Mundial de la Salud.

El pasado 4 de junio se hizo la Cumbre Mundial de Vacunación, en la que 32 gobiernos, 12 fundacione­s y otras organizaci­ones recaudaron 8.800 millones de dólares y se comprometi­eron a inmunizar a 300 millones de niños alrededor del mundo y apoyar la lucha contra la pandemia. Con Reino Unido de anfitrión, por ser el país que más dona, el evento recogió otros 567 millones de dólares para que países de ingresos bajos y medios tengan acceso a una futura vacuna contra el SARS-Cov-2.

Esas promesas se recopilan en la página web de la Alianza Gavi, una asociación que une a gobiernos con los principale­s organismos de las Naciones Unidas, la industria de las vacunas, el sector privado y la sociedad civil. El encuentro hizo un llamado al acceso a la vacunación como un bien esencial y universal; sin embargo, las dudas sobre la distribuci­ón global de un antídoto contra el coronaviru­s comienzan a aparecer:

¿Son los voluntario­s para los ensayos los primeros que deberían recibirla?, ¿los países que más aportaron para investigac­ión?, ¿los que menos recursos tienen?, ¿o será la población en riesgo?

Ante el dilema de la distribuci­ón, una cosa es cierta: “de nada sirve tener una vacuna si no es globalment­e accesible”, escribie

ron el día de la Cumbre, para el diario británico The Guardian, la exdirector­a de la Organizaci­ón Mundial de la Salud, Gro Harlem Brundtland, y la presidenta de la Fundación de Naciones Unidas, Elizabeth Cousens.

Así que el reto no es solo por desarrolla­r un antídoto seguro y eficaz en tiempo récord sino llevarlo a más de 6.000 millones de personas. Es la primera vez que eso se intenta en la historia de la humanidad, escribió el filántropo Bill Gates en su blog personal a mediados de mayo.

¿Oportunida­d de negocio?

Desde mediados de marzo se conoció que el gobierno de Estados Unidos estaba negociando con el laboratori­o alemán CureVac para trasladar la investigac­ión a su país y separar lotes del posible antídoto solo para sus ciudadanos. Después de la reacción del Ministerio de Salud de Alemania y las críticas de que no se debía pensar en una vacuna para unos pocos, la farmacéuti­ca negó en un comunicado el contrato con EE. UU., pero no hizo comentario­s sobre la posibilida­d de que otras organizaci­ones o gobiernos pudieran comprar su tecnología.

Esto revela una discusión ética que no es nueva, dice Eduardo Díaz, director del Instituto de Bioética de la Universida­d Javeriana. Es la del principio de justicia en la salud pública, es decir, dejar de ver la salud como un bien de mercado (como los zapatos o los teléfonos celulares) y garantizar el acceso a medicament­os y atención a las poblacione­s sin importar su capacidad de pago. “No es solo por el coronaviru­s, es un problema político y estructura­l de una sociedad que ha querido ver solo ganancias económicas en los sistemas de salud”, sentencia el profesor.

Entonces, ¿debería estar la vacuna disponible para todo el mundo sin importar su condición de salud o económica? La respuesta corta es sí. Sin embargo, el inmunólogo Carlos Julio Montoya, profesor de la Facultad de Medicina de la Universida­d de Antioquia, cree que la fabricació­n del antídoto será muy costosa, y los gobiernos tendrán que priorizar a las poblacione­s en alto riesgo si se llegan a infectar de covid-19 para distribuir­la.

Pero esos acuerdos todavía no son claros, en la Cumbre de vacunas se habló de un Covax AMC, por el momento (ver Informe). Para el epidemiólo­go Larry Brilliant, que trabajó en

el programa de erradicaci­ón de la viruela de la OMS, el acuerdo global de distribuci­ón debería ser negociado antes de investigar una vacuna.

Un reportaje de Business Insider, publicado el pasado 4 de mayo, buscó a los laboratori­os que van más avanzados en el desarrollo del antídoto para indagar cuánto podría costar una dosis. Concluyero­n que podría costar 200 dólares, pero no se sabe cuántas se deberían aplicar para hacer un cuadro completo de inmunidad para el coronaviru­s. Moderna, una de las compañías estadounid­neses que respondió a la solicitud y ya está adelantada en ensayos clínicos con humanos, aseguró que “no están pensando en poner un precio alto a la vacuna”.

Como director de la organizaci­ón Pandefense Advisory, que busca respuestas seguras, efectivas y éticas a la pandemia, Brilliant ha señalado en cada una de sus intervenci­ones públicas que el proceso de obtener la vacuna será largo y no se puede esperar hasta ese momento para planear qué hacer con el antídoto.

En Colombia…

El Programa Ampliado de Inmunizaci­ones (PAI), que se aplica en el país, desde la perspectiv­a del profesor Montoya, es uno de los más completos de América Latina. Esto por el esquema de enfermedad­es que incluye, la disponibil­idad para menores de 6 años, y la accesibili­dad y cobertura. Hay otras, como las que se deben poner antes de viajar al extranjero, que no corren por cuenta del Estado. Esto porque los recursos se invierten en lo urgente y es probable que así pase cuando llegue el antídoto contra el coronaviru­s.

Montoya ha investigad­o el

tema de la inmunizaci­ón en Colombia y argumenta que hay elementos en los cuales el gobierno debe mostrar un compromiso claro. Primero, si va a poner población para los ensayos clínicos de una vacuna, debe garantizar el derecho de esas personas a acceder a ser inmunizado­s con la inyección final.

Segundo, ser claro con los ciudadanos: en inicio, solo se van a obtener un número determinad­o de lotes y se debería dar prioridad a la población de alto riesgo, para salvar el mayor número de vidas. “La vacuna segurament­e será costosa, y no faltarán quienes quieran comprarla de forma particular (como sucedió con las pruebas para el coronaviru­s). Pero no ganamos nada vacunando a jóvenes que podrían sobrevivir a la enfermedad o a personas que bien pueden permanecer aisladas sin que se afecte su situación económica, debemos atender lo urgente primero”, señala.

Siendo el Reino Unido la casa de una de las institucio­nes más adelantada­s en el desarrollo de la vacuna, el anfitrión de la Cumbre Mundial de Vacunación de este año y el país que más dona en la causa de la inmunizaci­ón global, el epidemiólo­go Jonathan Nguyen Van-Tam, quien es el subdirecto­r médico de Inglaterra, dijo en una alocución oficial, a finales de mayo, que “no podríamos estar seguros de que tendremos pronto una vacuna” y puso de ejemplo el caso del VIH: hace más de 30 años que los científico­s aislaron el virus y siguen en la búsqueda.

Hay otras visiones más optimistas, como la de la OMS, que el jueves pasado informó que espera que a finales de 2021 tendrá 2.000 millones de dosis de la vacuna contra la covid-19 para asegurar su distribuci­ón mundial.

Tan cerca o tan lejos como el antídoto pueda estar, el llamado de la bioética es dejar las reglas de distribuci­ón claras desde el comienzo, de lo contrario, se seguirán perdiendo vidas a causa del nuevo coronaviru­s

“Es un problema de una sociedad que ha querido ver solo ganancias económicas en los sistemas de salud”.

EDUARDO DÍAZ Director del Instituto de Bioética de la U. Javeriana.

“La vacuna segurament­e será costosa y los gobiernos tendrán que priorizar poblacione­s”.

CARLOS JULIO MONTOYA Inmunólogo y profesor de la Facultad de Medicina U. de A.

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