EDITORIAL
TEMA: DESEMPLEO
“La desaceleración económica, como consecuencia de la emergencia sanitaria, propició la reducción del ingreso de los hogares y la pérdida de oportunidades de trabajo”.
La información del mercado laboral para mayo, que presentó ayer el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), confirmó que el deterioro de ese mercado es uno de los retos más grandes que Colombia tiene hacia adelante. La desaceleración económica, como consecuencia de la emergencia sanitaria, propició la reducción del ingreso de los hogares y la pérdida de oportunidades de trabajo.
Así, en mayo las tasas de desempleo totales (21,4 %) y urbanas (24,5 %), fueron las más altas desde que existen estadísticas laborales. En el primer caso, aumentaron 10,9 puntos porcentuales frente al mismo mes del año pasado (10,5 %), y en el segundo 13,3 puntos porcentuales frente a 11,2 %. En esas condiciones, en todo el país hay hoy 2,1 millones de nuevos desempleados.
Hay que tener en cuenta que no todos los trabajadores que perdieron su trabajo están en el desempleo. Si bien se perdieron 4,9 millones de puestos de trabajo en mayo frente al mismo mes de 2019, de esos trabajadores unos 3,3 millones pasaron a la inactividad, que ya alcanza 17,8 millones. Se trata en realidad de desempleados potenciales que dejaron temporalmente la fuerza de trabajo, a la espera de mejores tiempos para buscar un empleo, pero que a medida que la economía se abre comienzan de nuevo a hacerlo.
Como dicen los expertos, más allá del problema de las altas tasas de desempleo, la verdadera preocupación debe ser la caída en la tasa global de participación (fuerza laboral o población activa compuesta de ocupados y desocupados sobre población en edad de trabajar). Dicha tasa cayó 7,9 puntos porcentuales, pasando de 63,1 % en mayo de 2019 a 55,2 % en este año, y su comportamiento recoge la caída en la participación de los hogares en el mercado laboral: se redujo la oferta de trabajo, aunque un poco menos que en abril.
La apertura gradual de la economía, que en el mes de junio alcanzó el 90 % de las actividades según el Gobierno, favorece que muchas empresas vuelvan a demandar trabajadores. De hecho, ya en muchos sectores se presenta esta tendencia (industria, comercio, construcción, entre otros). La realidad, sin embargo, es que se ha destruido riqueza y muchas empresas cayeron en la bancarrota o van a reducir su tamaño, con efectos sobre el empleo. Los inactivos que comienzan a buscar trabajo no lo están encontrando y esa pesquisa infructuosa presionó al alza la tasa de desempleo en mayo y lo seguirá haciendo durante los próximos meses.
En esas condiciones, la política pública tiene el reto de minimizar la destrucción de puestos de trabajo. Los programas de subsidio a la nómina deben continuar, respetando la realidad fiscal del Gobierno, así como los programas de apoyo financiero y se deben focalizar en empresas que generen empleo y puedan ser solventes después del confinamiento. La crisis ha revelado problemas que deberán ser corregidos en la pospandemia. Para poder crear empleos formales en el mediano plazo va a ser necesario flexibilizar la regulación laboral y facilitar la creación de empresas y su competitividad.
En la nueva normalidad que está surgiendo hay oportunidades para el emprendimiento en actividades asociadas con el trabajo remoto, el entretenimiento virtual y el comercio electrónico. Todo ello requiere ajustes en las normas laborales, desarrollo de la seguridad digital y nuevas habilidades y herramientas para que las personas puedan asimilarse y aportar en el nuevo mundo laboral que se está vislumbrando