El Colombiano

EL OLAYA HERRERA Y LOS PARQUES

- Por JUAN GÓMEZ MARTÍNEZ redaccion@elcolombia­no.com.co

Cuando llegué a la Alcaldía de Medellín, en junio de 1988, estaba cerrado el aeropuerto Olaya Herrera. Habían dispuesto que, construido el José María

Córdova, no hacía falta el viejo terminal aéreo en plena zona urbana de Medellín. En todas las ciudades importante­s del mundo hay dos, tres o hasta cuatro aeropuerto­s. Es una comodidad y una necesidad. El uno para vuelos internacio­nales y para aviones de gran tamaño y otros para vuelos cortos y aeronaves lentas, de menor tamaño y capacidad.

Medellín no era la excepción. El aeropuerto del centro prestaba servicios para ciudades intermedia­s en naves pequeñas y medianas. El de Rionegro para naves de mayor tamaño, capacidad y velocidad. Trasladaro­n todos los vuelos al terminal internacio­nal y se formó el caos. Resulta que el Olaya Herrera es el segundo del país en operacione­s diarias, después de El Dorado. El traslado de todos esos vuelos al José María ralentizó la operación en este terminal. La lentitud de tantos vuelos regionales hizo que los aviones grandes no pudieran operar con la agilidad de antes, tenían que esperar a que los aviones lentos terminaran su operación para poder moverse. Había que reabrir el Olaya Herrera.

Pedimos a una prestigios­a oficina de arquitectu­ra e ingeniería que hiciera unos planos para la nueva operación del aeropuerto central. Presentamo­s y explicamos los planos a los funcionari­os de la Aerocivil. Les enseñamos todos y cada uno de los nuevos elementos para el antiguo terminal. Les mostramos que, detrás de los mostradore­s de recepción de pasajeros, se planeaba un centro comercial. Dijeron: en un terminal aéreo no puede ir un centro comercial; yo les dije, nos equivocamo­s, son unos almacenes que vamos a hacer, como los hay en todos los aeropuerto­s del mundo. Se pudieron hacer los almacenes sólo con el cambio de nombre. Son cosas de los burócratas.

Se decía, en ese entonces, que era para hacer un gran parque en esa zona de la ciudad. Resulta que es la zona que tiene el mayor número de parques: empecemos por el parque Olaya Herrera dentro del mismo aeropuerto. Al lado surocciden­te de la pista del Olaya, están las tierras cedidas por el Club El Rodeo para construir un parque. Al suroriente está el parque cementerio Campos de Paz. Al nororiente está el parque del Cerro Nutibara. Está también el Parque Deportivo de Belén.

Hay otros sitios sin parque, pero con áreas posibles para hacerlos. Por ejemplo, donde la carrera 34 da una amplia curva para llegar a la avenida de El Poblado a Envigado, está el lote propiedad de la comunidad de La Enseñanza, se presta para un gran parque, que se podría unir a lo que hoy son las canchas de golf del Club Campestre, lote grandísimo que poco se usa y cuyo mantenimie­nto es muy costoso.

Ya en la parte alta de El Tesoro se planea un gran parque recreativo y ecológico. En otras zonas se pueden aprovechar tierras que no se han explotado, pero ahí están. Como la Asomadera, el cerro El Volador, la montaña de Belén hacia San Antonio de Prado. Para hacerlos, no hay que acabar con ciertas comodidade­s que tenemos

El Olaya Herrera, un ejemplo del aprovecham­iento integral del espacio público para nuevos parques en la ciudad

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