Dos asteroides pasaron muy cerca de la Tierra
Los eventos de este año muestran que la colisión de estos objetos celestes pueden ser tan inmediatos como incontrolables.
Con frecuencia la Tierra está siendo bombardeada por fragmentos cósmicos de asteroides y cometas. Por eso cada 30 de junio se recuerda el impacto de un fragmento de unos 90 metros de diámetro en una región desierta denominada Tunguska, en 1908.
Ha habido varios eventos recientes que advierten que en la era humana la Tierra ha sido amenazada por grandes rocas espaciales. El profesor titular del Instituto de Física de la U. de A., Ignacio Ferrín, descubridor de 12 planetas menores (ver ayuda), cuenta en un artículo publicado en el portal de la Universidad de Antioquia, Nos salvamos por un pelo, que el meteorito (roca espacial que llega a la Tierra) de Tunguska tumbó 80 millones de árboles en un radio de unos 40 kilómetros a la redonda.
La situación se repite cada tanto. 104 años después, el 15 de febrero de 2013, otro fragmento penetró la Tierra sobre la región siberiana de Chelyabinsk, hiriendo a 1.700 personas y dañando edificios en un radio de 30 kilómetros. Un diámetro que cubriría de norte a sur, desde Donmatías hasta Amagá y de occidente a oriente, de Ebéjico a Marinilla.
Estos eventos, continúa Ferrín, fueron desintegraciones en la atmósfera, equivalentes a la explosión de 1.600 y 33 bombas de Hiroshima, respectivamente.
Incluso hubo otro impacto hace poco. El 18 de diciembre de 2018, un meteoroide (un fragmento de asteroide) con un poder de impacto de 12 Hiroshimas chocó con la Tierra en la península de Kamchatka. Ferrín dice que es una casualidad
que los tres impactos ocurrieron en Siberia y en regiones muy desoladas, pero se pregunta, ¿hasta cuando la humanidad va a tener suerte?
Otros desapercibidos
Para recordar que esta amenaza está latente, Ferrín recuerda que hace un par de meses “nos salvamos por los pelos de dos impactos semejantes en intensidad”. Se refiere a lo que pasó el 17 y el 19 de marzo pasados.
Dos días antes del 17 de marzo, un asteroide denominado 2020 FD2 por el Centro de Pequeños Planetas de la Unión Astronómica Internacional y descubierto por astrónomos del Observatorio de la Montaña Púrpura en China, pasó por su mínima distancia a la Tierra, a tan solo 0,72 distancias a la Luna, o 52 radios terrestres. Los astrónomos planetarios estaban preocupados. Su tamaño estimado era de unos 25 metros, por lo que su poder destructivo era mayor que el impacto de Chelyabinsk, explica Ferrín.
Solo un par de días después, el 19 de marzo, astrónomos del mismo observatorio descubrieron al asteroide 2020 FL2, de unos 19 metros y cuyo mínimo acercamiento a la Tierra era de tan solo 0,37 distancias a la Luna o 19 radios terrestres. Ferrín advierte: “Un pequeño desplazamiento de unos miles de kilómetros, y hubiera impactado al planeta”.
Aunque la Nasa tiene un proyecto de búsqueda de asteroides potencialmente peligrosos para la Tierra (Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra en el Laboratorio de Propulsión a Chorro), “estas dos rocas se colaron entre las redes sin ser detectados. Por un pelo pudieron haber chocado con nuestro planeta, y sin previo aviso”.
Este proyecto tiene la tabla de riesgos Sentry como parte de un sistema de monitoreo de colisiones altamente automatizado que escanea continuamente el catálogo de asteroides más actual en busca de posibilidades de impacto futuro con la Tierra en los próximos 100 años. Solo que estar en una “tabla de riesgos” no significa que exista un riesgo real, así como no estarlo no significa que haya ausencia de riesgo