Briceño, piloto de proyectos de paz que aún no cuajan
Gobierno y Farc ensayaron planes de desminado y sustitución de cultivos de uso ilícito. Esta es la realidad de esos experimentos.
El 29 de mayo de 2015 y el 10 de julio de 2016 fueron fechas clave para el municipio de Briceño. En esos días, respectivamente, el Gobierno del entonces presidente Juan Manuel Santos y las Farc daban inicio a los planes piloto de desminado humanitario y sustitución de cultivos de uso ilícito. Las esperanzas de todo un país respecto al funcionamiento y resultados del proceso de paz con esa guerrilla, estaban puestas en esa montañosa población del norte de Antioquia.
Durante el anuncio de proyectos de exploración de la sustitución, desde la Habana, Cuba, tanto el gobierno como las Farc anunciaron: “esto puede ser el principio del fin del tema de los cultivos ilícitos en Colombia y el desarrollo de la economía campesina en el marco de la actividad legal”, dijo el representante del Gobierno Eduardo Díaz, mientras que el ahora disidente Iván Márquez, quien para 2016 era el jefe de la mesa de negociación de Farc, dijo que “Briceño con su ejemplo, provocará la motivación del país rural”.
Pero han pasado cinco años de esos anuncios para un municipio que fue escenario de guerra y después pasó a ser llamado “el laboratorio de la paz”, y parece que todo se hubiera derrumbado.
EL COLOMBIANO constató que actualmente en Briceño volvió la preocupación por la reinstalación de minas antipersonal en diferentes veredas, incluida Orejón, donde se hizo el plan piloto de desminado, además, las promesas de cambio en economías del campo hizo que los labriegos que cultivaban la hoja de coca arrancaran el 99% de las matas -para 2016 habían 750 hectáreas cultivadas según Naciones Unidas-, pero hoy, muchos aún no inician con los proyectos productivos que les ayudarán con su sustento.
Además, volvieron a sentir el terror impuesto por el fusil con normas que afectan a la población civil, como cuando la guerra estaba en todo su furor.
Realidad con las minas
El plan piloto de desminado se hizo en la vereda Orejón. Su ejecución, en la que participaron soldados del Ejército, excombatientes de las Farc y organizaciones internacionales,
tuvo una duración de 20 meses y el 21 de diciembre de 2016 se entregaron, de manera oficial, 19.849 metros cuadrados de terreno libre de sospecha de artefactos explosivos (se destruyeron 46) que fueron instalados por guerrilleros del frente 36 de las Farc durante el conflicto armado cuando ese grupo ostentaba las armas.
Esas actividades de limpieza de explosivos se expandieron en al menos 20 veredas del municipio, sin embargo, en esa zona de Antioquia se dio también el inicio de las disidencias del frente 36 de las Farc (ver paréntesis), y en medio de su expansión y actos delictivos, tal como lo confirma la Séptima División del Ejército, volvieron a instalar minas antipersonal en los caminos veredales que ya habían sido despejados.
“Los grupos armados organizados donde delinquen colocan artefactos explosivos improvisados como una forma de evitar que el Ejército les llegue, pero también como una forma de atentar contra la población civil: les cierran los caminos a nuestros campesinos, les cierran el pastoreo y las actividades agrícolas”, dijo el general Juan Carlos Ramírez, comandante de la Séptima División del Ejército, cuando una