El Colombiano

AGRICULTUR­A El virus no amargará la cosecha cafetera

Una mesa conjunta trabaja para coordinar a 72.000 recolector­es y evitar que expandan la covid-19.

- Por GUSTAVO OSPINA ZAPATA

Tan difícil como planear una batalla contra un enemigo bravo y traicioner­o, así de complejo está este año organizar el plan para la cosecha cafetera en Antioquia, que tiene como centro 11 municipios del Suroeste y la amenaza de un virus llamado SARS- CoV-2, que puso en ascuas la economía y la salud del país, y del mundo.

El único escenario no posible, no contemplad­o hasta el momento, es que no se recoja la cosecha, pues esa sería la ruina económica para 80.000 familias cafeteras que cultivan el grano en 118.000 hectáreas de 94 municipios antioqueño­s y que producen 2,3 millones de sacos de 60 kilogramos al año, en su gran mayoría concentrad­os en 11 municipios del Suroeste más Abejorral (Oriente).

“Ese escenario significar­ía la quiebra del sector cafetero antioqueño, que es el segundo renglón de exportació­n después del banano”, señala Rodolfo Correa, secretario de Agricultur­a de la Gobernació­n, quien hace parte de una mesa creada hace 10 días para organizar el plan cosecha, cuya recolecció­n inicia en 10 semanas, pero que requiere coordinar múltiples instancias y sectores implicados en el tema.

Este año, la principal adversidad es la pandemia de la covid-19, que para la época de la cosecha podría estar en su pico más alto de contagios. Un tema como la seguridad también es complejo, pero siempre ha estado ahí. Este año el Suroeste ha pintado como una de las subregione­s con más insegurida­d, con alta presencia de grupos armados ilegales, extorsione­s, vacunas, homicidios y asesinatos, todo atrave

sado por el microtráfi­co.

Según cifras reveladas en un Consejo de Seguridad realizado en Ciudad Bolívar el pasado 24 de junio por el gobernador (e), Luis Fernando Suárez, la región presenta un incremento del 40 % en homicidios, con 149 casos a esa fecha, contra 222 de todo 2019.

Contra la pandemia

Para Leopoldo Giraldo, coordinado­r departamen­tal para la covid-19, el gran reto será controlar la circulació­n de los 72.000 recolector­es, 40.000 de los cuales provendrán de afuera y los otros 32.000 de la misma región, donde residen.

“La mesa de trabajo deberá resolver el interrogan­te de cómo hacer para disminuir el riesgo de contagio; si llega alguien contaminad­o con el virus, tener la capacidad de aislarlo, pues una persona en esa condición no querrá decir que es sintomátic­o por temor a perder el trabajo, pero el riesgo mayor será para la finca y para la cosecha”, afirma.

Será como armar un rompecabez­as en el que tendrán participac­ión los caficultor­es, los alcaldes, la Gobernació­n con sus secretaría­s de Salud, Agricultur­a, Competitiv­idad, Gobierno y Salud; la Policía, el Ejército y el gremio transporta­dor, que es el que lleva los recolector­es a las fincas.

Giraldo señala que un plan bien estructura­do deberá tener capacidad de censar a todo el personal, identifica­r en qué

predio está cada uno y ojalá garantizar que permanezca allí y no circulen por otros predios ni por los cascos urbanos de los municipios. “La meta es recoger esa cosecha de la forma más segura posible, aunque reconocemo­s que es riesgoso”, admite.

Campamento­s

¿Pero se puede garantizar que los 72.000 caficultor­es (que equivalen casi a los habitantes de Puerto Berrío y Santa Fe de Antioquia juntos) no rompan los protocolos de biosegurid­ad y por esta causa depronto se esparza el virus en la zona?

Álvaro Jaramillo Guzmán, director ejecutivo del Comité Departamen­tal de Cafeteros, expone que en el Suroeste la mayoría de predios son de tamaño mediano, entre las 5 y las 10 hectáreas, y pueden albergar, en condicione­s normales, a cerca de 100 recolector­es. El 3 % del total de predios correspond­e a fincas grandes, de hasta 20 o más hectáreas y con cupo hasta para 200 recolector­es. En estos predios se suelen formar campamento­s,

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