AGRICULTURA El virus no amargará la cosecha cafetera
Una mesa conjunta trabaja para coordinar a 72.000 recolectores y evitar que expandan la covid-19.
Tan difícil como planear una batalla contra un enemigo bravo y traicionero, así de complejo está este año organizar el plan para la cosecha cafetera en Antioquia, que tiene como centro 11 municipios del Suroeste y la amenaza de un virus llamado SARS- CoV-2, que puso en ascuas la economía y la salud del país, y del mundo.
El único escenario no posible, no contemplado hasta el momento, es que no se recoja la cosecha, pues esa sería la ruina económica para 80.000 familias cafeteras que cultivan el grano en 118.000 hectáreas de 94 municipios antioqueños y que producen 2,3 millones de sacos de 60 kilogramos al año, en su gran mayoría concentrados en 11 municipios del Suroeste más Abejorral (Oriente).
“Ese escenario significaría la quiebra del sector cafetero antioqueño, que es el segundo renglón de exportación después del banano”, señala Rodolfo Correa, secretario de Agricultura de la Gobernación, quien hace parte de una mesa creada hace 10 días para organizar el plan cosecha, cuya recolección inicia en 10 semanas, pero que requiere coordinar múltiples instancias y sectores implicados en el tema.
Este año, la principal adversidad es la pandemia de la covid-19, que para la época de la cosecha podría estar en su pico más alto de contagios. Un tema como la seguridad también es complejo, pero siempre ha estado ahí. Este año el Suroeste ha pintado como una de las subregiones con más inseguridad, con alta presencia de grupos armados ilegales, extorsiones, vacunas, homicidios y asesinatos, todo atrave
sado por el microtráfico.
Según cifras reveladas en un Consejo de Seguridad realizado en Ciudad Bolívar el pasado 24 de junio por el gobernador (e), Luis Fernando Suárez, la región presenta un incremento del 40 % en homicidios, con 149 casos a esa fecha, contra 222 de todo 2019.
Contra la pandemia
Para Leopoldo Giraldo, coordinador departamental para la covid-19, el gran reto será controlar la circulación de los 72.000 recolectores, 40.000 de los cuales provendrán de afuera y los otros 32.000 de la misma región, donde residen.
“La mesa de trabajo deberá resolver el interrogante de cómo hacer para disminuir el riesgo de contagio; si llega alguien contaminado con el virus, tener la capacidad de aislarlo, pues una persona en esa condición no querrá decir que es sintomático por temor a perder el trabajo, pero el riesgo mayor será para la finca y para la cosecha”, afirma.
Será como armar un rompecabezas en el que tendrán participación los caficultores, los alcaldes, la Gobernación con sus secretarías de Salud, Agricultura, Competitividad, Gobierno y Salud; la Policía, el Ejército y el gremio transportador, que es el que lleva los recolectores a las fincas.
Giraldo señala que un plan bien estructurado deberá tener capacidad de censar a todo el personal, identificar en qué
predio está cada uno y ojalá garantizar que permanezca allí y no circulen por otros predios ni por los cascos urbanos de los municipios. “La meta es recoger esa cosecha de la forma más segura posible, aunque reconocemos que es riesgoso”, admite.
Campamentos
¿Pero se puede garantizar que los 72.000 caficultores (que equivalen casi a los habitantes de Puerto Berrío y Santa Fe de Antioquia juntos) no rompan los protocolos de bioseguridad y por esta causa depronto se esparza el virus en la zona?
Álvaro Jaramillo Guzmán, director ejecutivo del Comité Departamental de Cafeteros, expone que en el Suroeste la mayoría de predios son de tamaño mediano, entre las 5 y las 10 hectáreas, y pueden albergar, en condiciones normales, a cerca de 100 recolectores. El 3 % del total de predios corresponde a fincas grandes, de hasta 20 o más hectáreas y con cupo hasta para 200 recolectores. En estos predios se suelen formar campamentos,