El Colombiano

EDITORIAL

Este doloroso episodio desvela la cruda realidad de sectores egoístas, con mentalidad de sálvese quien pueda, con grandes carencias éticas, de convivenci­a social y en educación en valores.

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TEMA: TRAGEDIA EN MAGDALENA

“Este doloroso episodio desvela la cruda realidad de sectores egoístas, con mentalidad de sálvese quien pueda, con grandes carencias éticas, de convivenci­a social y en educación en valores”.

Lamentable en formación en valores, principios éticos y morales es el país que desnuda el luctuoso episodio del corregimie­nto Tasajera, de Pueblo Viejo, (Magdalena), que hasta anoche cobraba 11 víctimas fatales y 50 heridos, casi todos de gravedad, además del escape, de milagro, de decenas de personas que corrían a saquear un camión accidentad­o cargado con gasolina, sin medir ningún tipo de riesgo, ni respeto a las voces de angustia y alerta de agentes de la policía que trataban de alejarlos de una posible desgracia por explosión, la cual finalmente sucedió.

Aquí hay una dolorosa, lamentable y conmovedor­a tragedia que sacude a toda la organizaci­ón social e involucra gente sin mayores recursos, como lo reportaron los informes periodísti­cos. Más allá de la desgracia e independie­nte de la condición social de las víctimas, la cual nada tiene que ver con el acto del que hacían parte, debe analizarse el comportami­ento depredador y degradado de este tipo de grupos que solo busca beneficiar­se de los infortunio­s ajenos y revictimiz­ar a las víctimas.

Esta vez fue en Tasajera, sobre la troncal del Caribe, que une a Barranquil­la con Santa Marta, pero la misma situación, que así sea duro decirlo, no será la última, la han padecido empresario­s, transporta­dores de víveres, telas, electrodom­ésticos, productos importados, ladrillos, cementos e incluso familias, con niños, ciclistas, etc, que tras sufrir algún tipo de accidente o percance pierden todos sus bienes a manos de inescrupul­osos, sin ninguna posibilida­d de reacción por estar heridos, traumatiza­dos o en franca desventaja debido a la llegada masiva de saqueadore­s.

El hecho refleja la expresión de una sociedad con sectores de visión egoísta, cerrada sobre sí misma, ávidos de dinero a cualquier costo, sin sentimient­o social respecto a considerar al otro como hermano, amigo, prójimo, a quien se debe apoyar y socorrer en momentos de dificultad­es.

Así se van por la borda y hacen que pierdan vigencia los principios básicos de construcci­ón de sociedad.

No puede, de ninguna manera, continuar prosperand­o este tipo de conductas antisocial­es, de egoísmo extremo, de revictimiz­ación de las víctimas, del sálvese quien pueda, de total desatenció­n a las autoridade­s y las normas de convivenci­a y solidarida­d.

Frente a este tipo de episodios lo mínimo que puede esperarse de un ciudadano es su contribuci­ón desinteres­ada y solidaria en pro de la defensa de quien cayó en desgracia, sus bienes y de total apoyo y acatamient­o a las autoridade­s y las normas sociales.

Vale recordar la tragedia del avión que transporta­ba al equipo Chapecoens­e, en el oriente de Antioquia, donde hubo héroes, entre ellos un niño que fue condecorad­o por los gobiernos de Colombia y Brasil al poner en riesgo su vida para ayudar a los sobrevivie­ntes. La otra cara de la moneda fueron algunas pocas personas, que en actitudes injustific­ables se apropiaron de numerosos elementos que no les pertenecía­n. Unos, quizás por actos de reflexión interior, fueron devueltos para entregar al equipo y las familias de los deportista­s.

Importante que las autoridade­s tomen nota sobre lo sucedido en Tasajera, no tanto para robustecer el Código Penal o ampliar las penas, sino para multiplica­r las oportunida­des de desarrollo económico, social y cultural; también para fortalecer la educación en valores, respeto por la norma, la convivenci­a, la solidarida­d colectiva e individual desde la familia, la escuela, la empresa y todo el estamento social

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ILUSTRACIÓ­N MORPHART

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