Energía solar ilumina a floricultores
A 49 familias campesinas de San Cristóbal les llegó un apoyo en plena cuarentena del covid-19
Es un proyecto público que se concretó en plena cuarentena y cobija a 49 familias dedicadas a estos cultivos en el corregimiento San Cristóbal de Medellín. Le contamos los beneficios.
ARancho Viejo, la finca donde el campesino Édgar Correa vive con su familia, arribaron en marzo pasado los nuevos paneles solares que viajaron más de 15 mil kilómetros desde China hasta las huertas del corregimiento de San Cristóbal, en el occidente de Medellín.
Llegaron, luego de un proyecto público que inició a mediados del 2019, para aportar con energías renovables en la iluminación nocturna que requieren cierto tipo de flores que se producen allí y que son comercializadas en plazas de mercado de la capital antioqueña y de otras ciudades del país.
“Era la primera vez que escuchaba de paneles solares, nunca nos imaginamos que nos iban a tener en cuenta y que la energía del sol servía para eso. Aquí cultivamos lo que llaman el impérico - o cafeto - que son flores de follaje que sirven para ramos y que requieren de iluminación nocturna todos los días”, cuenta el hombre de 45 años que trabaja con flores desde que salió del colegio hace casi tres décadas.
De los cerca de 200 bombillos que tiene instalados en su parcela para controlar el crecimiento de las flores, ahora Édgar y su familia tienen 90 que se alimentan de los paneles solares. El ahorro en las facturas de energía lo calcula en un 40 % y ha representado cerca de $90.000 mensuales.
La materialización del proyecto llegó además en un momento complejo para el gremio. Édgar, como muchos productores de San Cristóbal, tuvieron que recolectar sus producciones y desechar las flores porque no tenían compradores:
“Estuvimos siete semanas donde tuvimos que botar la flor. Fue un momento muy duro y se perdió mucha producción porque todo estaba cerrado, pero ahora por fortuna se ha estado normalizando”, contó.
Además de los impéricos que son flores con una frutica roja o blanca similar a la cereza del café, Édgar y su familia cultivan Gypsophila, también
utilizada como follaje y muy popular en matrimonios y primeras comuniones. Tres veces por semana dejan parte de su producción en la Plaza de La América y la Placita de Flórez.
El germen del proyecto
La idea de dotar con paneles solares a los floricultores del corregimiento de San Cristóbal comenzó a cocinarse en junio del 2019 con recursos del PAM (Proyecto Agropecuario Municipal) luego de un ejercicio donde se priorizó el proyecto. En San Cristóbal se seleccionaron a 49 familias, de ocho veredas, que cultivan flores de follaje que requieren de iluminación nocturna.
Juliana Colorado, subsecretaria Desarrollo Rural de Medellín, celebró que el proyecto va en la misma vía con el propósito del Municipio de ecociudad y con vincular la tecnología al desarrollo social y económico del campo.
“El objetivo primordial es que se disminuyan los costos de producción y que represente un cambio monetario significativo para nuestros productores rurales. Nuestros corregimientos están muy desconectados y aislados, no solo en energías limpias, sino en conectividad y allí tenemos una deuda histórica por lo que la idea es que se extienda a otros corregimientos”, dijo.
Los sistemas fotovoltaicos instalados están diseñados para iluminar 1.000 metros cuadrados, cada uno con 90 bombillos LED, de 4.5 vatios.
David Beltrán, ingeniero electricista de la Subgerencia de Ejecución de Proyectos de la EDU, explicó que cada campesino recibió tres paneles solares, cada uno de 360 vatios, los cuales generan energía eléctrica y se almacenan en un banco de batería para que se pueda aprovechar en las horas de la noche.
De manera automática las bombillas se encienden de manera ininterrumpida entre las 9:00 de la noche y las 3:00 de la mañana y los campesinos solo deben garantizar que no caigan hojas o basura a los paneles para que no se afecte la captación de energía.
Los paneles fueron importados de China, tienen capacidad para desarrollar una autonomía de dos días con baja radiación y tienen una vida útil de 25 años.
Cada instalación completa por finca (paneles, inversores, controladores) costó alrededor de $16 millones, con lo que la suma total invertida con recursos públicos fue de cerca de $790 millones.
Más historias campesinas
Tulio Torres ( 63 años), don Tulio, se resguarda del Sol en el techo de los paneles solares y saborea un café caliente mientras contempla su cultivo de pompones.
El hombre mira los invernaderos y siembra una frase categórica que rara vez se marchita: “hacer lo que a uno le gusta es muy bueno”.
La mitad de su parcela La Florida, también en la vereda San José de la Montaña, hoy se ilumina con energía derivada de los paneles solares y la otra mitad con energía convencional que le suma en la factura de servicios públicos.
“Conforme me dejaron la instalación de los paneles así