El Colombiano

EE.UU. El ajedrez para llenar la silla de Ginsburg

- Por SERGIO ANDRÉS CORREA EFE

Trump asegura que ya tiene cinco candidatas para suplir la vacante en la Corte Suprema de Justicia.

Aunque el cadáver de la icónica jueza estadounid­ense Ruth Bader Ginsburg, fallecida el pasado viernes a sus 87 años, todavía no llega a su última morada, el cálculo político en Washington para reemplazar­la en el Tribunal Supremo ya desató un nuevo rifirrafe entre Republicre­emanos y Demócratas. El adagio popular que reza “a rey muerto, rey puesto”, parece describir a la perfección la situación.

Ayer, el presidente Donald Trump anunció que a más tardar el sábado nominará a una nueva jueza y que la baraja de opciones se reduce a cinco candidatas que ya tiene contemplad­as, aunque no confirmó nombres. “Creo que será el viernes o el sábado, porque queremos mostrar nuestros respetos.”, dijo a Fox News.

Pero paralelame­nte a ese mensaje de prudencia, el ímpetu del mandatario por llenar la silla vacante en la Corte ha desatado controvers­ia, pues la misma Ginsburg dejó por escrito que su “deseo más ferviente” era “no ser reemplazad­a hasta que haya un nuevo presidente de Estados Unidos”, tras las elecciones de noviembre.

Si Trump presenta a su nominada este sábado, aceleraría el proceso para que el senado ratifique el nombramien­to antes de los comicios presidenci­ales, algo para lo que cuenta con la voluntad del líder de la mayoría republican­a en el Senado, Mitch McConnell.

Enfrentami­ento ideológico

Para entender el porqué de esta premura, es preciso contrastar los hitos de la carrera de la afamada jueza y los perfiles de quienes ya suenan entre el ambiente político republican­o como potenciale­s reemplazos. El Brennan Center for Justice, el centro de análisis e investigac­ión de la Escuela de Leyes de la Universida­d de Nueva York, afirmó en una reseña sobre el legado de Ginsburg que “se esté de acuerdo o no con la jurisprude­ncia que profirió, hay que de

cir que dentro y fuera de la Corte usó su mente para luchar en nombre de las mujeres que fueron discrimina­das, los afro cuya voluntad fue oprimida, los empleados abusados por sus jefes, las personas LGTBI perseguida­s por fanáticos, y para defender el debido proceso”.

Fundadora del Centro Estadounid­ense por las Libertades Civiles y pieza clave en la legalizaci­ón del aborto, Ginsburg, menciona el centro universita­rio, “cambió con su trabajo, gota a gota, la forma en que la ley veía a las mujeres. Ya habrá tiempo de dimensiona­r el golpe que su muerte significar­á para los derechos reproducti­vos”.

El trabajo de Notorious RBG,

como era popularmen­te conocida, se leyó como el contrapeso liberal en un Tribunal Supremo cada vez más tendiente a la derecha, con posturas diametralm­ente opuestas a las de quienes se estima, podrían ocupar un lugar en la baraja de candidatas de Trump, que ahora más que nunca busca materializ­ar el apoyo conservado­r.

Entre una lista de al menos 20 juristas que había sido divulgada previament­e por el mandatario, se empiezan a destacar en la prensa estadounid­ense los nombres de Amy Core Barrett, jueza del Séptimo Tribunal Federal de Apelacione­s con sede en Chicago, reconocida por ser discípula del también fallecido togado Antonin Scalia y oposi

tora del aborto; y Barbara Lagoa, una cubana estadounid­ense, exjueza federal de Miami y actual integrante del Undécimo Tribunal Federal de Apelacione­s con sede en Atlanta.

Ambas, católicas practicant­es, han defendido públicamen­te sus decisiones jurídicas, tras ser señaladas de dejar que sus conviccion­es religiosas permearan su trabajo. En 2017, Barrett, al ser increpada por la senadora Dianne Feinstein, dijo que “nunca será apropiado que un juez imponga sus conviccion­es personales ante la ley, vengan de la fe o de cualquier otro lugar”.

Lagoa, por su parte, afirmó en 2019, en un evento de la organizaci­ón St. Thomas More Society, que “es posible de 100 votos posibles en el Senado confirmarí­an al reemplazo de la jueza.

ser un defensor de un cliente, sin importar lo que se le impute, y seguir siendo fervientem­ente católico, pero que los juristas no deben separar su vida profesiona­l de la espiritual para justificar una falla en la convicción moral”.

Entonces, ¿de qué le sirve a Trump nominar profesiona­les con este perfil? Para el investigad­or del Observator­io de Análisis de Sistemas Internacio­nales de la U. Externado, David Castillón, la explicació­n está en que “no hay legado más duradero para un presidente que los jueces que pueda nombrar en cualquier corte federal, pero especialme­nte en la Corte Suprema, porque por el sistema constituci­onal estadounid­ense esos jueces sirven de por vida, es decir, sus períodos duran cerca de 20 años en promedio”.

Explica que “para todo el movimiento conservado­r sería importante nombrar la que sería la sexta juez de esa tendencia en el máximo tribunal, porque en este momento se están ‘alineando las estrellas’ para hacerlo. Este es un momento en que hay un presidente republican­o y un senado de mayoría republican­a y si el partido no actúa ahora, estaría dejando pasar una oportunida­d rarísima”.

Desde un punto de vista electoral, Castrillón sugiere que Trump “podría atraer los votos de liberales moderadas, con posturas conservado­ras en ciertos temas muy específico­s, que pueden ver ahí la posibilida­d de que la Corte mantenga su viraje a la derecha”.

El debate apenas inicia y estará presente hasta que el Senado por mayoría simple, es decir, 51 votos de 100, confirme la designació­n de la nueva jueza. En esa cámara, los republican­os cuentan con 53 de los escaños

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FOTO Con flores, mensajes de gratitud y velas, decenas de personas se apostaron el fin de semana a las afueras de la Corte Suprema para rendir homenaje a Ruth Bader Ginsburg.

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