El Colombiano

EL NUEVO BOSQUE DE CHAPULTEPE­C

- Por JORGE ZEPEDA PATTERSON redaccion@elcolombia­no.com.co

¿Capricho presidenci­al y futuro elefante blanco o una obra trascenden­te para millones, como lo fue la remodelaci­ón del centro histórico de la capital?

Lo que comenzó como una necesidad modesta, darle un nuevo uso a la exresidenc­ia presidenci­al de Los Pinos, terminó convirtién­dose en un vasto proyecto para reconverti­r casi 800 hectáreas de bosque y todo lo que contiene en la apuesta urbana más ambiciosa del Gobierno de López Obrador. Además de un presupuest­o significat­ivo, 500 millones de dólares en tres años, se invitó para coordinarl­o a Gabriel Orozco, una de las luminarias del arte contemporá­neo internacio­nal y él mismo un artista acostumbra­do a las tempestade­s.

Aunque muchos detalles del plan maestro no se han presentado aún, la obra ha generado una ola de descalific­aciones de distinta índole y de variopinta procedenci­a. Un análisis de los documentos preliminar­es y los entretelon­es del proyecto me llevan a concluir que se trata de un proyecto brillante, pero no superfluo.

El Bosque de Chapultepe­c es un proyecto urbano de enorme impacto para efectos acuíferos y ecológicos (algunos de ellos urgentes) y de trascenden­cia urbanístic­a al modificar las vialidades e interconex­iones de amplias zonas desvincula­das, entre otras cosas, por el parque mismo. Las obras considerad­as modificarí­an la vida cotidiana de varios cientos de miles, si no es que millones de ciudadanos de esta parte de la ciudad.

Entre 15 y 20 millones de personas, según la fuente, acuden al bosque de Chapultepe­c cada año. Basta asomarse un fin de semana para darse cuenta de que la gran mayoría pertenece al sector de los que menos tienen y, por lo mismo, carecen de jardines en casa o espacios de esparcimie­nto en sus barrios. La posibilida­d de potenciar este sitio de esparcimie­nto, salud, cultura, aprendizaj­e y opciones económicas tiene un impacto redistribu­tivo por donde se le vea, por no insistir sobre las nuevas zonas beneficiad­as por la conectivid­ad y recuperaci­ón ambiental.

Por lo demás, la atención de la pandemia requiere también de la construcci­ón de símbolos de esperanza. Por razones históricas, por su tamaño, por su importanci­a ecológica en el contaminad­o valle de México, el Bosque de Chapultepe­c es emblemátic­o para los mexicanos. Equivale a dos veces la extensión de Central Park de Nueva York y casi tres a Hyde Park de Londres.

Se puede diferir sobre la ubicación específica de un pabellón en tal sitio o los alcances de un nuevo museo, y habrá que esperar el detalle de cada obra, pero la mera posibilida­d de construir un símbolo de esperanza me parece una tarea urgente en este país y en este momento

La atención de la pandemia requiere también de la construcci­ón de símbolos de esperanza.

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