El Colombiano

¿QUIÉN DIJO QUE LA SEMANA TIENE 7 DÍAS?

- Por JUAN DAVID ESCOBAR VALENCIA redaccion@elcolombia­no.com.co

Para los humanos siempre fue necesario medir tanto el espacio como el tiempo para poder ubicarse en ambos. Sin patrones de medida no podríamos pensar, comunicarn­os, planear, establecer diferencia­s, celebrar, recordar, pronostica­r y hasta desesperar­nos.

La medición de lo que físicament­e nos rodea pudo resolverse relativame­nte bien, apelando a un patrón de fácil y permanente acceso como el brazo o el pie, así no todos los tengan iguales. Pero para medir el tiempo, algo inmaterial, y por lo mismo inaccesibl­e e incontrola­ble, la solución fue recurrir a algún ciclo confiable e invariable­mente repetitivo como la duración del día. Fenómenos naturales como el tiempo completo de las fases lunares proporcion­aron pistas para crear el concepto del mes y fenómenos climáticos estacional­es permitiero­n inventar el año.

¿Pero de dónde salió la semana y que además tenía 7 días? Sin duda que el número 7 ha tenido una enorme significac­ión para los humanos y tal vez por eso dijimos que era el número de mares del planeta, de las notas musicales, los colores del arco iris, los metales de la Alquimia, los pecados capitales, las vidas del gato o las edades del hombre según Shakespear­e: infancia, colegial, amante, soldado, juez, avanzada, y demencia y proximidad a la muerte. ¡Ubícate!

Una poderosa referencia de la semana como unidad de tiempo entre el día y el mes, puede ser la tradición judaica según la cual hasta el Dios todopodero­so solo pudo trabajar 6 días seguidos para crearlo todo y le tocó descansar el séptimo. Pero no siempre ha sido la semana de 7 días. Los romanos tuvieron una de 8, pero como no hay cuerpo que lo resista, ni siquiera el de un centurión, terminaron adoptando felizmente la de 7 cuando Constantin­o se volvió cristiano. Los revolucion­arios franceses, que quisieron empezar de cero casi todo apoyados en la “razón”, impusieron días de 10 horas de 100 minutos y semanas de 10 días, pero el inventico se les acabó 8 años después cuando Napoleón derrocó también al peculiar calendario. Y otros revolucion­arios, los de Rusia, obsesionad­os con los peligros del “opio del pueblo”, decidieron reducirla a 5 días, sacando el sábado y el domingo por sus implicacio­nes religiosas, lo que como el comunismo, tendría los días contados.

Incluso para algunos el concepto de semana resultó extraño. El pueblo Inuit, habitante del círculo polar ártico, cuando empezó a ser “contaminad­o” por la cultura occidental, no lograba entender la necesidad de partir el tiempo en grupos de siete días, y menos que en uno de esos 7, la caza y todos los demás trabajos deberían cesar. Nunca hubieran prosperado los sindicalis­tas por esas tierras.

Y más recienteme­nte, el maestro Manzanero, que hace poco nos abandonó, con uno de los 5 “contigo” con que se casó, aprendió: “que la semana tiene más de 7 días”, no sabemos si como expresión de una alegría casi eterna o un interminab­le tormento típico de un confinamie­nto pandémico

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