CUENCA DE PIEDRAS BLANCAS SERÁ UN BOSQUE NATIVO
Las cuencas de Piedras Blancas y La Honda se transformarán en un bosque nativo. Esta es la historia
Un plan integral de manejo forestal busca transformar las plantaciones actuales en esta zona del Oriente de Medellín para preservar los nacimientos de agua, los primeros que surtieron el acueducto municipal hace 100 años. Esta es la historia.
Desde hace 150 años la atención de los dirigentes de Medellín ya estaba puesta en las aguas de la cuenca de Piedras Blancas, incluso antes de que se implementaran las redes de energía eléctrica y del transporte público. Su importancia no ha menguado, al contrario.
EPM, de la mano de la Corporación Arví, arrancó esta semana la primera cosecha de las plantaciones que ya cumplieron su ciclo de vida en las cuencas de Piedras Blancas y La Honda, con el propósito de restaurarlas por medio de la siembra de 10.000 especies nativas en julio próximo.
Estas acciones se ejecutan en el marco del quinto año de implementación del Plan Integral de Manejo Forestal (Pimf), que traza la ruta a seguir para la conservación de estos puntos en un periodo de 35 años.
Las zonas en cuestión corresponden a los lotes 120 y 319 de Piedras Blancas, que para esta fase equivalen a un área autorizada del 1,8% de un total de 13,8 hectáreas.
El volumen de madera a extraer, según EPM, será de aproximadamente 3.100 árboles en ambos lotes.
Guillermo Vásquez, decano de la facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Medellín, institución que también acompañó la formulación del Pimf, explica que este plan es un instrumento de ingeniería forestal que permite definir los rodales a cosechar en las cuencas, cuáles deben plantarse, en qué momentos y bajo qué prácticas silviculturales.
Un punto estratégico
Actualmente, Piedras Blancas y La Honda son identificadas por la relación que guardan con el parque ecoturístico Arví (ver Gráfico). Sin embargo, la zona se hizo vital para la industrialización y composición urbana del Aburrá desde el siglo XIX. Para entonces, cuenta Vásquez, el Municipio y el Concejo comenzaron a buscar fuentes de agua para el consumo de los habitantes.
Así, en 1890, se compró el acueducto de Piedras Blancas y, al año siguiente, se ordenó la conducción de agua potable desde la quebrada Santa Elena y la construcción de su acueducto, según Álvarez y Chicangana (2015).
Entrada la segunda década del siglo XX, la capital antioqueña logró la municipalización anhelada de sus servicios públicos. Según Botero Herrera y Villegas (2000), las Empresas Públicas Municipales tomaron a su cargo varios de los servicios modernos, entre ellos el acueducto de Piedras Blancas.
En ese contexto, los dirigentes de la ciudad se vieron en la necesidad de restaurar los bosques de la zona, “pues el lugar sufrió deterioros debido a las actividades de minería prehispánica que allí se ejecutaron”, especifica María del Pilar Restrepo, jefe de la Unidad de Conservación del Agua de EPM.
Afirma que después de la creación del embalse de Piedras Blancas y la posterior constitución de EPM, a mediados de los 50 (ver Cronología), se comenzó a trabajar en la reforestación de la zona con el aliado académico que hoy los acompaña en este nuevo viaje, la Universidad Nacional.
Al respecto, Vásquez describe que en ese tiempo “se trajeron especies de ciprés, pino pátula y eucalipto. Allí se hicieron las primeras reforestaciones con especies de coníferas introducidas a la flora de Colombia”, detalla.
Un plan que avanza
¿Qué pasó? ¿Cuál es el porqué de la cosecha? Adriana Pérez Guzmán, subdirectora de Sustentabilidad Ambiental de la Corporación Parque Arví, explica que los árboles ya cumplieron su función de regular las hidrologías de la zona. La restauración actual con especies nativas busca fortalecer las condiciones favorables del ciclo del agua, proteger la fauna y propiciar la llegada de nuevas especies que habían sido desplazadas.
“Es necesario dar a conocer la importancia de la restauración como estrategia para la regulación hídrica”.
MARÍA DEL PILAR RESTREPO
Unidad de Conservación de Agua EPM
Expone que el Pmfi lleva cuatro años de ejecución, y ha recuperado áreas, restaurado claros (puntos sin vegetación, por talas producidas por el hombre o caída de árboles) y rescatado especies nativas.
Estas últimas, van al vivero de EPM y luego se regresan a terrenos que les permiten crecer de manera sana y mejorar la calidad de los rodales y del bosque.
Restrepo agrega que también se ha trabajado en el control de especies invasoras, como el ojo de poeta, el manejo de la regeneración natural, el ahuyentamiento de fauna, y en pedagogía con los habitantes de la zona, ya que “es necesario dar a conocer la importancia de la restauración, como estrategia para la regulación hídrica y de los servicios ecosistémicos del bosque”, sentencia.
Otros programas
Además del Pmfi, que está pensado a largo plazo, en la zona de las cuencas se desarrollan diferentes actividades de conservación y recuperación. Restrepo expone que cada año se restauran predios
privados, con el propósito de generar interconexión entre los territorios; y se cuenta con un programa de fomento forestal, que incentiva la siembra de árboles con el apoyo de las comunidades del lugar.
Pérez habla, por su parte, sobre la iniciativa de hogares sostenibles, que articula huertas caseras, manejo de residuos sólidos, separación en la fuente, entre otras acciones; y describe los ecosistemas de emprendimiento rural, los cuales les permiten a los locales aprovechar los recursos que generan los bosques, para transformarlos y mejorar sus posibilidades de sustento. También se trabaja en actividades de apropiación social y cultural, como los Jóvenes viven Arví, grupos organizados y visitas a las instituciones.
La primera cosecha de las plantaciones se realiza como proyecto de restauración de mínimo impacto e incluye la construcción de caminos forestales para transportar la madera a cortar de modo seguro, sostiene EPM. Vásquez, finalmente, aclara que todos los poblados importantes dependen de sus recursos cercanos, como es el caso del Aburrá y las cuencas de las quebradas Piedras Blancas y La Honda, y advierte como necesarios este tipo de planes, como se hizo hace más de 60 años. “No es talar por talar. La iniciativa le apunta a la conservación y mejora del ecosistema que conforman estas cuencas”, concluye Restrepo