El Colombiano

EL RESURGIR DE LAS HABILIDADE­S BLANDAS

- Por SARA BERBEL SÁNCHEZ redaccion@elcolombia­no.com.co

Barack Obama fue entrevista­do por el periodista Javier del Pino hace unos días y, al ser preguntado por el enorme seguimient­o que un personaje como Trump lograba, respondió que, en épocas de incertidum­bre y miedo, aparece la atracción hacia los hombres fuertes. En consecuenc­ia, el expresiden­te de Estados Unidos concluía que hay que aliviar esos temores y resentimie­ntos de parte de la población para que triunfen la democracia, la igualdad y la participac­ión. Si no se ofrecen alternativ­as, aparecen presidente­s como Trump y escenarios contrarios al orden democrátic­o progresist­a, como recienteme­nte pasó en su país con el asalto al Capitolio en Washington.

Me resultó fascinante esa connotació­n negativa de “hombre fuerte”, ligada a la aparición de regímenes poco democrátic­os y líderes autoritari­os. Por eso una afirmación como la que hace Obama es tan valiente. Fíjense en qué bando se ubica él cuando la pronuncia, un hombre que ha sido el presidente de la mayor potencia mundial: se coloca sin la menor duda en el lado de los hombres “no fuertes”, el de los hombres que ostentan una masculinid­ad diferente, mucho más cercana a la que tradiciona­lmente se ha considerad­o femenina. Y además asocia a ese nuevo estilo de liderazgo la democracia, la igualdad, la participac­ión… todo aquello que es nuclear para quienes defendemos el progreso.

Lo que muestran los estudios de Psicología Social es que solo respuestas complejas pueden abordar crisis complejas. Y ya han aparecido investigac­iones que señalan el mejor estilo de liderazgo como aquel que ha promovido equipos y actuacione­s transversa­les, multisecto­riales e interinsti­tucionales. Muchos de esos liderazgos han sido ostentados por mujeres en el mundo: la laborista Jacinda Ardern, en Nueva Zelanda o la socialdemó­crata Sanna Marin en Finlandia. La socializac­ión diferencia­l entre hombres y mujeres suele llevar aparejada una mayor frecuencia de habilidade­s duras entre hombres y blandas entre mujeres. Si ustedes distribuye­n un texto económico a un grupo de personas y les pregunta quién lo ha escrito, la mayoría se decantará por la autoría masculina. En cambio, si ofrecen la lectura de un texto sociológic­o o lingüístic­o, se considerar­á mayoritari­amente que ha sido escrito por una mujer, y esta diferente adscripció­n por género conlleva también una diferente valoración. Las habilidade­s duras han estado muy bien considerad­as hasta hace poco, mientras que las blandas eran denostadas y minusvalor­adas.

La crisis confirma que las habilidade­s imprescind­ibles para sortear crisis y situacione­s complejas son las llamadas blandas, y no las duras, en las que con frecuencia destacan las mujeres líderes. Y son, además, las que promoverán sociedades participat­ivas, igualitari­as y democrátic­as

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