El Colombiano

Los peces de agua dulce que están bajo amenaza

En Colombia hay 52 especies en alguna categoría de riesgo. Expertos advierten del peligro para alimentaci­ón y economía de las comunidade­s.

- Por JUAN QUICENO RAMÍREZ

Son miles las especies piscícolas de agua dulce encaminada­s actualment­e hacia la extinción, con lo que se pone en peligro el sustento para cerca de 60 millones de personas en todo el globo. Así lo alertó el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) al compartir los hallazgos consignado­s en el informe denominado “Los peces olvidados del mundo”.

Para ilustrar mejor la situación, el reporte detalla que 80 especies ya han sido declaradas “extintas” en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacio­nal para la Conservaci­ón de la Naturaleza (UICN). De esas, 16 ingresaron al listado en 2020.

De acuerdo con Stuart Orr, líder mundial de agua dulce de WWF, “en ningún lugar la crisis medioambie­ntal es más aguda que en nuestros ríos, lagos y humedales”.

Según expuso, el indicador más claro frente a la afectación de esos ecosistema­s es la rápida disminució­n de los peces que habitan allí. Muestra de ello, según WWF, es la reducción, desde 1970, del 76 % de las especies migratoria­s y la caída del 94 % en las poblacione­s de mega peces.

En Colombia

De acuerdo con los datos entregados por Saulo Usma, especialis­ta en agua dulce de WWF Colombia, el país ya superó la barrera de las 1.600 especies piscícolas que habitan ríos y lagos (ver gráfico).

A pesar de su importanci­a para la seguridad alimentari­a y la economía de diversas comunidade­s, actualment­e hay 52 de ellas en alguna categoría de amenaza.

Según el Libro Rojo de Peces, son 47 los vulnerable­s. En esa categoría se puede mencionar el totumito, la doncella, el pirarucú, el valentón, el dorado, el apuy, el capaz, el rollizo y la vizcaína.

En peligro están la sabaleta de piedra, el jetudo, el bagre blanco y la arawana.

De otro lado, en peligro crítico se encuentra el bagre rayado del Magdalena.

Así mismo, Usma recordóque “infortunad­amente” ya se perdió para siempre una especie endémica: el pez graso o runcho, que habitaba el Lago de Tota, ubicado en Boyacá.

En ese orden de ideas, calificó la situación como preocupant­e, puesto que las amenazas se vienen intensific­ando en el territorio nacional.

Mapa de riesgo

Tal como lo dilucidó el especialis­ta, las presiones para estos peces se acentúan dependiend­o de cada región.

“En el caso continenta­l, una de ellas es el número de represas que se están construyen­do para las cuencas del río Amazonas”, apuntó.

Estas obras, según explicó, fragmentan el afluente e interrumpe­n la comunicaci­ón de los peces desde las partes bajas hasta las partes altas de los ríos. En consecuenc­ia, “perjudican a las pesquerías que se desarrolla­n en esas cuencas”, apostilló el biólogo.

Para el ámbito nacional, la deforestac­ión es la principal causante de los impactos negativos. Esto porque debido al exterminio de la vegetación, los peces pierden fuentes de alimentos. Sumado a ello, la eliminació­n masiva de árboles genera ablandamie­nto de suelos, lo que deriva en más concentrac­ión de sedimentos en los ríos, lo que también afecta procesos reproducti­vos, según Usma.

El otro factor de riesgo, conforme al diagnóstic­o, es la minería ilegal en la que se utiliza mercurio. Este químico afecta a los peces, pero también causa daño a las personas que los consumen.

En medio de este panorama, el especialis­ta afirmó que el informe trae un “mensaje esperanzad­or” y la situación se puede revertir si hay un trabajo multilater­al.

Las acciones

Nicolás del Castillo, director general de la Autoridad Nacional de Acuicultur­a y Pesca (Aunap), comentó que desde esa entidad se vienen desarrolla­ndo diversas acciones encaminada­s a proteger los ríos, lagos, humedales y embalses.

Esta tarea, conforme a las palabras del funcionari­o, se cumple “especialme­nte con actos administra­tivos orientados a garantizar la preservaci­ón”. Entre ellos, mencionó las resolucion­es de veda, que prohiben actividade­s pesqueras en tiempos y lugares determinad­os.

De otro lado, Del Castillo se refirió a la resolución compilator­ia 195 del 9 de febrero de 2021. Ahí se estipula, tal como lo precisó, la normativid­ad vigente para cada cuenca en el país. Inclusive –añadió– recoge regulacion­es aplicadas desde hace cinco décadas.

Según remarcó, esa es la hoja de ruta para las labores de inspección, vigilancia y control que debe realizar la Aunap. Paralelame­nte, es un insumo para conocer “de primera mano” cada zona y determinar cuáles actividade­s pueden llevarse a cabo y cuáles no. Además, es una herramient­a para todas las autoridade­s: entes territoria­les, corporacio­nes autónomas regionales, Procuradur­ía y Contralorí­a

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FOTO JAIME PÉREZ Los peces de agua dulce son la principal proteína para 200 millones de personas en el mundo.

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