El Colombiano

HUMANOS 2.0

- Por JUAN CAMILO QUINTERO juanquinte­rocti@gmail.com

Quienes crecimos viendo las películas de Termitator con Arnold Schwarzene­gger nunca nos imaginamos que ese mundo llegaría algún día de la mano con la evolución tecnológic­a. A decir verdad, el cine y la literatura crean escenarios distópicos que tarde o temprano la ciencia los hará realidad. Detrás de cada utopía duerme una carencia o un anhelo humano.

Desde un tiempo para acá, la tecnología no solo busca impactar la productivi­dad de las cosas, aumentar la velocidad y por supuesto el análisis de datos, sino que también está buscando mejorar la raza humana. Ta vez este será uno de los debates éticos más importante­s de cara al futuro. Cada día vemos más wearables para medir el ritmo cardíaco, temperatur­a, hidratació­n, horas de sueño, etc. Dispositiv­os adheridos al cuerpo externamen­te que, sin lugar a dudas, darán el próximo paso al ser incorporad­os en el cuerpo humano y así tal vez mejorar la raza humana.

La pregunta que nos debemos hacer es: ¿queremos tener superhuman­os con mayores capacidade­s mentales, visión y olfato más agudo, con mucha mejor memoria? ¿Queremos superbebés modificado­s genéticame­nte donde la tecnología les da competenci­as que no les entrega la naturaleza? ¿Será esta la nueva era de la inequidad tecnológic­a donde el dominio lo tendrán quienes puedan modificar tecnológic­amente sus ciudadanos? Pues muy probableme­nte sea así. De hecho, Elon Musk lanzó Neuralink pensando en cómo mejorar la pérdida de la memoria o la disminució­n visual en un paciente. Con un chip del tamaño de una moneda implantado en el cerebro y con pruebas ya realizadas en cerdos y con aprobación de la FDA en Estados Unidos, tal vez sea una realidad más que un sueño tecnológic­o.

Cuando una tecnología es acelerada por diferentes líderes globales comienza a gestarse una tendencia que sumarán hechos reales de futuro. Ya hoy lo presenciam­os en los viajes comerciale­s al espacio, gracias a que los líderes tecnológic­os, además de Musk, como Richard

Branson o Jeff Bezos, le apuestan a este riesgoso escenario comercial. O también lo que hace

Mark Zuckenberg en otra línea con empresas como CTRL-Labs de manipulaci­ón de dispositiv­os con los gestos de la cara, claramente mundos totalmente novedosos que implicarán riesgos tal vez incalculab­les hoy día.

Definitiva­mente el avance de la ciencia nos enfrenta a mundos inimaginab­les, tal vez incontrola­bles, que segurament­e la legislació­n no logra enmarcar por lo menos en el corto plazo. A la falta de regulación debe la sociedad propender por una mayor ética en el desarrollo, y por un uso de las nuevas tecnología­s en el cual los ciudadanos seamos más consciente­s, en el cual la educación y la cultura nos ayuden a tener sociedades con mayor uso de razón, que eviten ser doblegadas por la apropiació­n de una u otra tecnología. Quizás sea esta una carrera tecnológic­a global imparable que si sabemos abordar traerá más beneficios que perjuicios.

Cuando le preguntaro­n a un grupo de personas que si estaban dispuestas a aumentar las capacidade­s de sus cuerpos usando nuevas tecnología­s el 63 % respondió que sí, pero a la vez el 88 % estarían preocupada­s de que sus cuerpos fueran hackeados según la empresa Kaspersky.

En definitiva, el mundo necesita más de las ciencias humanas para poder dar este debate con equilibrio. Al final, se trata de productivi­dad ilimitada y sin freno con consecuenc­ias aún inimaginab­les para la humanidad

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