En qué va la renovación del arbitraje en el país
Entre los expertos hay conceptos encontrados, pero coinciden en que hay poca proyección internacional.
El fútbol colombiano, que después de cada temporada exalta a sus mejores jugadores y técnicos, poco se ocupa de los árbitros que hoy se enfrentan al desafío tecnológico del VAR y al reto de hacer el relevo generacional.
Estos personajes, que van de boca en boca y son claves en el espectáculo, hacen parte de un gremio que merece un análisis sereno sobre su desarrollo, especialmente durante una pandemia que los golpeó, pero que no los detuvo en su intento por mantener el estatus y alcanzar proyección.
Si bien sus procesos de capacitación son continuos a través de los colegios regionales, la Comisión Arbitral adscrita a la Federación Colombiana de Fútbol y algunos cursos de la Conmebol, hay quienes piensan que esta actividad “está estancada” y aseguran que requiere de una revisión. Entre sus argumentos mencionan la poca presencia en los torneos internacionales.
“Aquí falta unificación de criterios y más ahora con la herramienta del VAR que les impide mostrar una línea de trabajo, y se pierden un poco. Mire que afuera seguimos representados solo por Wílmar Roldán, porque no hay nadie más”, señala el excolegiado Armando Pérez.
José Ruiz, otrora árbitro de la Dimayor, advierte que en los últimos años sí han surgido talentos en el país, pero le preocupa que esa promoción no trascienda al exterior: “A nivel local hay renovación, internacional no. Para qué tener 7 u 8 centrales con escarapela Fifa si siempre llaman a los mismos: Roldán, Andrés Rojas, Nicolás Gallo y pare de contar”.
El analista José Borda apunta que sí hay caras nuevas y que de hecho el promedio de edad es de 27 años. Sin embargo, entre los muchachos que están surgiendo y que físicamente sobresalen, les nota deficiencias en la aplicación del reglamento.
Advierte también que con la aparición del VAR muchos de los que se venían consolidando, se inclinaron por esa herramienta.
Que sea profesión
Ante este panorama surge otra vez la necesidad de la profesionalización, pues quienes hoy están dedicados al arbitraje ejercen otras actividades alternas para complementar sus ingresos económicos.
Francisco Jaramillo, expresidente del Colegio de Árbitros de Antioquia, y exintegrante de la Comisión nacional, dice que “algún día el arbitraje en Colombia tendrá que ser una profesión, lo que permitiría mayor dedicación y compromiso”.
A diferencia de los que piensan que faltan cursos y orientación, él cree que hay suficiente. “Más capacitados que ellos no hay, pero ¿para qué les sirve eso si no practican con regularidad?”.
Según él, al coincidir con Armando Pérez, lo que falta para consolidar a los hombres que imparten justicia en las canchas colombianas “es la continuidad”. No están de acuerdo en que una persona pite un partido cada cuatro o cinco fechas, y reclaman oportunidades para quienes están incursionando.
Otro aspecto que mencionan en aras del progreso es la urgencia de que los árbitros se independicen, como sucede en Argentina y otros países donde existen colegios que velan por sus intereses.
Bloque cerrado
La Comisión Arbitral la integran Óscar Toro, Luis Ernesto Vargas, Hernán Penagos, Carlos Alberto Betancur y Armando Farfán. De los cinco, solo Toro está autorizado para hablar con la prensa, pero no fue posible contactarlo.
A la par con ellos trabajan los instructores Ímer Machado y Luis Fernando Avendaño, y el secretario general Émerson González.
De lo que se conoce de manera extraoficial es que en la actualidad realizan un proceso para completar el panel, pues ante la utilización de la herramienta del VAR en más partidos de la Liga este año, se requiere de personal idóneo y especializado.
Esto ha permitido que se estén promocionado talentos de las categorías B y C, y que muchos de experiencia en la A y sin continunidad, hayan optado por la nueva alternativa que los mantendrá vigentes.
En esa búsqueda de desarrollo será clave, agrega José Ruiz, que haya transparencia y apertura al cambio. “Y que se acaben los poderes detrás del trono, como ha sido tradicional en Colombia”