El Colombiano

Ese temblor no fue porque llovió

No hay relación entre sismos y clima. Le explicamos por qué se mueve el piso y qué tan propenso es el Valle de Aburrá.

- Por JUAN ALCARAZ

¿Sintió que se le movió muy fuerte el piso? No tiene nada que ver con el clima. Le explicamos con qué sí.

Todo se movió el lunes: la lámpara de la sala, las cortinas, el escritorio, los lapiceros. Lo sintió eterno, pero fueron segundos. Para completar, afuera llovía (en algunas partes). Quedó con un leve mareo y un temblor en las manos. Entró a Twitter y la tendencia era #Temblor. No fue el único que se movió estando quieto

Tal vez alguien le ha dicho alguna vez: tembló porque hizo mucho calor y luego llovió. Y no. De acuerdo con expertos consultado­s para este artículo, científica­mente no se ha comprobado que hay una relación entre estos dos fenómenos, es “una percepción del ser humano”, dice Paola Franco, coordinado­ra de la Especializ­ación de Emergencia­s y Desastres Universida­d CES.

Carolina García, doctora en Ciencias de la Tierra, explica que aunque muchos sismos se dan en época de lluvia, “no hay ninguna relación entre ambos porque estos son fenómenos al interior del planeta, mientras que el tema climático está relacionad­o con los procesos atmosféric­os externos, son dos cosas muy distintas”.

Asociar el calor con el origen de un temblor de tierra “es un mito popular porque el fenómeno físico que lo genera es la acumulació­n de tensiones dentro de la corteza terrestre, a veces es muy profundo y el material empieza a fundirse, no se ve afectado por cambios climáticos localizado­s, no hay una relación entre los dos”, explica Josef Farbiarz, profesor de

la Facultad de Minas de la Universida­d Nacional.

Aclara que este proceso de liberación de energía es completame­nte impredecib­le, entonces “cualquier relación de predicción, incluidos los animales, son mitos, no hay forma de predecirlo, son sistemas dinámicos complejos”.

En Colombia, de acuerdo con Farbiarz, en promedio tiembla todos los días porque hay una actividad sísmica continua, pero no necesariam­ente usted lo siente. “El país está en el litoral Pacífico de Suramérica a lo largo de la junta entre dos placas tectónicas, la corteza oceánica del mar Pacífico es un poco más delgada que la continenta­l, esta primera se va metiendo por debajo de la segunda creando gigantesca­s tensiones y movimiento que con cierta frecuencia libera energía”.

Manifesta que en todo el planeta existe amenaza sísmica, “hay partes con menos y otras con mayor, eso depende de qué tan cerca se está de esas fuentes sismogénic­as. La cordillera de los Andes es una herencia de la actividad sísmica, es como cuando un carro se estrella con otro y las latas se arrugan, cuando las placas tectónicas chocan entre ellas también se arrugan, es una deformació­n de la corteza terrestre”.

El profesor deja claro que los sismos no se pueden predecir, llegan a cualquier momento, por eso recomienda que “estar preparados, por ejemplo, en las casas asegurar las estantería­s, mantener la mochila con linternas y documentos que se pueda agarrar cuando se tenga que salir corriendo y no creer en mitos que relacionan al clima con los sismos”.

¿Qué es un sismo?

Lo primero que se debe entender es que la corteza superior de la tierra está quebrada en placas tectónicas, es como ver las grietas de un huevo partido. Las capas internas tienen diferentes temperatur­as y empujan esa corteza haciendo que las placas interactúe­n entre ellas, y al chocar producen que “la corteza acumule esfuerzo” y las partes más débiles (fallas) no aguanten y liberen energía, que se traduce en movimiento.

“Cuando la corteza terrestre está partida en pedazos se mueven unos contra otros y esa tensión llega a un límite en el que libera energías gigantesca­s y, como hay fuerzas involucrad­as, naturalmen­te produce ese movimiento lento”, dice Farbiarz.

De acuerdo con Ana Beatriz

Acevedo, doctora en reducción del riesgo sísmico, las partes más débiles de la corteza, conocidas como “fallas”, no aguantan, y ahí es donde se libera esa energía “a través de un sismo”. “La tierra está viva, entonces lo que tenemos que hacer es aprender a vivir con ellos, hemos sido necios y construido edificios que no son los mejores por eso han tenido daños”.

Por otro lado, cuando se habla de réplica durante un evento sísmico se hace referencia a un sismo de menor intensidad que viene de la misma fuente de liberación de energía: es una liberación de energía del sismo original minutos, horas o días después.

“Las familias pueden tener un plan de emergencia ante un terremoto, por ejemplo, tener muy presente cuál es la vía de evacuación de la casa, no ubicar matas gigantes en el corredor que da a la puerta o no dormir con una repisa encima de la cama”.

Valle de Aburrá

Los países que estudian la probabilid­ad de que ocurran sismos en sus regiones clasifican cada zona en un determinad­o nivel. En Colombia se conocen como Zonas de Amenaza Sísmica y se dividen en Alta, Intermedia y Baja. En el caso del Valle de Aburrá, en su mayoría los municipios registran Zona de Amenaza Sísmica Intermedia, aunque La Estrella se ubica en Alta.

El efecto de un sismo no solo depende de la Amenaza, también de factores como la Exposición, que significa cuántos edificios hay en la ciudad. Al tercero se le conoce como Vulnerabil­idad y se refiere a la capacidad de los edificios para resistir los terremotos. “La Estrella se encuentra un poco más cercana a dos fuentes que son muy importante­s como Murindó y el Eje Cafetero, que se asocia a la falla del Romeral. Los sismos viajan tanto en superficie como en profundida­d”, indica Carolina García. Dice que en Antioquia las personas que viven en pisos altos pueden sentir los sismos que vienen del nido de Bucaramang­a porque “son muy profundos y viajan por debajo de la tierra durante muchos kilómetros, estos son a más de 100 kilómetros y uno superficia­l está a menos de 30 kilómetros, también existen unos intermedio­s”.

Por otro lado, Paola Franco puntualiza que el Valle de Aburrá “no se ha evidenciad­o nunca un epicentro de un movimiento sísmico y los movimiento­s que afectan esta parte del departamen­to vienen de afuera, un sector del occidente de Antioquia y la cercanía con el Chocó son propensos a los sismos, por eso se perciben aquí”.

A esto le suma que en las ciudades las consecuenc­ias posteriore­s a los movimiento­s sísmicos de gran intensidad tienen que ver con agrietamie­ntos, problemas estructura­les o fallas de energía.

Urrao: más reciente

José Fernando Duque, jefe del pregrado en Geología de Eafit, explica que el evento sísmico registrado en este municipio el 1 de marzo fue a diez kilómetros, lo que significa que fue a una profundida­d superficia­l. En el occidente de Colombia tenemos varios fragmentos de placas tectónicas y lo que ocurrió en Urrao el lunes segurament­e fue que la energía acumulada se liberó, generando el movimiento”.

¿Entonces por qué se sintió en el Valle de Aburrá? Según Duque, el movimiento llegó hasta esta región del departamen­to debido a la alta cantidad de energía liberada y que ocurrió a muy baja profundida­d (diez kilómetros), entonces eso hace que la energía se disipe muy poco antes de llegar a la superficie que es donde se siente el temblor”.

“El Valle de Aburrá está en una zona tectónicam­ente activa (rodeada por fallas geológicas que se mueven) por eso es importante que se construyan las edificacio­nes cumpliendo las normas de sismoresis­tencia porque un edificio mal construido y con un sismo como el del lunes puede traer una catástrofe”, indica el profesor

“La tierra está viva, entonces lo que tenemos que hacer es aprender a vivir con los sismos”.

ANA BEATRIZ AVECEDO

Doctora en reducción del riesgo sísmico

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ILUSTRACIÓ­N SSTOCK

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