El Colombiano

Lasso rompió con racha ganadora de la izquierda

Guillermo Lasso logró derrotar al correismo en Ecuador. Su triunfo enfrentará oposición en el Congreso.

- Por JUAN DIEGO QUICENO MESA EFE

Tras 14 años en el poder, con tres gobiernos sucesivos de Rafael Correa y uno de Lenín Moreno (a quien el correísmo eligió), esa corriente de pensamient­o pierde sus primeras elecciones. Guillermo Lasso, un banquero que se presentaba por tercera vez a las elecciones, derrotó a Andrés Arauz. La división en la población indígena y su mala relación con el expresiden­te Correa explican el resultado. Lasso asumirá en un país en crisis social y económica y con un Congreso fraccionad­o. Análisis.

En política, dice un viejo dicho, no hay sorpresas sino sorprendid­os. Y en Ecuador son muchos los segundos. Guillermo Lasso, el empresario de derecha que se presentaba a sus terceras elecciones, derrotó al inmenso poder de la izquierda en Ecuador, y no lo hizo de cualquier manera: remontó más de 30 puntos porcentual­es a partir de su resultado en la primera vuelta y le alcanzó para ganar con 5 puntos de diferencia. Deberá tejer una telaraña de alianzas que le permita gobernar con un Congreso en el que el correismo es mayoría.

El país llegó a la fecha decisiva tras un proceso electoral largo y lleno de tropiezos. Los resultados de la primera vuelta, celebrada el pasado 7 de febrero, se saldaron entre protestas y denuncias de fraude del tercer candidato, el líder indígena Yaku Pérez, que se quedó fuera por apenas 0,35 puntos porcentual­es frente al hoy presidente electo. Pachakutik, el partido de Pérez, llamó a sus electores a votar nulo. Y surtió efecto.

Más de 1,7 millones de personas fueron a las urnas a anular su papeleta, lo que representó más del 16 % de los votos. “Eso es tan histórico como la remontada de Lasso”, explica Arturo Ruiz, analista político ecuatorian­o, “el voto nulo se ha situado siempre alrededor del 8% en el país. Es interesant­e porque no dimensiona­ron que esa decisión impulsó a Lasso, tan aparenteme­nte lejano a ellos”.

Entender por qué en un país donde la izquierda pudo haber ganado en primera vuelta (en una operación reduccioni­sta, al sumar los votos de Pérez y Arauz se supera el 50 % del electorado), es clave para comprender el fracaso del correismo.

Los indígenas, la clave

En Ecuador la población y el movimiento político indígena se ha vuelto determinan­te para la gobernanza del país. Representa­n entre el 7% y el 10% del censo poblaciona­l, pero mucho más que eso, han demostrado una capacidad de movilizaci­ón social que ha puesto contra las cuerdas a varios gobiernos, el último, precisamen­te, el de Lenín Moreno.

El presidente saliente enfrentó en 2019 una de las mayores y más duras olas de protestas que se hayan vivido en la última década en Ecuador. Miles de personas, un gran porcentaje población indígena liderada por la Confederac­ión de Nacionalid­ades Indígenas del Ecuador (CONAIE), inundó las calles de Quito pidiendo la eliminació­n del aumento en la tarifa de la gasolina de 123 % que el Gobierno decretó tras un acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI). La presión obligó a Moreno a trasladar su gobierno de la capital a Guayaquil.

Desde su consolidac­ión, en la década de los 90, el movimiento indígena ha participad­o activament­e de la política y de las protestas que han obligado a dimitir a por lo menos tres mandatario­s. Entre 1979 (año del regreso a la democracia) y 2009 se sucedieron en Ecuador 13 presidente­s. De hecho, Rafael Correa fue el primero que logró iniciar y terminar un periodo constituci­onal. En 2006 ganó sus primeras elecciones apoyado por CONAIE. La alianza no tardaría en romperse.

A los indígenas y al correismo los unen muchas cosas y los separa una fundamenta­l: el petróleo y el uso y protección de los recursos naturales. Los gobiernos de Correa se caracteriz­aron por tener una marcada política extractivi­sta en zonas como la amazonía ecuatorian­a, algo que el movimiento indígena rechazó de tajo. Fueron varias las protestas sociales que protagoniz­aron, la de 2010 se recuerda con particular interés.

Durante ese año el Gobierno tramitó la llamada Ley de Recursos Hídricos que tocaba temas como la redistribu­ción del agua. El movimiento indígena la tachó de privatizac­ión y bloqueó las calles. Correa desestimó las protestas e incluso las equiparó con terrorismo. Su respuesta añadió además el uso de la Policía en enfrentami­entos y detencione­s. En una de ellas fue capturado Yaku Pérez, el que en ese entonces era un activista más y en estas elecciones protagoniz­ó el rechazo a Arauz.

Desde que fue claro que Guillermo Lasso iría a segunda vuelta con Andrés Arauz el movimiento indígena se rompió. Por

un lado, Pérez y su partido, Pachakutik (brazo político de CONAIE) se decantó oficialmen­te por el voto nulo. Días después, Virna Cedeño, quien era la dupla de Pérez en la primera vuelta, anunció que votaría por Lasso. “No puedo permanecer irresponsa­blemente neutra ante la posibilida­d de que se establezca en el país el fallido y tramposo socialismo del siglo XXI”.

La división se escenifica bien en la provincia de Azuay, en donde Pérez hizo su carrera política. Allí ganó Lasso con 187.403 votos; le siguió el voto nulo, con 150.921 papeletas; y de último, Arauz, con 146.286. “Uno de los motivos de su derrota fue la confrontac­ión que se generó durante mucho tiempo con otros sectores de la izquierda”, resume

Ruiz, “creo que es un momento para que ese sector político se siente y haga un proceso de reunificac­ión”. Finalmente, y si bien salió derrotada, la izquierda puede torpedear a Lasso.

Gobernabil­idad, el reto

El Consejo Nacional Electoral mostraba ya una tendencia irreversib­le a favor de Lasso hacia las 9:00 p.m del domingo. Fue el propio Arauz quien reconoció su derrota, inaugurand­o, lo que para el estratega político Andrés Seminario, puede ser una nueva era en la política ecuatorian­a, una en la que las transicion­es se hagan más tranquilas. “Hace cuatro años el candidato perdedor no reconoció tan fácil su derrota”. La ponderació­n parece necesaria consideran­do

que ninguna fuerza tiene mayoría en el Congreso.

De hecho, Lasso llega debilitado en ese escenario. Si se cuenta solo los congresist­as que tiene su formación, Creo, tendría una fuerza parlamenta­ria de apenas 12 escaños. Si se le suman los 19 congresist­as que obtuvo el PSC (Partido Social Cristiano), su aliado en las presidenci­ales, ajustaría 31, muy lejos de los 48 asambleíst­as que tiene el correismo y aún más de los 70 que son necesarios para la mayoría.

“Una de las primeras cosas que tendrá que hacer es sentarse a establecer acuerdos con otras fuerzas. Es posible que vaya a tener que ceder ministerio­s en su gabinete, en aras de esa gobernabil­idad”, dice Seminario. Atrás deberán quedar las acusacione­s

“Uno de los motivos de la derrota fue la confrontac­ión que se generó con otros sectores de la izquierda”.

ARTURO RUIZ

Analista político ecuatorian­o

de campaña que tanto Lasso como Arauz se lanzaron. Al hoy presidente electo le recordaron una y otra vez sus nexos y presunta participac­ión en la toma de decisiones que llevaron a crisis económicas en el país, como la de 1999. En ese entonces, era superminis­tro de Economía en el gobierno de Jamil Mahuad.

El 11 de marzo de 1999 Mahuad decretó el congelamie­nto de los depósitos por un año en cuentas corrientes con dos millones de sucres (500 dólares). Según explicó, la decisión era necesaria para salvar el sistema financiero nacional. El país vivía una intensa crisis económica provocada por la quiebra de varios bancos. El pánico económico provocó la mayor ola migratoria en la historia de Ecuador. Según se estima, más de 2 millones de ecuatorian­os se desplazaro­n. Si bien Lasso era parte del gobierno, ha insistido en que no participó de la toma de esas decisiones.

“Si tuviera en su mano el beneficio del Ecuador o de su banco, ¿qué decisión tomaría?”, alcanzó a preguntarl­e Arauz a Lasso en el último debate. “Va a ser un gobierno que va continuar reformas económicas que ya se comenzaron en el gobierno de Moreno”, apunta Ruiz. En el escenario regional, ambos analistas coinciden en que Lasso no será muy dado al enfrentami­ento.

“Mantendrá relaciones cordiales con los gobiernos progresist­as (Argentina y Bolivia)”, señala Ruiz, “y es posible que sea cercano a gobiernos como el colombiano”. Los primeros 100 días de Lasso se antojan fundamenta­les: recibirá un país en plena crisis sanitaria y económica. También en una transición política, esa que encarna y que puso fin a 14 años de gobierno de izquierda en Ecuador

“Una de las primeras cosas que tendrá que hacer es sentarse a establecer acuerdos. Es posible que ceda ministerio­s”.

ANDRÉS SEMINARIO

Estratega político

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FOTO Guillermo Lasso celebró su triunfo, uno que llega en el tercer intento por ganar la presidenci­a de Ecuador.

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