El Colombiano

ESTADOS UNIDOS Y CHINA

- Por RODRIGO BOTERO MONTOYA redaccion@elcolombia­no.com.co

Uno de los principale­s problemas de política exterior que enfrenta el presidente Biden es el manejo de la relación con China. Sin ser todavía una situación de hostilidad declarada, Estados Unidos percibe a China como un país rival, como una potencia emergente que aspira a disputarle la primacía mundial. Se trata de una competenci­a en el frente económico, tecnológic­o y el de la influencia internacio­nal.

Habida cuenta del tamaño de su población, China, con un nivel de ingreso por habitante modesto, tiene la segunda economía más grande del mundo, superada sólo por la de Estados Unidos. La exitosa proyección exportador­a hacia el mercado mundial, y una alta tasa de inversión, han dado lugar a un ritmo de crecimient­o acelerado. Este, a su turno, ha traído prosperida­d y bienestar. Ha habido una notable reducción de la pobreza. China dispone en la actualidad de los recursos humanos y financiero­s que requiere el avance científico y tecnológic­o.

Se le atribuye a Napoleón Bonaparte la recomendac­ión de dejar dormir a China, porque cuando despierte sacudirá el mundo. Sea cual fuere la autenticid­ad de la cita, esa predicción se ha confirmado.

Los dirigentes chinos son consciente­s del poder que concede la transforma­ción que ha experiment­ado su país en las últimas décadas. El desarrollo económico acelerado ha creado las condicione­s para exigir que se reconozca a China como una potencia mundial. A los reclamos diplomátic­os acerca de la supresión de las libertades en Hong Kong, el trato a la minoría musulmana y la amenaza de invadir a Taiwán, responden que esos son asuntos de carácter interno.

A las observacio­nes respecto al carácter represivo del régimen, la falta de democracia y la violación de los derechos humanos, responden que los conceptos occidental­es de normas democrátic­as no tienen validez universal. Señalan las deficienci­as del desempeño democrátic­o estadounid­ense. Interpreta­n las críticas al autoritari­smo gubernamen­tal como una forma de negarse a reconocer la realidad del surgimient­o de China.

El presidente Xi Jinping considera que “el Oriente está surgiendo y el Occidente está declinando”.’ Ha declarado a Estados Unidos “la principal fuente de caos en el mundo actual”. Asimismo, lo identifica como “la principal amenaza para el desarrollo y la seguridad de nuestro país”.

Los dos gobiernos están haciendo explícitas las diferencia­s que existen en temas tales como el comercial, el tecnológic­o y el de propiedad intelectua­l. La actitud adoptada por la administra­ción Biden ha sido la de enfatizar la competenci­a, más bien que la confrontac­ión. El carácter predominan­te de la rivalidad con China no es de tipo militar. No obstante, la eventualid­ad de que el gobierno de China intentara absorber por la fuerza a Taiwán, en cuyas aguas territoria­les ha estado conduciend­o maniobras militares agresivas, podría conducir a un conflicto con Estados Unidos.

El presidente Biden ha descrito la discrepanc­ia con China como una prueba de fuerza a largo plazo entre la democracia y la autocracia. Esa competenci­a, a escala mundial, determinar­á los lineamient­os de la política internacio­nal de los próximos años

El presidente Biden ha enfatizado la competenci­a, más bien que la confrontac­ión.

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