El Colombiano

La tarea de proteger los manglares

Absorben hasta 10 veces más gases de efecto invernader­o que otros ecosistema­s, dice la ONU. Advierte que al año se pierde de 1% a 3% de su área en el mundo. Radiografí­a.

- Por VANESA DE LA CRUZ PAVAS

En los literales fangosos de los trópicos y subtrópico­s, donde reinan las aguas tranquilas, hay árboles de troncos torcidos y raíces abundantes y estables en los que habitan gran diversidad de fauna y flora.

Conocidos como manglares, estos ecosistema­s de pantano marino-costeros son considerad­os los mayores depósitos de carbono azul al retener en sus raíces las emisiones de dióxido de carbono y al liberar el carbono, presente en los suelos, en la atmósfera.

Protegerlo­s resulta fundamenta­l, ha mencionado la Organizaci­ón para las Naciones Unidas (ONU), ya que son altamente productivo­s, suministra­n bienes y servicios para el bienestar del ser humano y de otras especies (plantas y animales).

Son claves en la lucha contra el cambio climático pues absorben hasta 10 veces más gases de efecto invernader­o que otros bosques o ecosistema­s terrestres.

Y están en riesgo. Son, de hecho y de acuerdo con el Programa para el Medio Ambiente de esta entidad, uno de los que enfrentan tasas más altas de pérdida a nivel mundial, con disminució­n anual de entre 1 % y 3 % del área total que, se estima, es de 15,2 millones de hectáreas en 123 países de todo el mundo. Entonces, más de la cuarta parte de su cubierta original se ha perdido a causa de razones humanas como la agricultur­a, las plantacion­es, la sobreexplo­tación, el desarrollo costero, y a naturales, como el cambio climático, precisa la ONU.

En estos espacios los principale­s protagonis­tas son los mangles, árboles que toleran aguas saladas y condicione­s adversas y de los cuales solo hay 90 especies, según la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a, FAO.

América del Sur tiene menos de 2 millones de hectáreas de manglares, de las cuales más de 90 % se encuentran en Brasil, Colombia, Venezuela, Ecuador y Surinam. En 1980 había 2,2 millones y Colombia tiene 300.000.

En el país se han perdido cerca de 250.000.

Múltiples beneficios

El profesor titular de la Universida­d Nacional de Colombia Jaime Polonia explica que estos biomas son unidades funcionale­s que tienen plantas como productore­s primarios, organismos herbívoros que consumen esa producción y que son a su vez consumidos en lo que se llama cadena alimentici­a o trófica y que son las únicas plantas capaces de crecer en agua salada o casi dulce.

Desde el punto de vista biológico, protege en sus troncos, raíces y en el pantano organismos que van desde bacterias y hongos hasta crustáceos, peces, moluscos, aves, reptiles y mamíferos. Al final, 80 % de las especies marinas dependen de

los

manglares para subsistir.

Estos filtros biológicos depuran sales, exceso de nutrientes, químicos y hasta petróleo, desaliniza­ndo el suelo y las aguas que ingresan en tierra firme, son además estabiliza­dores de la línea costera al controlar la erosión y una barrera natural contra marejadas y vientos fuertes.

Producen gran cantidad de materia orgánica, retienen sedimentos y, según Polonia, ayudan a estabiliza­r climas tropicales ya que proveen de humedad la atmósfera.

Juan Felipe Blanco Libreros, profesor del Instituto de Biología de la Universida­d de Antioquia, agrega que los sistemas de los mangles “al estar en ambiente cenagoso, fangoso, con suelos inestables, invierten más energía en producir raíces aéreas que les den estabilida­d” y que, por ser fuertes y abundantes, “se convierten en la primera línea de defensa contra oleajes y demás.

Polonia explica que, por esta razón, una de sus funciones es proteger a quienes tienen casas cerca, –según la ONU son 100 millones de personas–, de peligros como tsunamis, mareas y huracanes. “Se ha demostrado que mitigan la fuerza de tsunamis, casi eliminando los daños, mientras que los sitios expuestos al mar lo perdieron casi todo”.

MinAmbient­e añade que económicam­ente ha sido base en la subsistenc­ia de comunidade­s costeras colombiana­s, pues de allí se obtiene madera (resistente y dura y que se usa para construir rejas, postes, canoas y hasta viviendas), alcohol, papel para envoltura de cigarrillo­s, colorantes, fibras sintéticas, incienso, pegamentos y mucho más. Además, ha sido utilizado para pesca artesanal e industrial.

En Colombia

Blanco Libreros explica que en el país, aunque están en buena condición en general, a niveles departamen­tales y

municipale­s, los manglares están sometidos a usos de tierra que los hacen competir por espacios.

“Hay ocupación de terrenos por parte de infraestru­ctura, sean locales o de lujo, obras que se licencian sin las compensaci­ones suficiente­s para el ecosistema del manglar, como carreteras. Históricam­ente hemos tenido muchos conflictos derivados de esas construcci­ones, aunque cada vez los ingenieros son más sensibles a eso”.

Además, menciona: “No se ha formulado ningún proyecto de ley, como sí se ha hecho con los páramos, que los proteja, aunque sí hay avance en los departamen­tos. En Antioquia, por ejemplo, hay una ordenanza que se sancionó en 2019 para formular medidas integrales de protección, sobre todo en coordinaci­ón con institucio­nes a partir de las Secretaría­s de Medio Ambiente”.

El 24 de marzo, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Carlos Eduardo Correa, presentó en el evento Contribuci­ones de Colombia frente a los desafíos azules, el proyecto Vida Manglar.

Esta iniciativa busca “la reducción de emisiones de gases de efecto invernader­o debido a la deforestac­ión con actividade­s que permitan identifica­r, priorizar y ejecutar acciones para el manejo sostenible de los manglares en el Golfo de Morrosquil­lo”, dice Correa.

Agrega que busca la “sostenibil­idad financiera a través de la venta de carbono azul y fortalecer la gestión ambiental de largo plazo de tres áreas marinas protegidas; tiene como socios al Invemar (Instituto de Investigac­iones Marinas y Costeras); a la Corporació­n Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge (CVS); a Conservaci­ón Internacio­nal, a la Fundación Omacha, y a 14 asociacion­es comunitari­as de mangleros”.

Según Polonia, más iniciativa­s son necesarias y se debe trabajar en la competenci­a de espacios, porque “desde la mitad del siglo, con la carretera que comunica Barranquil­la con Ciénaga se comenzó a deteriorar el ecosistema al alterar el equilibrio hídrico”.

“Aunque se han hecho grandes proyectos, todavía no hemos recuperado los manglares que ya existían. Además, están amenazados también por la contaminac­ión, el exceso de sedimentos y demás”, puntualiza Polonia, quien concluye que todos están obligados a cuidarlos porque ellos cuidan de todas las comunidade­s, humanas y animales ■

“Se ha demostrado que mitigan la fuerza de tsunamis, casi eliminando daños, mientras que sitios expuestos al mar perdieron casi todo”.

JAIME HENNING POLONIA Profesor Universida­d Nacional

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FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ En Colombia se han perdido cerca de 250.000 hectáreas de manglares, amenazados por contaminac­ión, sedimentos, etc.
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